Es agradable estar aquí en plena noche con él, ambos permanecemos en silencio, pero no es incomodo, al contrario, el único ruido que se alcanza a percibir es el de la suave brisa y el de nuestros pasos contra el asfalto. Nos sentamos en una banca de madera al centro del parque, lo miro y veo como sus rizos castaños parecen mas claros a la luz de las estrellas; se lleva otra cucharada de helado a la boca y se queda con la vista fija al frente, su labio superior es una fina linea comparado con el inferior que es notablemente mas carnoso, ambos moviéndose al ritmo que su boca hace al masticar; su mirada se posa en mi y depositando uno de mis mechones rebeldes detrás de mi oreja, sonríe y toma mi mentón entre sus dedos.
-¿Te han dicho que tus ojos te vuelven altamente atractiva?- Dice acercándose, haciendo que la distancia entre nosotros sea cada vez menor, siento su respiración tan cerca que parece unirse a la mía y cuando me atrevo a volver a alzar la mirada, me encuentro con sus profundos ojos azules que me consumen de inmediato y me hacen sentir pequeña; mi corazón está tan agitado que amenaza con salirse de mi pecho, sus ojos siguen enfocados en los míos, como si estuviera grabándolos en su mente.
-Me han dicho que son verdes- Digo con un hilo de voz y el sonríe, aunque no alcanzo a distinguirlo muy bien debido a la cercanía que yace entre nosotros. Siento algo frío esparciéndose en mi chaqueta, provocando que me recorra un escalofrío hasta la punta de los pies, me aparto cuando el frío aumenta y veo que tengo todo el helado derramado en mi chaqueta, en cualquier otra circunstancia me hubiera enojado y comenzaría a maldecir a quien se me cruzara, pero una carcajada es lo que brota de mi garganta al ver el desastre que llevo puesto. Cuando Samuel se da cuenta, retira el vaso e intenta inútilmente limpiarme con el puño de su camisa.
-Lo siento- Se disculpa riéndose.
-Descuida, sólo es mi chaqueta favorita- Me río y hecho un vistazo fugazmente a mi reloj 9:45 -Se me hace tarde, lo siento -Me pongo de pie y me dispongo a partir a casa.
-¿Siquiera me dejarías tu número?- Alza la voz y levanta su celular sonriendo suplicante; me devuelvo, le quito el aparato y me guardo en su lista de contactos.
-Eso es para que no entres de nuevo por la venta- Digo lanzándole su teléfono al tiempo que troto en dirección a mi hogar.
* * * * * * *
Mamá está sentada al borde de la cama, abatida, no deja de mover sus dedos inquieta, por su nerviosismo pareciera que teme decir algo inadecuado. Me siento a su lado, toma mis manos y traga con dificultad.
-El Dr. Campbell llamó- Se tensa y noto como está seleccionando las palabras que usará para intentar herirme menos.Mierda.
-¿Que tengo mal ahora?
-Nada bebé, gracias a Dios nada- Guarda silencio un instante y respira hondo. Sus ojos están llenos de lagrimas, pero ninguna ha sido derramada... aún. -Los antibióticos que ingieres están haciendo trabajar demasiado a tus riñones; en reemplazo te tendrán que inyectar dos veces mas por semana.- Las lagrimas comienzan a resbalarse por sus mejillas, dejando surcos enrojecidos sobre su piel clara.
-¡No! No más inyecciones mamá... ya no puedo mas.- Tengo un nudo en la garganta que parce hacerse cada vez mas grande al pensar en volver a someterme a aquellas dolorosas inyecciones, puedo tolerar una, pero ¿tres por semana? es una locura. Me queman las lagrimas que brotan de mis ojos y el ardor que se ha anidado en mi pecho. -¿Es por eso que me dejaste salir con tanta facilidad?¿Crees que por andar con un chico de pronto voy a dejar que me utilicen como alfiletero? ¿De verdad piensas que soy tan ingenua?- Me pongo de pie y cada vez alzo mas la voz, tal vez mas de lo necesario.
-¿Y tu crees que me gusta verte sufrir cada vez que te meten una aguja? Verte llorar es tan doloroso como si me las estuvieran enterrando a mi, pero sería aún peor perderte; te harás esas inyecciones; y que te haya dejado salir con Samuel fue para suavizarlo e intentar que no te afectara tanto, así que por favor entiende y no me hagas las cosas mas difíciles de lo que ya son, porque no eres la única que odia cada parte de esto.- Creo que nunca había visto a mi madre descargarse de esa manera, me mira pidiendo clemencia y yo no tengo palabras -Cuando perdí a Eloise fue un infierno, no me hagas volver ahí.- cierra sus ojos y se masajea el puente de la nariz. Me entristece verla así y aunque sé que estoy siendo egoísta, otra parte de mi siente que me están quitando la libertad de morir, básicamente me dijo que me mantuviera viva por ella... en ese caso ¿no es ella la egoísta?El silencio reina en la habitación hasta que mamá se levanta y se aleja caminando; al fin, quiero estar sola.
* * * * * * * *
Me cuesta conciliar el sueño, mis pensamientos enrollados se presentan uno tras otro en una cadena interminable para mantenerme en vela. Pienso en mi madre, en que he acabo con su vida al igual que con la de mi padre, en que jamás volverán a ser los mismos cuando muera; eso es a lo que mas temo, siempre dicen que el que se aferra a la vida,vive; yo estoy tan cansada de lo que me implica vivir, de sufrir, de ser yo, que ansío la muerte; estoy segura que si vuelvo a decaer moriré porque mi voluntad inconscientemente está en dejarme ir y mis padres no soportaran una segunda muerte. Pienso en Eve, que supongo que es mi amiga ¿te dolerá cuando muera? Pienso en la vida que tendría estando sana, pero apago esa fantasía como a una lampara, porque sé que torturarme con lo imposible es masoquismo. Cada musculo de mi cuerpo comienza a ceder ante la bruma somnífera y segundos después me adentro a la oscuridad absoluta.
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Esperanza de atardecer
Novela JuvenilPara Audrey su vida no tiene sentido alguno, la desgracia últimamente la persigue como un depredador; mas ahora que su salud a empeorado críticamente se siente débil, muerta por dentro, incapaz de volver a irradiar esa luz que la hacia ver la vida c...