Capítulo 21- Muerte de los padres de Anna y Elsa.

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—Estamos sobre volando Cuba, en unas cuantas horas estaremos llegando a nuestro dest... — se detuvo la voz del piloto.
Sonaron una serie de golpes. Uno, un grito femenino, se escucha un disparo, el siguiente golpe lo da un hombre que golpea al copiloto con el teléfono del avión con el que el piloto estaba avisando a los pasajeros.
—Al fin... Buenos días queridos pasajeros— era la voz de un hombre británico— por favor no desesperen, no deben asustarse, no les haremos nada malo. Aunque la mayoría de ustedes queden con imágenes traumáticas que no les dejaran dormir por la noche, sus hijos van a llorar desconsoladamente, cada uno de ustedes va a llorar.
Se hizo un bullicio enorme, las mujeres gritaban, los hombres trataban de calmar a sus mujeres y algunos querían correr hasta la cabina del piloto para terminar con esto. Pero había dos personas cuerdas que pudieron reaccionar bien.
—Alto, todos tranquilos— gritó Agdar, el padre de Elsa y Anna.
—Haciendo esto no llegaremos a nada.
Todos guardaron silencio.
—¿Qué debemos hacer?— gritó una mujer —¿Nos van a matar?
—No se lo que quieren, pero tengo una idea. Iré a negociar con ellos, si tienen una razón para hacerlo lo sabremos. Iré sólo, no quiero poner en riesgo a nadie más que a mí.
Idun, su esposa se acercó a él, lo tomó del brazo y le dijo al oído <si piensas que te dejaré ir solo allá debes estar enfermo> él la besó en los labios con ternura, se alejó de ella. Tomó su valija y sacó una arma de fuego con permiso que llevaba consigo como defensa personal. Se la dio a su esposa y se encaminó a la cabina.
Su esposa Idum no iba a quedarse de manos cruzadas, se fue tras él a una distancia segura.
Al llegar, tocó la puerta.
Sonó el teléfono que conecta la cabina con la parte de las azafatas y lo contestó.
—¿Qué quieres?— sonó la voz del hombre que habló anteriormente.
—Tú ¿qué quieres de nosotros?
—No es personal, son negocios. Exploto el avión y mi hija va a la universidad, es todo.
—¿Qué pasa con nosotros? También. Tenemos familias, tenemos mucho que vivir, no nos quites eso, yo pagaré su universidad si así lo quieres.
—Con que aquí tengo a un millonario eh... Puedo hacer muchas cosas contigo, y ninguna de esas te gustará.
No, claro que no te gustará.
—Te daré el dinero si dejas a esta gente en paz, has conmigo lo que quieras, pero déjame despedirme de mi esposa primero.
—Como quieras. Solo necesito cien millones de dólares y todo queda arreglado.
—Voy a volver por mi chequera y entonces lo haré.
Agdar se encaminó, pero no a recoger la chequera, él tenía otro plan.
Al volver todos estaban siendo organizados por Idum, quien al escuchar a su esposo hablar con el hombre volvió para hacer algo con las personas del avión.
Los niños estaban con sus madres en la parte trasera del avión, la cual fue bloqueada cerrando la puerta que separa las secciones del avión, y pusieron todas las maletas bloqueando por completo la entrada.
Los hombres y mujeres que quedaban estaban buscando lo que pudieran utilizar como arma para defenderse y atacar.
—¿Qué quieren hacer con nosotros?— dijo el primer hombre que lo vio.
—Quieren una suma de dinero, cien millones de dólares para ser exacto— dijo Agdar, evitando decir que querían explotar el avión para evitar asustarlos.
Todos empezaron a exaltarse.
—¿Cien millones?— gritaban —¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a pagar tanto dinero?
—Yo lo pagaré, pero no es seguro que eviten explotar el avión. Estas personas son peligrosas.
La gente se empezó a callar. Idum se acercó a su esposo.
—¿Vas a darles el dinero de verdad?— dijo ella en voz baja.
—Estoy pensando, tenemos el dinero, pero...yo no saldré ileso— al decir esto los ojos de Idum se llenaron de lágrimas —No moriré, pero si no lo hago van a lastimar a gente inocente.
—¡Tú eres inocente!— dijo ella molesta.
Él la miró con ternura.
—Lo soy, pero no voy a dejar a esta gente morir. Sabes que te amo, si pasa algo, dile a las niñas que las amo, nunca tuve tiempo de decírselos pero creo que ya lo saben, y déjale a Aurora mi collar— al terminar de decir esto ambos se abrazaron, lloraban como nunca con el miedo de no verse nunca más.
El remordimiento que sentía Agdar era inmenso. Todos los años que tuvo la oportunidad de decirle a sus hijas cuánto las amaba los había desperdiciado.
Tuvo una idea, escribir todo lo que las amaba en un correo electrónico que escribiría en su computadora. Al terminarla se la mandó a ellas y a su hermano Aster para asegurarse que llegara a las hermanas.
Al tomar la chequera la llenó con los datos correctos y el monto indicado.
Después de despedirse de su esposa fue directo a la cabina a hacer el trato y a recibir lo que el hombre tenía pensado para él.
—Pensé que nunca vendrías— dijo el hombre.
—Tenía que despedirme de mi esposa y mis hijas antes de hacerlo.
—No planeo matarte, anda, pasa.
Y así lo hizo, abrió la puerta con cuidado y entró despacio. Pero no se vio rodeado por nada más que un cuerpo, y un hombre con una pistola, el cual tenía uniforme de piloto.
—Esto no es para tu hija—dijo Agdar.
—Por supuesto que no. ¿No me recuerdas? Vamos Agdar, soy tu mejor amigo de la universidad, al que tiraste por esa zorra de Idum. Pudo ser diferente...pero la escogiste a ella en vez de ayudar a tu amigo.
—¿Cómo me encontraste?
—Fue fácil, nunca te perdí de vista, cuando supe lo de tu viaje comencé a hacer el plan, solo tuve que matar a dos hombres para llegar aquí. Además sabía que te harías el héroe, tratando de salvar a esta gente. Pero te lo advierto, el único que puede morir eres tú, si mi corazón se detiene, pum, tengo un marcapasos que conecté con una bomba capaz de destruir más de la mitad del avión si es detonada en el lugar correcto.
—No tiene que ser así, podemos arreglarlo.
—Pudimos haberlo arreglado hace años, pero no fue así. ¡Cambié! Ya no soy el chico tierno e inocente. Soy esto por tu culpa.
—Yo no quise lastimarte, quería decirte que me iba, tuve miedo de destruir tu sueño de hacer nuestra propia empresa, pero cuando empezaste a jugar fútbol americano y a juntarte con los populares me sentí abandonado, y entonces conocí a Idum, entonces...—no pudo terminar porque recibió un disparo en la pierna derecha.
—¡No es cierto! Me dejaste sin que yo tuviera la culpa.
—No es así— dijo Agdur poniéndose de pié.
—Agdur Agdur Agdur, o mejor dicho Agdy. ¿Lo recuerdas? Así te decía cuando tenías un problema, yo nunca te abandoné. En vez de ayudarme me dejaste. Cuando cambié pudiste haberlo evitado pero me dejaste.
—Lo siento, Freddy lo siento, nunca quise hacerte daño.
—Pues yo a ti si, después de veinte años de planear tu muerte te tengo aquí justo frente a mí, con el dedo en el gatillo preparado para disparar, pero creo que aún no es momento, necesito hacer algo antes— dijo Freddy, pero ni Ni Agdur ni nadie lo hubiera pensado. Freddy le besó.
Agdur se separó, le tiró el arma y se lanzó sobre él.

Como arruiné mi vida... &quot;Hiccelsa, Jarida, Hiranna, Euginzel&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora