Capítulo cinco: Dolor.

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Había pasado toda la noche en la habitación de Ferid, durmiendo abrazado a él, bastante cómodo y tranquilo, sin despertarse por nada, ni siquiera por la luz de la mañana, pues las oscuras persianas cubrían la ventana, impidiendo que pudiese entrar luz del exterior, así no tendrían que levantarse tan temprano, sin embargo Ferid se despertó por los golpes y gritos que daba Krul, esperando a que le abriese la puerta. El séptimo progenitor se levantó de la cama, tapando bien a Mika para que no pasase frío y se acercó a la puerta, no sin antes ponerse una bata, puesto que no llevaba pijama alguno después de lo de anoche. Abrió un poco la puerta de tal modo que la contraria no pudiese ver la cama desde ahí y miró a Krul con cara de pocos amigos. -¿Qué pasa ahora?- Preguntó, bostezando ligeramente, tapándose la boca con la mano al hacer esto, obviamente no iba a ser mal educado. La respuesta ajena le dejó algo de piedra, ¿quién sería tan estúpido como para atacar a Crowley? No tienen posibilidades algunas de salir vivos en una batalla contra él, por supuesto, no le llegan ni a la suela de los zapatos.

-No pasa nada, Crowley no está en peligro, no es tan débil como Lucal.- Suspiró el peli plateado, preguntando a Krul si necesitaba algo más, a lo que esta dijo que no encontraba a Mika por ninguna parte. –Ahh... yo tampoco sé dónde está, así que si me disculpas...- Y cerró la puerta, echándole el pestillo por si se le ocurría abrir la puerta de golpe, acercándose de nuevo a la cama. Zarandeó ligeramente al rubio, intentando que se despertase, mas este no estaba por la labor de hacerlo, o al menos era lo que parecía en esos momentos, luego entreabrió los ojos y suspiró ligeramente. –Mhg... ¿ya es de d...?- Su boca fue tapada con la mano ajena para que no hablase. –Creo que Krul sigue en la puerta.- Susurró bajito, destapándole la boca al contrario cuando este asintió. –Lo siento...- Susurró por lo bajo, estirándose ligeramente para desperezarse y levantarse de la cama, recogiendo su ropa para colocársela de nuevo, dirigiéndose al baño para lavarse la cara, despertándose del todo de este modo. -¿Y por qué ha venido Krul?- Preguntó bajito mientras se acercaba al contrario, viendo cómo este se vestía también, abrazándole luego y dándole un pequeño beso en la mejilla. –Al parecer han atacado a Crow, pero no te preocupes, no pueden hacer nada contra él.- Respondió, volviéndole a besar la mejilla y, la tercera vez, en los labios, sonriendo suave a continuación.

Mika asintió suavemente y se apartó de él, dirigiéndose a la puerta, esperando que no estuviese Krul y no le pillase infraganti en su habitación. Tuvo suerte de que esta ya se había ido y podía escabullirse perfectamente, sin ser pillado, dirigiéndose en busca de ella puesto que Ferid le había dicho que le estaba buscando, encontrándola, como siempre, en el mismo sitio de siempre, sentada en su especie de trono. -¿Me buscabas?- Preguntó, mirándola desde aquella distancia, sin acercase más a ella, no por temor, sino porque no le apetecía, básicamente. -¿Dónde estabas?- Respondió con otra pregunta, clavando la vista sobre el rubio, fijándose en que sus ojos color zafiro se habían teñido de un rojo carmesí, esbozando una gran sonrisa en los labios a la par que se levantaba del sitio para poder acercarse a él. –Vaya, al fin bebiste sangre, Mikaela, ya era hora.- Musitó mientras le abrazaba con suavidad, apartándose rápidamente al oír que alguien se acercaba.

-Pero que cariñosa, Krul.- Dijo Ferid, sonriendo como siempre, aproximándose a los dos, mirando de reojo a Krul y luego clavando la vista sobre Mika. Pronto dos personas más irrumpieron en la sala, uno era ni más ni menos que Crowley, con algunos rasguños por el cuerpo y la ropa algo destrozada, pero seguía con vida, como era de esperar, el otro... apenas se reconocía bien hasta que Crow le empujó para que caminase primero. Se hizo un silencio en la sala cuando tanto Krul como Ferid reconocieron al "prisionero", sin embargo este no levantaba la vista del suelo hasta que no oyó la inconfundible voz del séptimo progenitor. –Ferid...- Dijo el prisionero soltando un gruñido, alzando la vista para poder clavarla sobre él, sin embargo su vista se dirigió hacia el rubio. –¿M-Mika...?- Su respiración se detuvo durante unos segundos y su cuerpo comenzó a temblar. ¿De verdad era él? ¿Su compañero...? –Mika... ¿¡De verdad eres tú!?- Sonrió suave al ver que su amigo del alma respondía ante su llamada y le miraba fijamente. –Emh... sí, soy Mika.- Respondió, quedándose en el sitio en el que se encontraba, sin dejar de observarle. ¿Aquél era el que se había atrevido a desafiar a Crowley? Debería ser bueno para haber salido con vida de la pelea. Yuichiro sonrió suavemente, dando unos pasos hacia delante para poder acercarse a él, feliz de encontrarse con su amigo, con aquel que había dado por muerto hacía muchos años...

