CAPÍTULO 26 (PARTE 1)

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-Bien chicos, ahora, cada quien tome sus posiciones- dijo la señora Carmack dando unas pequeñas palmaditas para atraer la atención de todos y así separar a la bolita que no dejaba de cuchichear sobre Vasilissa al fondo del salón. Después del percance suscitado en la iglesia, se acordó que debía seguir a Vasilissa en todo momento.

Todos los alumnos pasaron al centro del aula y se dividieron en cuatro equipos, cada uno, representando un elemento mágico: fuego, aire, tierra y agua.

Cada estudiante pasó al frente demostrando a la maestra Carmack y a todos sus compañeros el dominio que podían ejercer sobre uno de los cuatro elementos. No todos contaban con un buen autocontrol, pero, al menos sabían cómo dirigir su magia hacia un cierto punto para no causar algún accidente en el aula de ensayo.

El presenciar la clase de la maestra Carmack: Equilibrio y control en técnicas mágicas, era de lo más fascinante. En una simple clase se podían demostrar cual cosas tan hermosas eran capaces de crear los Moroi. Los aprendices en el elemento tierra crearon distintos tipos de relieve en un trozo de tierra que se encontraba en el aula. Los Moroi con especialidad en fuego, crearon pequeñas llamaradas las cuales danzaban de unos a otros formando diversas figurillas. Los Moroi que pertenecían al elemento agua crearon pequeñas esferas las cuales podían mantenerse en el espacio. Los alumnos especializados en viento crearon pequeños remolinos los cuales al encontrarse formaron una estrella y poco a poco cada remolino fue absorbiendo un elemento.

Solo faltaba un alumno por demostrar sus capacidades. Vasilissa, un poco temerosa, se acercó lentamente al centro donde se encontraban todos sus compañeros, extendió lentamente sus dos manos y cerró sus ojos tratando de reunir toda la concentración posible.

Todos permanecían expectantes en sus lugares, sin perder su concentración claro está. De pronto, el remolino que representaba al viento se dividió en dos y una mitad se coló entre los cuatro elementos, quedando exactamente en el centro de aquella estrella, clamando por un quinto elemento, pero eso era imposible.

-¡Woow!... ¡Señora Carmack!- gritaron preocupados los alumnos de viento los cuales se veían totalmente agotados. La estrella que guardaba a cada elemento mágico comenzó a desestabilizarse, tambaleándose de un lado a otro. Sin decir más, la señora Carmack se unió a sus alumnos de viento, y poco a poco cada quien comenzó a adormecer su magia, devolviendo cada elemento a su lugar.

Todos podíamos ver el rostro de Vasilissa, sus ojos seguían apretados con tanta fuerza y sus manos estaban engarrotadas. La señora Carmack se acercó tranquilamente a ella y la tomó por los hombros, le acarició lentamente el cabello y dio órdenes para que todos volviesen a su lugar. Después de media hora más, la clase terminó y todos los alumnos salieron disparados a tomar la hora de descanso.

Durante el resto de la semana continué con la misma rutina a excepción de que ahora solo había entrenamientos con Rose durante una hora por las tardes. Todo mi tiempo se lo dedicaba a Vasilissa, a investigar el caso de la zona norte y a mis turnos de ronda en la academia.

FLASHBACK

Ya habían pasado 20 minutos y Rose todavía no llegaba al entrenamiento. No dejaba de maldecir y soltar improperios en ruso mientras golpeaba el saco de boxeo.

-¡Woow camarada Belikov! soltando ese lenguaje sin pena y aun así me quieres corregir a mí- dijo Rose con cara sorprendida reprobando mis acciones mientras gesticulaba una sonrisa socarrona y amarraba su cabello en un moño no tan bien elaborado, aun así, la hacía ver hermosa... <<Eh, eh, eh... me regaño mi subconsciente, concéntrate Belikov, ¡MALDITA SEA!>> Me volteé lentamente hacía ella con una ceja alzada, ignorando lo que había mencionado anteriormente.

ACADEMIA DE VAMPIROS: contada desde la perspectiva de Dimitri BelikovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora