Capitulo Cinco

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Caputulo Cinco.

-¿Amarla? -me removí incómodo en la silla- ¿de que forma?

-Amarla, sólo hay una forma de amar.

-¿Cómo mi novia? -Fruncí el ceño- No se a que viene tu pregunta.

-¿No lo sabes? -levantó sus cejas y sonrió- ¿Acaso alguien se preocupa por otra persona, de la forma en la que tú te preocupas, sí no la ama?

-No lo se. Yo... Ella es...

-Me has dicho que ella es lo más importante para ti. Sí eso no es amor no se que es.

-Pero no la puedo amar. Eso echaría a perder todo entre nosotros, y es algo muy importante para mi como para arruinarlo.

-¿Echar a perder? -Levantó sus cejas en asombro- El amor mejora las cosas, no las arruina.

-No siempre es así, y no me voy a arriesgar. Además, ______ no me ama. Así que esto no tiene sentido.

-Que ella no te ame no significa que tú no la puedas amar a ella.

"Que ella no te ame." ¿Por qué me había dolido tanto aquella frase? Yo... demonios, la amo. Engañarme con la amistad no me había servido de nada. Pero no se lo diré. No seré parte del grupo de personas que son algo hermoso, y por ser algo más, terminan separados. Ahora la tengo, y quiero que siga siendo así. Quiero estar con ella, poder tocar su mejilla libremente, abrazarla, apoyarla cuando me necesite, y tener la seguridad de que no se irá de mi lado. Y sí yo abriera la boca, todo eso sería un quizás, y yo quiero estar seguro de tenerla.

-No la amo. ¿Está bien?

Me miró y le sostuve la mirada, esperando a que crea lo que había dicho.

-Está bien.

No había sonado convencido en lo absoluto. Pero por lo menos habíamos cerrado el tema y ya no haría más preguntas. No es como sí hablar sobre eso sea mi cosa favorita.

Nos quedamos en silencio por un largo rato, la pregunta nos había incómodado a ambos. Mi ángel. ¿Cómo estará? ¿habrá despertado? No creía que la respuesta a ésta última fuera afirmativa. Me tenían que avisar sí lo hacía, y ninguna enfermera o doctor había aparecido para darme algún tipo de información. Roberto se acomodó a mi lado. Era raro estar con él así. Ayudándome. Lo observé y el debió darse cuenta de mi mirada, puesto que se puso recto en su silla, y también me miró.

-¿Qué?

-Nada. Sólo pensaba en las vueltas que da la vida. ¿No es raro dónde estamos ahora?

-Si. -bajó la mirada y sonrió apenas.- Ahora estamos mucho mejor.

-Si. -sonreí- Roberto...

-Dime.

-¿Cómo dejaste de...? Digo, cuando yo me fui tú parecías conforme con tu estilo de vida.

Soltó una leve risa, y sus ojos brillaron.

-El amor, chico. El amor.

Así que por eso sabía tanto del amor. Bien... a él lo había mejorado.

-Con que por fin alguien te atrapó.

Reí. Roberto era conocido por su suerte con las chicas. Tenía el historial de conquista más largo que he visto en mi vida. Mujeres más jóvenes que él, pero ni tanto, tampoco era pedófilo, de su edad, mayores. Una vez hasta se había dedicado a las casadas. Era el amo.

-Si. Y nunca me imaginé que alguien me pudiera tanto, que me sintiera tan lleno de vida junto a una persona. -sonrió, como sí hubiese recordado algo muy especial- Ella llegó un día, casi un año después de que te fuiste, a una de las fiestas que organizaba en el centro. Ya sabes, se corría la voz y llegaban de todas las partes de la ciudad. Se acababa de mudar aquí, había empezado el año de universidad y dos de sus compañeras la arrastraron hacia mi. Éstas parecían mujersuelas. Se notaba que estaban acostumbradas a ese tipo de vida. Unos vestidos que no dejaban nada a la imaginación, y a la media hora ya estaban lo suficientemente borrachas como para irse con cualquier tío a la cama. Ella en cambio sólo se sentó en uno de la infinidad de sofás, con sus jeans, y su suéter blanco. No podía verse más inocente. Observaba todo a su alrededor con desconfianza, casi con miedo, y miraba continuamente el reloj en su muñeca. Yo me encontraba al lado de la barra con mi trago en mano, sin haberle dado ni un sólo sorbo. No hacía otra cosa que mirarla. Cada movimiento que ella hacía, cada gesto me parecía tan tierno. Miró su reloj una vez más, luego de media hora, se puso de pié, creo que se había cansado de esperar a sus "amigas" -hizo comillas con los dedos- Se abrió paso por toda la gente y salió. Will, ¿lo recuerdas?

-Como olvidarlo. Era un auténtico bastardo.

-Si que lo era. Salió tras ella, y yo le seguí. No se podía esperar nada bueno de ella sola en la calle junto a él. Al salir, ella estaba acorralada contra él y el muro, y trataba de alejarlo. Las palabras no sirvieron y ella tuvo que recurrir a los empujones, que obviamente tampoco servían, él era mucho más fuerte que ella. Como buen caballero que soy, fui a su rescate. Unos cuántos golpes y Will ya estaba en el suelo, puede que el alcohol que había en su cuerpo me haya ayudado. Ella me agradeció y luego le propuse dar un paseo, era una noche muy linda. Nos pasamos las horas caminando y hablando de todo y nada. Me contó que se llamaba Sara, y tenía veinticinco, yo tenía veintiocho así que no era tanta la diferencia. La dejé en su apartamento y me invitó a pasar, con la excusa de que ya era muy tarde le pedí dejarme dormir ahí. Fue la primera vez que dormía con una mujer sin hacer nada. Los días fueron pasando y ella no salía de mi cabeza, era lo primero que pensaba al despertar, y lo último antes de dormirme. Tomé la decisión de invitarla a salir un día, fui a su apartamento y ella aceptó luego de rogarle un par de minutos. De a poco una relación se formó entre nosotros, después de unos meses todo iba bien, hasta que ella se enteró de lo que yo hacía. "¿Te quedaste con él? Vamos nena, ¿acaso te da la mercancía gratis?" Eso había sido lo que Will le había dicho un día que llegábamos a mi casa. Había iniciado el interrogatorio. La verdad salió a la luz, y me dijo que no podía soportarlo, no podía estar con alguien que hacía una cosa tan terrible. Y lo dejé todo. Me di cuenta de que no quería todo el dinero que recibía sí no la tenía a ella. Le prometí dejarlo todo sí ella se quedaba conmigo, y hasta hoy he cumplido mi promesa.

Sonrió estúpidamente. Dios mío. Estaba enamorado. De pies a cabeza.

-Me alegro por ti. -sinceramente lo hacía- ¿Y cómo lo hiciste con los clientes? ¿No te delataron con la policía por no venderles más?

-No, creo que estaban más preocupados por encontrar otro proveedor que de echarme a la policía. Aparte ¿cómo sabrían ellos que yo vendía sí no me compraban? La policía les preguntaría como supieron, y no les convenía.

Las siguientes dos horas y media pasaron lentamente, miré el reloj en mi muñeca; diez de la noche. 

Había ido al casino hace veinte minutos y comprado un café con un sandwich, uno para Roberto y otro para mi. No faltaba que hablar, le preguntaba sobre los antiguos conocidos, y él me decía lo que sabía de ellos antes de dejar las fiestas y todo eso, desde ahí tampoco los había vuelto a ver.

-Discúlpen...

Desviamos nuestra atención hasta la enfermera que estaba frente a nosotros. Era la misma que me había dicho que no podía entrar.

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Holo, bueno, sólo les quería dar las gracias por las +500leídas<3 Significan muchísimo para mi:') jeje 

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