Capitulo Dos.

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Capitulo Dos.

De a poco iba siendo consiente de la luz que había tras mis parpados cerrados. No sabía donde estaba, ni cómo había llegado aquí. Sentía una mirada sobre mi y una mano acariciando mi mejilla izquierda. Lentamente volteé mi cabeza y abrí mis ojos, viendo al responsable de la mirada y la tierna caricia que recibía.

-Hola, ángel.

-Hola, Justin. -embozé una pequeña sonrisa. Estaba tan feliz de verlo-.

-¿Cómo te sientes?

Acomodó su cuerpo que se encontraba de costado a mi lado, y sus caricias cesaron. Me miró fijamente.. con esa mirada de alivio, y también esperando una respuesta.

-Bien. Me duele un poco la cabeza, pero estoy bien.

Lo vi asentír con la cabeza y aparté mi vista de él, y la dirigí hacia la blanca habitación en la que nos encontrabamos. Todo estaba iluminado por una tenue luz y cada objeto que había era simple y sencillo, y de alguna forma me daba paz. Pero otra despertaba en mi el deseo de querer salir de ahí, ver otra cosa que no sea el neutro color blanco.

-¿Dónde estamos? ¿que hora es? ¿quién me trajo aquí? -eran muchas preguntas, pero necesitaba esas respuestas.

-¿Interrogatorio, ángel? -rió y me fue imposible no hacerlo yo también.- Estamos en un hospital. Son las cuatro de la mañana, y nos trajo aquí el señor Dallas. ¿Lo recuerdas? El que nos vendía helados caseros.

Así que él era la silueta grande que había visto hace horas atrás. Ya creía yo que lo conocía.

-Si, si. Lo recuerdo.

Nos quedamos mirando por unos minutos, en silencio. No era uno de eso silencios incómodos, solamente no necesitabamos las palabras para hablar. Sabía que él entendía el "gracias." que había en mi mirada. Y podía ver perfectamente el "no hay problema." en la suya.

En mi mente aparecieron los recuerdos de lo sucedido... de lo que me había pasado para estar aquí, ahora.

Y me perdí.

Ya no miraba a Justin, ni estaba en la habitación blanca. Estaba corriendo desesperada tratando de huir. Huyendo de él. Tratando de no ser alcanzada por sus golpes, de las cosas que me arrojaba. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras él finalmente lograba alcanzarme. Me tomaba del cabello y me tiraba al piso. Sujetaba con fuerza mis brazos contra el suelo, mientras yo pataleaba tratando de salvarme, tratando de postergar mi fin. Su mano cayó con fuerza por mis mejillas, repetidamente, a la vez que me zamorreba y provocaba que mi cabeza chocara duramente contra la madera. Las lágrimas corrían sin césar por toda mi cara, y sus golpes no se detenían. Lo pateaba y lograba que perdiera el equilibrio. Su cuerpo caía pesadamente contra el suelo, producto de todo el alcohol que había en el, y posiblemente, también drogas. Me levantaba y corría hacia la puerta, estaba apunto de llegar. Era mi oportunidad de escapar. Pero no, fui tomada por el talón derecho y azotada de golpe contra el piso. El miedo corría desenfrenado por todo mi ser y lo único que se me ocurría era gritar, gritar para que alguien me escuchara, y me salvara. Me arrastraba y quedaba a su lado, me golpeaba nuevamente. Se apoyaba de la cama, y se levantaba. Y prefería mil veces las bofetadas, a las patadas que ahora repartía por todo mi cuerpo. Me enrollaba cómo un feto, tratando de protegerme a mi misma, sabiendo que era un intento en vano. Empezé a sentirme mareada, mientras él me gritaba.

La voz de Justin se escuchaba lejos mientras me traía devuelta a la realidad. Sus manos se movían frente de mi y su expresión no dejaba ver nada más que preocupación. Lo miré y lo único que atiné a hacer, fue lanzarme a sus brazos, lanzarme a el único lugar donde me sentía segura.

Me atrapó y me sostuvo con fuerza. Besó mi frente mientras yo hundía mi cabeza en el espacio que dejaba su cuello. Pasaron los minutos y yo seguía allí, aspirando su aroma. Me alejó tomando mi cabeza entre sus manos. Sus pulgares trataron de alejar las lágrimas de mis mejillas. Lágrimas de las cuales no había notado su presencia.

-Tranquila, ángel. Ya todo está bien. Ya no va a pasarte nada. Respira y trata de calmarte, ¿si?

Cerré los ojos y respiré profundamente un par de veces. Hasta que mi pecho volvió a subir y a bajar con normalidad.

-¿Donde está él, Justin? -abrí mis ojos, encontrándome con los suyos. Su mirada se volvió confusa, cómo si estuviera pensando meticulosamente las palabras que saldrían de su boca.- ¿Está preso? ¿Está en la cárcel, Justin?

El me miró unos segundos, y de su boca no salían palabras. Si no hablaba en los próximos cinco segundos, me pondría más nerviosa de lo que ya estaba.

-No saben dónde está él, ángel. No dejó ningún rastro. Ni siquiera tienen una idea de...

-Entonces podría estar en cualquier lugar, Justin. Él podría... él va a venir por mi. Justin yo... tengo que irme, tengo que escapar. Él me va a matar si no lo hago...

Y no pude seguir hablando porque simplemente, el llanto no me lo permitía. El volvió a abrazarme y lloré con todas mis fuerzas sobre su hombro, tratando de que aunque sea un poco, de todo esto que sentía dentro, se vaya en aquellas lágrimas.

-Nada va a pasarte ángel, no mientras yo esté aquí. No mientras yo pueda impedirlo. Si viene por ti, tendrá que pasar sobre mi primero. Si quieres escapar, entonces lo haremos juntos. Y ángel, escuchame bien. Él no te matará. Él jamás volverá a hacerte daño. Nunca. ¿Entiendes? Yo estaré a tu lado, y te protegeré siempre. Lo prometo. Esa mier.da ya no te lastimará más.

Y nuevamente estaba allí, en el único lugar donde me sentía completamente segura. En sus brazos.

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Hola*-*

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