-Pero... ¿cómo sabes mi nombre? No nos conocemos...- Murmuró el rubio, y algo en el interior de Yuu se partió en mil pedazos al oír aquellas palabras, deteniendo sus pasos y temblando más de lo que lo hacía ya, llenándosele los ojos de lágrimas. –E-es una broma... ¿verdad? Di que sí...- Tragó saliva, no podía ser posible que no le recordase, ¿cómo podía haberle olvidado? No... ¡No...! Era imposible... Mika no podría haberle olvidado tan pronto. –Mika... por favor, dime que no me has olvidado...- Insistió, dando un paso hacia atrás, pero sus piernas temblaban tanto que acabó cayéndose al suelo, comenzando a llorar, sin poder creerse que Mika ya no se acordaba de él. -¿Por qué lo has traído?- Preguntó Ferid, dirigiéndose hacia Crowley. –Pensé que te haría ilusión, Ferid...~- Respondió con tranquilidad, viendo aquel cuerpo tirado en el suelo, roto de dolor, sumido en el llanto, sin poder articular palabra alguna, solo sollozos, lamentándose de no haber podido salvar a Mika en su momento, y por haber sido tan idiota como para pensar que estaba muerto, aunque una parte de él quería pensar que no lo estaba y efectivamente esa parte tenía razón, aunque... no le recordaba. Era demasiado doloroso pensar aquello, todo lo que habían pasado juntos antes y después de acabar siendo ganado para los vampiros, todo lo que perdieron en el intento de fuga, aunque ambos se salvaron, uno ya no se acordaba de absolutamente nada...

Crowley observó a Mika antes de dirigir la vista hacia el peli plateado, llevándose las manos a la cintura y suspirando suave. –Bueno, bueno, ¿qué hacemos con él? No creo que quieras matarlo, ¿verdad? Conociéndote... seguro que lo usarás como juguete o algo...~ ¿O me equivoco?- Dijo con bastante tranquilidad, agarrando las muñecas de Yuu para levantarlo del suelo, observándole con detenimiento. –Es fuerte, seguro que te da mucho juego.- Prosiguió, escuchando los planes del séptimo progenitor, llevando a Yuu a una celda, aislado de todo lo demás, acompañado por Mika, ya que Ferid le dijo que fuese con él. Yuu le miraba de reojo, aun llorando, en cambio no dijo nada, aún no le salían las palabras y le costaba respirar por el llanto. –Tranquilízate, te vas a ahogar como sigas así...- Oír aquellas palabras provenientes de la boca de Mika hacía que llorase aún más, él siempre le estaba cuidando, y aunque ya no le recordase, parecía que seguía haciéndolo, aunque sea inconscientemente. De todos modos le hizo caso e intentó tranquilizarse mientras se adentraba en aquella celda y era despojado tanto de su arma como de las cadenas que tenía en las muñecas, ni siquiera tenía fuerzas para resistirse o atacar al vampiro cuando fue liberado, solo caminó hasta un pequeño banquito que había ahí y se sentó, subiendo las piernas al asiento y abrazando estas, apoyando la cabeza en las rodillas. –Él será el que te proporcione sangre de ahora en adelante, ¿entendido?- Comentó Crowley, dejándole la llave de la celda en las manos antes de marcharse y dejándolo solo frente a su antiguo compañero. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero aquello de tener una bolsita de sangre andante para él solo no le parecía mala idea, no tenía que compartir su sangre con nadie más y podría tomar toda la que quisiese, cuando se le antojase, sin pedir permiso a nadie. Sonrió de lado, guardando la llave en el bolsillo de la chaqueta, mirando luego al contrario, aunque fuese simple ganado, debía cuidar de él si quería que le durase, por lo que fue a por algo de comida para él y, ya que era "especial", se podría permitir el lujo de comer algo bueno, no lo que les daban al resto de ganado.

Volvió con la comida en una bandeja y se la entregó, mirándole fijamente. –Come, debes de estar hambriento y cansado después de la pelea... Luego volveré para traerte una manta y una almohada.- Dicho esto, esperó unos minutos antes de marcharse, pues ni siquiera hubo respuesta por parte del contrario, pero él no la necesitaba, no era como si quisiese interactuar con el ganado, con su ganado.

Forget everything you were. {MikaFerid} (Suspendido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora