Capítulo seis: Una conversación.

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Yuichiro no dijo palabra alguna, sentía que no le iba a servir de nada, aquel vampiro que parecía ser su amigo, realmente no lo era, no le reconocía en absoluto. Se levantó para ir a por la bandeja de comida, acercándola hasta aquella cama, observando el menú, era exactamente lo mismo que comía cuando estaban ahí encerrados, salvo aquellos días en los que Mika conseguía hacer curry para toda la familia. Contuvo una lágrima que pretendía escaparse de sus ojos, comenzando a comer lentamente de esa comida, al menos no iba a morirse de hambre, pero odiaba estar en ese lugar de nuevo. ¿Podría convencer a Mika que le dejase escapar? ¿Podría hacerle recordarle y escapar ambos? Aunque el rubio siendo un vampiro... no iba a ser bien recibido en el ejército, sin embargo, quería escapar con él. Terminó la bandeja y la volvió a dejar junto a las rejas, volviendo a la cama para sentarse y abrazarse a sus propias rodillas, apoyando la cabeza en estas y ocultar el rostro, aún conteniendo el llanto, aunque necesitaba desahogarse. Mikaela no tardó mucho en regresar con una almohada y una manta de color verde, Yuu al verlo sonrió de forma triste, así que no se había olvidado de que su color favorito era ese. -Toma.- No dijo nada más que eso, entregándole la manta y la almohada por las rejas, apartándose un poco por temor a que fuese a hacerle algo.

Yuu simplemente tomó las cosas y las colocó encima de la cama, volviendo a sentarse encima de esta y dirigiendo la mirada hacia el rubio, observándole de arriba abajo. Había cambiado mucho, demasiado para ser verdad, sobre todo aquella sonrisa que ya no se veía dibujada en sus labios, recordaba que de pequeños nunca dejaba de sonreír, ni siquiera por las cosas horribles que veían día tras día, sin embargo, desde que llevaba ahí con él, no le había visto sonreír ni una sola vez. No podía creerse que su preciosa sonrisa, que iluminaba siempre su nublado día, se había apagado. Necesitaba volver a ver esa sonrisa una vez más, lo deseaba y haría todo lo posible por conseguirlo, costase lo que costase. En cambio, no pudo evitar que se le escapase una lágrima ante el recuerdo que se le vino a la mente, secándosela rápidamente para que el rubio no la viese, sin embargo Mika se había dado perfecta cuenta de lo que había sucedido. El rubio se acercó un poco a las rejas, clavando la vista sobre el azabache, algo curioso. -¿Estabas llorando?- Preguntó, agachándose para recoger la bandeja del suelo y llevársela de ahí cuando se fuese, ahora quería hablar con él, o eso era lo que pretendía. Yuu negó a la par que se encogía un poco más en la cama, mirando de reojo a su antiguo amigo, el cual no se movía de su sitio.

Se escucharon pasos acercándose poco a poco a donde estaban ellos, y cuando el azabache vio de quién se trataba, soltó un gruñido bastante sonoro. Ferid se acercó a Mika, tomando la bandeja que tenía entre sus manos a la misma vez que le robaba un beso de los labios, sonriendo ladinamente al escuchar el nuevo gruñido que había soltando el azabache. -No deberías hablar con él, Mika-kun, podrías sentir lástima por él.- Murmuró, dirigiendo la vista hacia el que estaba en el interior de la celda, apartándose de Mika, no sin antes besarle nuevamente, esta vez de forma más duradera. -No estaba llorando.- Finalmente dijo en cuanto el albino salió de aquel lugar. No pensaba rendirse, le haría recordar aunque sea solo su nombre, o el modo en el que solía llamarle desde que se conocieron. Se levantó de golpe y se acercó a las rejas, clavando sus verdes orbes sobre los rojos ajenos, quedándose así un rato, pensando lo que podría decirle que pudiese desencadenar sus recuerdos. -¿Qué haces con ese asesino?- Fueron las únicas palabras que salieron de su boca, no podía creerse que su Mika estuviese con aquel que había matado a toda su familia.

-No es un asesino. No hables así de él.- Dijo con bastante seriedad, sin apartar los ojos de los ajenos, frunciendo ligeramente el ceño por su pregunta, ni siquiera se habían visto ni una sola vez, y dudaba mucho que se hubiese encontrado con Ferid y hubiese salido vivo. Yuichiro alzó una ceja, agarrándose a los barrotes de las rejas. -No es para nada como tú te crees. Es un asesino embustero, mató a toda nuestra familia.- Esta vez fue él el que frunció el ceño, necesitaba hacer entrar en razón al contrario. -¡Yo no tengo ninguna familia! Los únicos que tengo están vivos.- Gruñó tras responder, cruzándose de brazos y apartándose un poco, sentándose en uno de los bancos que había frente a la celda. -Estás equivocado, nosotros vivíamos como ganado y tú descubriste cómo podíamos escapar todos juntos, con los niños de la guardería a la que pertenecíamos... Pero cuando íbamos a lograrlo, ese maldito vampiro apareció y los mató a todos.- Se acordaba de aquello como si lo estuviese viviendo día tras día, no podía quitárselo de la cabeza por mucho que quisiese, y mucho menos el haber tenido que abandonar a su amigo, sin haber podido ayudarle a salir de ahí. Ahora más que nunca se arrepentía de lo sucedido, si no le hubiese dejado ahí solo... estaba seguro de que no se habría convertido en un chupasangres.

-Si hubiese pasado algo como eso, me acordaría. He vivido siempre con Ferid y los demás, ellos son mi única familia y nunca me han hecho daño.- Respondió aún con seriedad, dejando escapar un suspiro. Era de esperar que no se acordase de nada en absoluto, necesitaba un milagro para que todo fuese como antes. Yuu suspiró pesadamente, volviendo a la cama, quitándose la capa del uniforme, dejándolo tirado en el suelo y acabando por tumbarse en la cama, encogiéndose todo lo que pudo. No se había rendido, para nada, pero necesitaba descansar y aclararse un poco antes de volver a intentarlo. Mikaela tampoco dijo nada y simplemente salió del lugar, diciéndole a algún vampiro que pasaba por ahí que le vigilase, y si ocurría algo, que le notificase rápidamente.

Forget everything you were. {MikaFerid} (Suspendido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora