❤el hombre perfecto

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- ¡Hola profesora! -la saludé de forma entusiasta.
Después del almuerzo me tocaba ir al taller de danza a ayudar a la profesora con mis compañeras.
- ¡Al fin te dignas a aparecerte por aquí, muchachito! -me reprendió.
-No es mi culpa que me hayan dado vacaciones en medio del semestre -le dije con una sonrisa inocente.
-Ya no busques más problemas, hijo -me dijo maternalmente - ¿Cómo se te ocurre andar con esa máquina infernal por los jardines? -me preguntó.
-Solo me divertía un poco -me justifiqué y cambié de tema antes de que siguiera con un discurso acerca de sus tiempos - ¿Qué es lo que está enseñando esta vez, Lyra?
- ¡Vals! -dijo con emoción. Yo torcí el gesto.
- ¿Qué tal un poco de tango? -le pedí.
- ¡No! -Me chilló -No te dejare seducir a mis alumnas en medio de mi clase.
-Igual con el vals, se vuelven locas -le aseguré bromeando.
-Creo que aquí el problema eres tú, y no el baile -aseguró.
-Soy irresistible -dije pegado de mi mismo y bromeando con ella.

Interrumpieron todas las chicas y chicos en sus calzas o shorts cómodos para bailar. Cuando entraron..... entonces la vi entrar al salón en un short cortito y una musculosa. Sonreí al verla al fondo de la clase siendo rezagada por sus compañeras. Seguro todas ellas estaban resentidas con ella por haberse sentado con los chicos y conmigo en el descanso. Decidí ser amable, si las huecas de esta Universidad no querían ser sus amigas por mi culpa, yo sería su amigo.

-Lo que me faltaba -dijo al verme.
-No seas atípica, ya me conoces. Además te mueres por mí -le dije. Rió irónicamente.
-Claro -dijo asintiendo.
-Bueno, bueno -habló Lyra -Comencemos con la clase. Natsu me ayudara como siempre.
Mostró los pasos y yo la ayudé, ya que esto no era nada complicado para mí. Lyra estaba haciéndoles unas indicaciones a una pareja y ahí aproveché.
- ¿Me permites? -Le pedí a Fried y él me dio la mano de Lucy -Lo haces todo, pero todo mal -la reprendí -No estás escuchando la música.
-Discúlpame, si las miradas de odio me distraen -me soltó de repente.
-No es mi culpa que te afecten tanto, algunas chicas resentidas -le dije mientras la hacía girar y la traía de nuevo a mí -Tendrías que acostumbrarte -le aseguré -Planeo seguir... hablándote -le dije con una sonrisa y dimos unos giros por la pista.
-No tengo por qué responderte -me contestó y la hice girar sobre sí misma. Perdió el equilibrio por un momento y la sujeté por la cintura. La coloqué más cerca de mí. Quitó mi mano, apenas recobró el balance -Haces cualquier cosa por tocarme.
-No es mi culpa que tú me des el pretexto -dije inocente.
-Narcisista -me acusó y yo sonreí.
¿Qué chica conocía esa palabra? Esta era una chica inteligente y vivaz.
- Lucy estamos bailando -dije cansado de sus acusaciones -Es obvio que tengo que tocarte -hizo una mueca y volvió a poner su mano sobre mi hombro y la otra en mi mano.
-Bailas bien -dijo después de un rato de silencio en el que yo la miraba fijamente a los ojos y ella trataba de evitar mi mirada.
-Y tú estás mejorando -aseguré sonriente -Soy un buen profesor -dije orgulloso de mí mismo.
- ¿Dónde aprendiste a bailar? -me preguntó.
Mis pasos fueron sin ritmo por unos segundos, justo el tiempo en el que el recuerdo vino a mí. Pero pronto recobré la compostura y sonreí sin ganas.
-Mi madre me hizo ir a clases de ballet cuando era niño -dije orgulloso de aquella etapa de mi vida.
-Vaya -dijo sorprendida -Habitualmente inscriben a los niños en clases de karate o en cosas de peleas y todo eso.
-Bueno -respondí pensándolo un poco -Ya ves que no se puede generalizar nunca, te podrías sorprender.
-Vaya, tu madre debe amar mucho el baile -aseguró.
-Si a ella le gustaba mucho la música y bailar -sonreí levemente -Ella siempre bailaba
- ¿Le gustaba? ¿Ya no? -preguntó.
La mire fijo, pensando un poco en eso. Hacía bastante que nadie me hacía recordar eso.
-Muy bien chicos, eso es todo por hoy nos vemos el miércoles.
-Tengo práctica jurídica ¿y tú? -le pregunté para evitar contestar su pregunta.
Al parecer ella le tomó poca importancia y lo dejó pasar.
-Yo también -me respondió.
-Perfecto, te espero afuera del vestidor de chicas -afirmé y me fui a cambiar.
Cuando llegué al vestidor ella aun no salía, así que me recargué en la pared, frente a la puerta, y me puse cómodo para esperarla. Encendí un cigarrillo y comencé a jugar con el encendedor de Gajeel.

Dangerous Obsession Donde viven las historias. Descúbrelo ahora