Capitulo 4

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-¡Audrey! ¡La cena está lista- Bajo de la cama de un salto y voy brincando por las escaleras de dos en dos.

-No te veía tan sonriente desde... primaria- Papá me mira incrédulo.

-¿Porqué lo dices?- Intento permanecer calmada pero todas las células de mi cuerpo exigen gritar.

-Tú dímelo- Se encoge de hombros e intenta cortar un trozo duro de bistec.

-Audrey conoció a un chico hoy...

-Mamá Intercambié tres palabras con él, no lo conozco.

-Pues si te voy a ver sonreír tanto tu "amigo" me agrada- Cuando mi padre se decide a molestarme se vuelve desesperante. 

-Nathan no la molestes. ¿Va al instituto?

-No lo sé- Mamá mira mi plato y lo señala con desaprobación.

-¿Y... no vas a comer?

-No tengo hambre.

-Aud...- Dice con voz queda y me dedica su mirada de "por favor comprende", y sí comprendo, sé que uno de los síntomas es no querer comer nada y por lo tanto la pérdida de peso, pero yo también quiero que entienda que alimentarse de "comida clasificada" apesta, aún así no tengo muchas opciones, me van a obligar o me me darán un discurso sobre mi salud para que me trague la porquería, así que... ¿cuál es el punto? Me trago dos cucharadas de basura y sonrío con desprecio. -Gracias bebé- Ni siquiera sé por qué me esfuerzo en contradecir algo en lo que jamás podré decidir; soy como un personaje de videojuego, me pueden ver y oír, tengo mi cuerpo pero casi no tengo control sobre él. Aveces me gusta cerrar mis ojos y soñar que aún estoy sana, que puedo correr y saltar, comer un trozo de pizza o algo tan simple como hacer cosas por mi cuenta sin preocuparme cada cinco segundos de como mis acciones repercutirán en mis riñones, pero eso es lo único que está a mi alcance, lo único que me queda después de todo.Soñar.

                                                                          *  *  *  *  *  *  *

Me acerco a Eve mientras ella rebusca algo en su casillero. No puedo creer que vaya a hacer esto, pero mi madre insiste en que necesito una amiga y Eve es la mejor opción, claro si es que aún me recuerda. Seco mis manos sudorosas en el pantalón y respiro hondo.

-Hola.

-Hola... te conozco... ¿Audrey, cierto?- Entrecierra sus ojos para examinarme mejor, es algo incómodo, pero tengo que soportarlo si quiero ser su amiga, o mejor dicho, si mamá quiere que sea su amiga.

-Sí, estoy en biología contigo

-Uuu... ¿la chica de los riñones cagados?- Auch.

-En persona- Respondo con lo que me queda de dignidad.

-Te recuerdo de primaria.

-¿Enserio?

-Sí, mmm... después de clase voy a ir a ir a ayudar a mi padre en su tienda, si quieres puedes venir, no es la gran cosa, pero prefiero ir acompañada a que aburrirme escuchando los chistes sin sentido de los clientes.

-Claro, suena genial.

-Entonces te veo en la tarde- Se aleja caminando con los libros contra su pecho. No puedo creer que de verdad me haya invitado para esta tarde, admito que el comentario de "la chica de los riñones cagados" fue algo insensible, pero por primera vez hace años tengo la oportunidad de tener una amiga, y si ella soporta mis cambios de humor, yo podré soportarla por muy deslenguada que sea. 

El día transcurre lento, pareciera que las manecillas del reloj están pausadas, las veo avanzar con extrema lentitud, aunque solo falta la clase de matemáticas,parece una eternidad. Admito que estoy bastante nerviosa por lo de hoy en la tarde, espero no arruinarlo como lo hago con la mayoría de las cosas. Eloise era la de las buenas decisiones, yo por mi parte, siempre me las ingeniaba para destruir todo por lo que tanto había trabajado; ella nunca se enojaba, siempre se echaba la culpa y me enseñaba a hacer las cosas de la manera correcta. Recuerdo que una vez quebré un jarrón de porcelana fina, porque tenía rabia de que mi conejo se hubiera muerto, me cubrió y la castigaron por dos meses; tenía siete años y me dijo que todo estaría bien, que mejor reservara mis lagrimas para penas que de verdad valían la pena llorar. Si hoy logro no echarlo a perder, será gracias a ella, a nadie mas. ¿Porqué tu? ¿Porqué te fuiste tan pronto? Me siento en una guerra y no se con qué defenderme,ni siquiera sé si quiero hacerlo, me siento débil.

                                                                                      *  *  *  *  *  *  *

La tienda es pequeña y huele a humedad, hay tres pasillos con diferentes productos; por las paredes hay colgados cuadros de Coca-cola y al final del pasillo, una mesa de granito, sobre la que está puesta una caja registradora y una pila de bolsas plásticas. Abrimos la puerta de vidrio y una campanita suena en cuanto entramos. Camino unos pasos examinando el lugar y el suelo de hormigón cruje bajo mis pies, del techo cuelga un ventilador que amenaza con caerse y cinco focos cilíndricos que irradian una luz amarillenta.

-El lugar es un asco, sólo no se lo digas a mi padre y le caerás bien, la tienda es su vida.

-Está bien.

-No, hablo enserio, le dice bebé- Lo dice con expresión seria pero de burla.

-Entonces no me meteré con su bebé- Respondo imitándola

-Aprendes rápido- Sonríe y grita hacia el piso de arriba- ¡Llegué papá!

-¡Eve!- Un señor algo mayor, con cabeza calva, jersey a rayas y una sonrisa igual a la de Eve se acerca hacia nosotras y nos estrecha en un fuerte abrazo. Ya veo de donde sacó ella la confianza y la facilidad para socializar -Veo que has traído una amiga- Le dice, rascándose su canoso bigote. 

-Papá ella es Audrey Henderson, mi amiga de primaria- ¿Amiga? 

-Encantado, soy Mark- Me estrechala mano con  energía -Hoy arribaron cinco cajas con latas de anchoas que no se van a apilar solas, así que- Da dos aplausos -Comiencen- Vamos por las cajas y pesan mas de lo que tenía en mente, las ponemos en el suelo de la sección de conservas y apoyo las manos en un extremo de la estantería para recuperar el aliento.  






Esperanza de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora