Mamá está sentada en el auto con una bolsa de Starbucks en su mano y con una sonrisa de oreja a oreja.
-Y... ¿Cómo te fue?- Agita la bolsa y yo me siento en el asiento del copiloto.
-Bien- Le sonrío de mala gana- Sabes que no puedo comer eso- Señalo la bolsa intentando desviar el tema.
-Tranquila niña "me precipito a las conclusiones", no es un Starbucks real, solo usé la bolsa para llevar tu almuerzo- Me susurra con complicidad para subirme el animo, no da resultado. - Tu padre nos está esperando en el parque.
-¿Un pic-nic?¿Que te tomaste hoy día que estas tan...feliz? Es raro.- Le digo frunciendo el ceño.
-Nada- Se vuelve a reír, comienzo a preocuparme enserio- ¿Hiciste amigos?
-Noup- Me revuelvo en el asiento incomoda
-Bueno, es normal en tu primer día, dentro de unos meses te lloverán amigos.
-Lo dudo. ¿Recuerdas a Eve Barnes?
-¿Tu amiga de primaria?
-Está en biología conmigo- A mi madre literalmente se le ilumina el rostro.
-¡Ahí está! Puedes hacerte amiga de ella.
-No la veo hace mas de cuatro años ¿Qué quieres que le diga?
-No lo se, recuerda tiempos pasados... ¡Mira ahí está tu padre!
-Hola guapa ¿Qué tal tu día?
-¿Guapa? Tienes 40 no 18 papá- Le dedico en broma una cara de asco.
-Bueno ¿Nos sentamos?- Ponemos una manta y mamá saca un par de sándwiches de mantequilla de maní, yo abro mi bolsa que contiene un envase con variedades de semillas y concentrados vitaminados, un asco que tengo que tragar todos los días.Por primera vez desde que Eloise murió, me siento en familia, mamá y papá están abrazados riéndose, no se que les ocurre pero hace mucho que no los veía sonreír,con todos los problemas que han habido últimamente cada vez siento que mi familia se despedaza un poco mas, pero los escasos momento como este, son los que logran sacarme una sonrisa verdadera.
-¿En que piensas tan feliz?- Me sobresalto por las palabras de mi padre y una cucharada de comida cae por mi camiseta provocando que se me escape una carcajada, algo que tampoco había pasado hace ya mucho.
* * * * * *
-Audrey querida, me haces un favor y vas tú a comprarte tus medicinas, hay una farmacia a tres cuadras bordeando el parque, la receta médica y el dinero están en mi bolso.
-Claro- Tomo el dinero, la receta y salgo de casa. Voy caminando por la acera y veo a dos niñas corriendo por el parque a modo de juego; mamá solía llevarnos a Eloise y a mi a jugar acá, en esos tiempos todo era distintos, desearía que aun fuera así. Entro a la farmacia, voy a una de las cajas y saco un numero del dispensador para esperar mi turno; frente a mi hay un chico unos 30 centímetros mas alto que yo, de pelo castaño claro y liso pero pequeños rizos adornan sus puntas, sus ojos son de un azul tan intenso que parecieran traspasarme y legar a lo mas recóndito de mi cuerpo, al mismo tiempo parecen frágiles como el cristal, es de tez morena y va vestido de pantalón y camiseta negra, sus rasgos son tan definidos que lo vuelven casi perfecto, y es fuerte, se nota por sus músculos y por la forma en que está de pie, aferrado al piso, como si fuera a echar raíces.
-Si me vas a seguir mirando te puedo enviar una foto- Dios, que vergüenza, lo he estado observando por mas de 10 minutos, sonrío y miro al suelo, pero no puedo evitar sonrojarme. -Tranquila solo jugaba- dice sonriendo. Lo miro por el rabillo del ojo y no está viendo, luego él hace lo mismo con su mirada y no puedo evitar sonreír.
-¡87!- Se escucha el vozarrón de la cajera.
-Yo- Le paso la receta médica a la señora, tiene sus uñas pintadas de un color verde metálico y hace un ruido desagradable al masticar el chicle. Se va unos segundos y vuelve con todo tipo de remedios, cajas grandes, pequeñas y de múltiples colores.
-Entonces... vitaminas D, pastillas calcificadas, enlaces de fosfato, concentrado de hierro, Arterianíl, Calcific-P, Yuntanol y concentrados proteicos en cápsulas. ¿Eso sería todo?
-Sí- Me avergüenza bastante que la farmacéutica nombrara cada uno de mis medicamentos, pero para mi sorpresa el chico no se está riendo, solo se limita a mirarme.
-Serían 150 dólares con 75 centavos- Entrego el dinero y el chico sigue mirándome fijamente.
-¿Y ahora qué?- Me atrevo a preguntarle, su mirada me intimida.
-¿Tú me miras y yo no lo puedo hacer?
-No te estaba mirando- Balbuceo.
-Entonces yo tampoco lo estoy haciendo ahora- Dice sonriendo con malicia.
-Está bien... sí te estaba mirando- Sus ojos siguen sin desviar la mirada- ¡Ahora basta!
-De acuerdo- Se ríe, tomo mis bolsas y me apresuro a salir de la farmacia.
-Odio las farmacias- Me doy vuelta y veo que el chico se pone junto a mi -Aunque al parecer tú no, porque vas de shopping a comprar remedios- No se que responder así que hago una risa fingida,ya parezco estúpida,por cada palabra que sale de su boca me río.
-Déjame decirte, chico que jamás había visto, que te equivocas, odio las farmacias.
-Entonces me disculpo, chica que acabo de conocer y que al parecer no le gustan las farmacias.- Me imita, enserio es irritante.
-Tengo nombre.
-Me gustaría oírlo- Sonríe.
-Perdón pero no hablo con extraños.
-Sólo los examinas- Le doy un puñetazo en el hombro y se ríe.
- Audrey.
-Que linda sonrisa tienes, Audrey. Samuel. -Hace una reverencia y caigo en la cuenta de que ya he llegado a casa y mamá está regando afuera.
-Audrey, te demoraste, comencé a preocu... ¿Quién es tu amigo?- pregunta mamá radiante, igual a un niño en vísperas de navidad.
-No es mi amigo- Digo poniendo los ojos en blanco.
-Claro que lo soy, sino ¿cómo sabría tantas cosas de ti?
-¿Ahora sabes cosas sobre mi?- Arqueo una ceja en desconcierto.
-Sí... te llamas Audrey, odias las farmacias, compras muchos remedios y tienes una madre que riega el jardín de tu casa... somos básicamente amigos.
-Estás chiflado.
-Un gusto...- Comienza a saludarlo mi madre
-Samuel D'uverville.
-Quédate a cenar si quieres- Mamá le dedica una sonrisa espeluznantemente amplia.
-¡¿Cenar!? ¡Diablos! Se me hace tarde, lo siento. -Y se aleja corriendo. Me siento en la acera con las manos en la cara y comienzo a reírme.
-Es guapo- Me dice mamá subiendo y bajando sus cejas.
-Está loco.
-Pero no me puedes negar que es guapo.
-Esta bien, sí es guapo ¿Y por eso lo invitas a cenar?- Aún no puedo creer que haya invitado a un completo extraño a la casa sólo porque es el único ser humano que se digna a hablarme.
-Y se nota que le gustas.
-¡¿Que!? Te contagió su locura- Entro a la casa y subo a mi habitación, me tumbo en la cama mirando al techo y me da un ataque de risa frenético; aún con la sonrisa en los labios, cierro los ojos y suspiro, muerdo mi labio inferior hasta que está al limite de sangrar ¿Porqué actúo así? ¿Jamás había visto a un chico en mi vida o que?
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Esperanza de atardecer
Teen FictionPara Audrey su vida no tiene sentido alguno, la desgracia últimamente la persigue como un depredador; mas ahora que su salud a empeorado críticamente se siente débil, muerta por dentro, incapaz de volver a irradiar esa luz que la hacia ver la vida c...