Manos.

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Los segundos me parecen minutos, los minutos horas, las horas días, los días meses, los meses años. Sentada en esta silla observo a la gente pasar, miro sus rostros, su manera de caminar, su manera de andar... los observo fijamente. Si ellos se sintieran observados lo mas seguro seria que tuvieran vergüenza. Entonces cambiarían su manera de andar. Pero no lo hacen ya que no pueden verme. Me quedo quieta hasta que hay algo que me reclama y entonces me dirijo hasta el lugar. Serpenteo entre la gente, evitando tocarlas y llego a mi destino. Me suelo encontrar con rostros arrugados y rostros lisos, muecas de dolor y rostros tranquilos. Sonrisas. Lágrimas. Todos diferentes. Entonces en su último suspiro me los llevo.
Vuelvo a mi silla pero no me siento ya no puedo ni descansar. Entonces alzó la vista y veo al único que me tiende la mano. Se la cojo suavemente y nos llaman, nos vamos juntos y ya se que no estaré sola, nunca más. Lo se porqué el tiempo y la muerte van siempre de la mano.

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