Apago el fuego de tus manos al llorar por picaduras de la hierba que atravieso para...
Algo interrumpe la tensión de mis retinas.
Será el grillo que cantó divorciado
Del campo, de la lluvia, de su olor.
Serán los tallos urbanos
Naciendo y muriendo en el pavimento.
Avanzan imprecisos mis ojos,
Soltándose del verde a mis pies,
De mis puños rojos.
Acomodan sus células
En la brea hambrienta
De suelas y cigarros.
Abrazan la tierra
De cenizas y coca
De los sosos artefactos.
Porque han encontrado la buscada paz en la oculta guerra del maletín y el populacho.
En las palabras comidas por las bombillas y escupidas a media cocción.
En las manijas que abren letras, en las
Palabras sordas que sueltan las puertas.
En la parapléjica casa de cartas
Donde residen los eurekas.
Aún quieta.