Capitulo 2

18 3 0
                                    

-¡Audrey! ¡Llegarás tarde a tu primer día!- Se escuchan los gritos de mi madre por toda la casa, suelto un bufido y me miro por ultima vez en el espejo, por primera vez percibo algo de belleza en mi, lo bueno de mi enfermedad es que, a diferencia del cáncer, puedo conservar mi cabello. Bajo las escaleras a toda prisa y subo al auto. Veo por la ventana como mi casa va desapareciendo y como se aproxima mi infierno cuando mi madre  se detiene. 

-Recuerda que partirás yendo solo la mitad de la jornada escolar, paso por ti a las 2:00, si te comienza a doler la cabeza o te cansas avísame, mantén tu celular prendido, cualquier emergencia...

-¡Mamá! Estaré bien- le digo entre risas

-Solo cuídate ¿si?- Me besa en la frente y bajo del auto. -¡Te quiero!- Grita asomando su cabeza por la ventanilla, es increíble como en menos de una frase me logra avergonzar.

Entro en la sala de clases y para mi sorpresa nadie dice nada, francamente dudo que alguien me recuerde, lo que tiene sus beneficios ya que no tendré que responder "estoy bien, gracias" a todo el mundo, pero aun así me entristece pensar lo insignificante que soy para estas personas.

-Buenos días alumnos, soy la Srta. Hortbock y seré su profesora de matemáticas a lo largo del año, espero conocerlos y aprovechar cada una...- El clásico discurso de primer día de clases, una sarta de mentiras como: "no solo seré su profesora sino que también seré su amiga" o "cualquier problema pueden acudir a mi". La nueva profesora es de baja estatura, regordeta y unos rizos oscuros y grasientos caen sobre sus anchos hombros, nos dedica una sonrisa cínica para inspirarnos confianza, pero me causa repulsión.

-Srta...- Interrumpe mis pensamientos fulminándome con la mirada.

-Henderson- Respondo con timidez.

-Entonces... Srta. Henderson ¿Que es lo que la mantiene tan absorta en sus pensamientos, si se puede saber?- Cruza sus brazos y me mira con frustración, aún no termina el día y ya me gané el odio de los profesores...genial.

-Nada, solo estoy algo distraída- Le dedico mi mejor sonrisa y al parecer se lo cree pues suspira.

-Concéntrese entonces- Me responde seca, dándole una palmadita a su cuaderno, el cual tiene un papel pegado que dice "Disciplina, la clave para todo" un consuelo ¿no?

Me ha sido imposible concentrarme en alguna palabra que sale de su boca, así que me limito a asentir y a mirar el reloj; 5,4,3,2... Al fin suena el timbre, dando aviso al término de la clase, cierro mis libros de texto y salgo por la puerta. A medida que voy caminando por el extenso pasillo embaldosado veo a un grupo de chicas algo menores que yo riéndose, a un chico besándose con la que de seguro es su novia y a otra chica embobada viendo su celular. Abro la puerta de mi casillero y reemplazo mis libros de matemáticas por los de biología. No se a donde ir, no puedo fingir que voy al baño porque mi enfermedad me lo impide y se darían cuenta, si me quedo en la cafetería me verán sola, así que... me resbalo con algo y caigo de bruces al suelo, al parecer todos lo han visto por que se escucha un coro de risas a mis espaldas, intento levantarme pero me el esfuerzo es demasiado, aún así persisto, siento como cada uno de mis músculos están luchando por levantarse; aunque cada vertebra de mi cuerpo sabe que no lo lograré, no pienso quedarme acostada en medio del pasillo, miro mi estomago y digo para mis adentros "vamos riñones de mierda...no me fallen ahora", apoyo mis manos en las oscuras baldosas y me logro poner de pie, hago como si a mi también me hubiera parecido gracioso y me uno a sus risas, pero la humillación ya es suficiente así que me arreglo la camiseta y voy medio caminando medio corriendo a la clase de biología.

- Para partir la clase de hoy haremos una breve presentación sobre nosotros para conocernos mejor, al escuchar su nombre, pónganse de pie y digan... lo que se les de la gana decir, partiré yo. Soy el Sr. Wadlow, tengo 37 años, como ven hago clases de biología aquí en North Atlanta High School pero también soy un amante de la medicina y la lectura, estoy casado y tengo un hijo de tres años, ahora ustedes- Mira la lista de nombres, se rasca la nuca, mordisquea por unos segundos su labio inferior y comienza. -Monica- Dice el profesor con una sonrisa socarrona.

-Hola, mi nombre es Monica Kradook, tengo 17, me gusta cantar e ir de vacaciones a Philadelphia con mi familia y mi novio- Monica se vuelve a sentar, tiene el pelo rubio pero apagado, como si hubieran pintado las cenizas del color del sol, la chica tiene grandes ojos azules sobre unas mejillas salpicadas de pecas, jamás la había visto antes, tal vez llegó el año pasado en mi ausencia, tal vez muchas cosas pasaron en mi ausencia.

-Eve- Canturrea el profesor.

-Hola, mi nombre es Eve Barnes, tengo 16, me gusta bailar, comer y ver programas de televisión.- Se escuchan unas risitas procedentes de atrás. A ella sí la recuerdo, mediana estatura, pelo castaño oscuro en ondas hasta el ombligo, ojos pardos y gran sonrisa; éramos amigas en primaria, pero luego se fue de Atlanta y no la volví  a ver... Como a cambiado, ahora se ve mas segura y mas fuerte, ha adelgazado y la noto mas feliz. El profesor sigue diciendo nombres y diferentes alumnos se van parando y tomando asiento respectivamente.

-Audrey- Levanto la cabeza y el profesor hace ademán con la cabeza para que me levante, me tiemblan las manos así que aprieto los puños tratando de canalizar mi nerviosismo.

-Hola, mi nombre es Audrey Henderson, tengo...

-¿Henderson?, ¿Hermana de Eloise Henderson?- Comprimo las ganas brutales que me dan de llorar y asiento; el silencio es abrumador, todos me miran, quiero salir corriendo de aquí. -¿Cómo te está yendo?- Reconozco esa mirada de lástima en sus ojos, me dan ganas de abofetearlo y gritarle "¡Mi hermana está muerta y no puedo ni hacer pis ¿Cómo crees que me siento imbécil?!" Pero aunque estoy hirviendo en cólera solo respiro profundamente.

-Bien, gracias

-Por favor prosiga, lamento la interrupción- No tengo ningún animo de seguir hablándole a este bocazas, así que con una fuerza sobrehumana, me enderezo y continúo.

-Tengo 16, me gusta...- ¿Qué me gusta? nada- Escuchar música e ir a...- Cualquier lugar que no sea un hospital me conforma- Acampar- Eso no me lo creí ni yo, aparte de que no se me permite acampar por los riesgos infecciosos, lo odio. Sonrío y me siento, tratando de parecer natural.

-¿No quieres hablar de tu enfermedad?- Tenía que ser, ya era demasiado bueno que nadie me lo hubiese mencionado y a este se le tenía que ocurrir.

-No gracias, si quiere hágalo usted- digo  sarcástica.

-Pues entonces lo haré- ¡Tonta! ¿Porqué lo dije? Se ve que no entiende lo que es el sarcasmo ni aunque viniera Van Gogh a representárselo, me miro los zapatos para no tener que mirarlo y soportar la vergüenza que eso supone. -Audrey padece de Nefropatía terminal...

-Sólo crónica- Le interrumpo cortante y le lanzo una mirada asesina para que capte la indirecta.

-Mi error, Nefropatía crónica, es decir, una deficiencia renal que ha progresado muy bien según veo- Es igual de irritante que los doctores del hospital, al parecer esta vez si ha captado la indirecta pues prosigue con la lista. -Lisa- Lástima que lo haya hecho tan tarde pues ahora todos saben que orino por tubos.




Esperanza de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora