Es Jean Harlow posando en Griffith Park:
Porcelana, encantada fotografía.
De sus piernas puedo hablar enloquecida;
No hablaré, pero no me callarían.
El tiempo abierto me permite superar
Aquella noche taquillera de rodillas.
El verano es treinta cielos y un mar
Debutando las mañanas pegajosas.
Resto en su almohada, poeta, Morfeo de las rosas,
Mas sé que siempre fue tu cuerpo mi altar.
Y no me animo a hablar comparativamente
Sobre tu letra limpia y su palabra reverente.
Doy muy bien con la gente de tu gente
Que no deja de quererte referente.
Yo no dejo de quererte ni aunque odie
El cegador destello dedicado
Al pasado (que reniega tu nombre:
Prestigio que persigue al que es echado).