Capítulo 15- Cretino.

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Hace una semana salí con Jack, estuvimos hablando de tantas cosas que empecé a confiar en él, pronto le dije cosas que no había dicho a nadie, cosas que había guardado tanto para mí misma que me sorprendí a mí misma al decirlo. Fue un lindo día y gran noche, pasó nuestro primer beso, y los que le siguieron. Creí conocerlo en verdad, lo que en verdad es, un tierno chico, con sueños y expectativas, muchas ideas y pensamientos filosóficos, alguien tan parecido a mí que me sentí comprendida por primera vez.

Era viernes en la noche, iba camino a una fiesta. Algo normal para mí.

Esta era la mencionada fiesta en mi encuentro con Jack en el aula de plásticas, algo que podía resultar incómodo.

Sólo podía pensar en él camino a la fiesta, es estúpido puesto que es uno de los chicos más pedantes, engreídos y guapos de todo el colegio. Pero aun peor pensar en él sabiendo mi poco interés por los hombres, y más por los de ese tipo había cambiado ese día.

Llegué hora y media tarde, mi rutina de entrada para marcar una fiesta y entrar cuando haya diversión. Al parquearme había chicos corriendo y jugando como niños pequeños persiguiendo chicas semis-desnudas. Mientras que dentro todos bailaban con la música alta, las luces neón en la mansión. Al entrar había muchas mujeres con sus mini ropas al igual que la mía, chicos borrachos bailando y tomando con puñados de chicos y chicas haciendo barra a los shots o tragos.

Chicas fumando con sus parejas de fiesta, disfrutando. Ahora era mi turno. Me junté con varios amigos en la barra, tomando trago por trago. Pronto me pasaron un puro, fue cuando empezó la verdadera diversión. Nunca tengo relaciones con ninguno de los chicos de las fiestas pero este día mi excitación empezó al salir al patio trasero en la piscina a un sexy platinado de excelente cuerpo saliendo de la piscina, con su cabello mojado en su cara que sacudió con su mano derecha haciendo un movimiento tan tentador.

Pronto mi mirada baja, estaba en un pantalón empapado por el agua de la piscina, marcando su miembro, su gran miembro.

Hizo un movimiento hacia la izquierda haciendo notar su estado de ebriedad. La cual yo también tenía, puesto que corrí hacia él, me lancé al agua justo sobre él y bajo el agua lo besé con tanta intensidad. Lo que me sorprendió fue su reacción, aceptó con gusto mis labios. Di espacio a su sabrosa lengua, haciendo que mi excitación aumentara, de treinta por ciento a un setenta por ciento, aún tenía conciencia para no caer en una mayor tentación. Soy joven, creo en Dios, pero aunque a veces peque en estas fiestas nunca perderé mi querida virginidad.

Eso pensé, fui fuerte aunque mi cuerpo me pidiera un poco de él, un tanto de placer que podría marcarme.

La tentación me ganó, subí con Jack a una habitación, estábamos casi desnudos, Jack me estaba besando el cuello, hasta bajar a mis pechos aun cubiertos por mi bra, pero en ese momento un temor entró en mí, una sensación horrible en mi estómago.

-Jack, para. Por favor.

-Oh no linda, ya es tarde para eso- dijo zafando mi bra dejando mis pechos al descubierto, tomando mis manos y besándome en contra de mi voluntad.

-¡Que pares dije!- grité pateándolo en su entrepierna -De verdad pensé que eras diferente, no puedo hacerlo y no lo haré.

-¿Qué diablos de pasa? Eres una zorra, todos sabrán de esto. No puedo creer que casi me acueste contigo.

Tras lo último no pude evitar llorar, toda mi vida mi madre me dijo que fuera una señorita y cuando me descuido logro casi perder mi virginidad y mi dignidad.

-Eres un maldito cretino Jack Frost, te juro que no volveré a dirigirte la palabra, ni ahora ni nunca- dije firme pero con mis ojos cristalinos, tomé mi ropa y salí de ahí directo a la casa de Punzie, esperando que me ayudara en este momento tan duro que estaba pasando.

Al llegar no toqué la puerta, subí a su ventana que siempre tenía abierta, gracias a Dios estaba dentro, durmiendo. Me acerqué a ella, me hinqué frente a ella.

-Punzie acabo de hacer una estupidez- dije entre llantos mientras ella dormía -No sé qué acabo de hacer, estoy tomada, drogada, y casi pierdo mi virginidad- dije esto último soltando en un llanto horriblemente doloroso haciendo que Punzie despertara, su preocupación se notaba en su rostro, aún con mis ojos borrosos de tanto llorar pude notarlo, repetí todo lo que dije. Ella me conoce tan bien que con sólo un beso en mi frente, un abrazo y un "todo estará bien" me logra calmar, me hizo espacio en su cama y dormí bajo su cálido abrazo, era lo que necesitaba, un amor del bueno, no el que creí con ese cretino.

Mi promesa sigue en pié, no volverá a saber de mí. Sé que yo también me equivoqué por haberme drogado y haber tomado pero debió entender a la primera.

Soy una tonta.

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Estoy en la cama retorciéndome de dolor mientras ella corre con sus cosas fuera de la habitación.

¿En serio me dejará de hablar? ¿Qué hice? Ella era la única que me entendía, la primera chica que me interesa y me inspira a cambiar, y mi estupidez y mi forma de actuar drogado me juegan una mala broma.

Corrí tras ella, pero los tumultos de gente me impidieron seguirle el paso. Me sentía tan estúpido, una lágrima bajó por mi mejilla. Escuché a un tipo hablarme.

-Oye tú, marica, deja de llorar por tu perra y disfruta.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Caminé hacia él, mi puño en su rostro veces incontables, mi rostro tensado y la sensación de satisfacción. Más el gran tumulto de gente gritando "¡Pelea!" hasta que llegó un tipo y me quitó de encima del tipo.

-¡Dejame romperle la cara!- grité.

-¡Viene la poli!- gritó una chica, todos corrieron, más yo con el efecto de la adrenalina agotado me dejó en el suelo de la sala ahora casi vacía, cuando llegaron unos policías. Sentí un fuerte golpe en mi cara y todo se volvió negro.

Desperté en un cuarto gris, que en realidad era una prisión, mi cabeza dolía por el golpe y el efecto del alcohol, todo se volvió más borroso cuando un oficial golpeó la celda.

-Anda, levántate niño tus padres vinieron por ti, te has salvado de una grande.

Me puse de pié mientras el oficial abría la celda, salí de la zona de celdas y encontré a mis padres en la comisaría, sentados en unas sillas de espera con un rostro de decepción. Al llegar mi madre me golpeó la mejilla con su mano.

-¡Esta es la última!- gritó ella, sólo guardé silencio y fui tras ellos hacia su auto para ir a casa, me sentía el más estúpido del mundo.

-Harás trabajo comunitario por cinco meses, hijo- dijo mi padre, por dentro me sentí más enojado, pero mi rostro quedó neutral, el resto de mis días fueron tan aburridos, salir del colegio e ir a limpiar no es un buen hobbie. Menos sabiendo que le hice eso a Mérida, ella no se lo merecía.

Soy un tonto, y eso es poco.

Como arruiné mi vida... "Hiccelsa, Jarida, Hiranna, Euginzel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora