I.Transformación

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No sabía dónde estaba. Notaba que le pesaba el cuerpo pero nada más. Mantenía los ojos cerrados y no sabía dónde había dejado a Zangetsu. Lo único que sabía era que estaba echado y que empezaba a escuchar una especie de susurro, pero no lo entendía. Comenzó a notar como el viento cargado con pequeñas motas de arena le daba en la cara y que el susurro que había comenzado a escuchar hacía apenas unos segundos empezaba a ser más fuerte, pero seguía sin entenderlo.

- Ichigo…

Eso sí lo había entendido, pero aún seguía sonando como un susurro, muy lejano para él. Conocía a la perfección la voz que le llamaba pero no sabía a quién pertenecía. Sabía que era una voz de mujer y sonaba muy fuerte.

- Ichigo…

Volvió a escuchar su nombre, mucho más fuerte que la vez anterior. Y comenzó a tener consciencia de que se encontraba echado en algo semiduro, como arena.

“Sí, debe ser arena” pensó el pelinaranja.

Intentó abrir los ojos, pero los párpados le pesaban, al igual que el resto del cuerpo. En la situación en la que se encontraba, había llegado a la conclusión de que se encontraba inconsciente y que le llamaban. Tenía que despertarse y volver a la realidad.

“Vamos, Ichigo. Has salido de momentos peores” se dijo a sí mismo.

- ¡Ichigo! ¡Vamos idiota! ¡Despierta!

Eso ya no era un susurro. Más bien lo escuchó como un grito. Notó que le zarandeaban por los hombros y fue cuando los párpados y el resto de cuerpo le dejó de pesar y abrió los ojos.

- ¡Ichigo! 
- ¿Rukia? – mumuró el muchacho.
- ¡Por fin despiertas! – gritó la pelinegra.
- ¡Ah! Rukia, no grites, joder. Que no estoy sordo.

El pelinaranja se sentó en el suelo y echó un vistazo. Estaba en Hueco Mundo. Encontró su katana a su lado, la cogió y la miró. Ahora lo recordaba todo. Había vencido a Ulquiorra para salvar a Inoue y, después de la pelea, había caído inconsciente. Se fijó en que su cuerpo no tenía ninguna herida.

- ¿Cómo te encuentras, Kurosaki-kun? – preguntó la mujer.
- Bien. Gracias por curarme, Inoue. – dijo y le dedicó una sonrisa.

La chica se sonrojó y bajó la cabeza. Ichigo volvió a echar otro vistazo a su alrededor y vio a Byakuya sentado en la arena, no muy lejos de él y que estaba siendo curado por Hanataro.

- Nii-sama se enfrentó a uno de los espada también –aclaró Rukia y vio a Ichigo sonreír pícaramente.
- ¡Byakuya! –gritó el pelinaranja - ¿Te hicieron mucho daño?

El Kuchiki ni siquiera giró la cabeza para mirar al que había llamado su atención y siguió sentado en la arena, tranquilo, mientras el perteneciente al cuarto escuadrón terminaba de rematarle las heridas que ya había sanado la capitana Unohana.

Ichigo amplió su sonrisa. Antes de hacer la pregunta sabía que Byakuya no le iba a responder de ninguna manera. Despegó su vista del moreno de pelo largo y siguió echando un vistazo cuando fue sobresaltado por las palabras de un compañero suyo.

- Parece que te patearon bien el trasero, Ichigo. – comentó un pelirrojo que se había agachado a su lado.
- Pues tú no estás mejor, por lo que se ve.
- Tsk. Al menos a mi no me dejaron inconsciente, idiota. – dijo mirándole fijamente.

Ichigo desvió la mirada. Le daba igual que Renji se riera de él. Era su manera de demostrar que eran amigos. 

- Pero a nosotros nos tuvieron que ayudar – comentó el Quincy, sentado al lado de Ichigo.
- ¡Cállate, Ishida! – gritó Renji.
- ¿Es eso cierto, Renji? – Ichigo miró al pelirrojo con ojos de demonio.
- Tsk. Eres un bocazas, Quincy.
- No, sólo creo que no puedes fardar de algo que no has hecho.

El pelirrojo se sentó al otro lado de Ichigo y se cruzó de brazos. Al parecer, Unohana les había curado a los dos después de su pelea con Szayel, a la que había tenido que acudir el capitán Mayuri para que ninguno de los dos muriera en el intento. Ichigo miró hacia Kurotsuchi. Era impresionante lo que podía hacer ese hombre. Nemu estaba a su lado mientras él hablaba con la capitana Unohana.

- Ichigo.

Al pelinaranja se le pusieron los pelos de punta al escuchar la voz de Kempachi. Seguramente quería pelear con él a muerte, y no le apetecía caer medio muerto otra vez. 

- No te vamos a hacer nada, Ichigo – pronunció Yachiru, delante de él mientras Kempachi se le acercaba andando – La capitana Unohana nos ha prohibido cualquier acto que le requiera volver a poner sus manos para sanarte, así que de momento estás a salvo de Kenchan – y sonrió con esa sonrisa inocente.

Tendría que agradecérselo después a Unohana. Le había salvado de una buena. Y se acordó de la pelea con Nnoitra después del combate contra Grimmjow. Ichigo abrió mucho los ojos. ¿Dónde estaba el estúpido peliazul? Y se levantó.

- ¿Dónde vas, Ichigo? – preguntó Rukia, la cual había interrumpido su conversación con Orihime.
- Por ahí – y se alejó del grupo.
- Qué estúpido. No sé para qué pregunto. – dijo la pelinegra de ojos grandes.
- Déjalo, Kuchiki-chan. Sus motivos tendrá. – comentó una inocente Inoue.


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Ichigo detuvo su marcha. Hueco Mundo, al menos el trozo que veía, estaba completamente desierto y lleno de estragos de las diferente batallas por todos sitios. Se preguntó por Nell, pero suponía que estaba en buenas manos. 

- ¿Kurosaki?

Ichigo se giró al ser llamado por una dulce voz y se encontró con Isane Kotetsu, la subcapitana del cuarto escuadrón. Ichigo sonrió.

- Kotetsu, sino me equivoco.
- Sí – sonrió – Al parecer alguien a quien yo curaba le estaba llamando. Quiere verle.

A Ichigo le dio un vuelco a corazón. ¿Podría tratarse de la persona a la que estaba buscando?

- Acompáñeme, si no le importa.
- Por supuesto – se puso serio.

No caminaron mucho. Al parecer los miembros del cuarto escuadrón habían levantado un par de tiendas para socorrer a los heridos graves. Ichigo notaba que se le aceleraba el corazón mientras se acercaba junto a la subcapitana a una de las tiendas.

“Grimmjow…” pensó.

Isane corrió la cortina de la tienda e Ichigo pudo ver al que se encontraba dentro.

- Itsigo – pronunció la pequeña Nell.

Ichigo no sabía cómo sentirse. Se alegraba de ver a Nell en buenas manos y al parecer ya sana del todo pero, por otra parte, estaba decepcionado. Le hubiera gustado ver al sexto espada.

- Nell – dijo y se sentó al lado del futón donde estaba echada la pequeña - ¿Cómo estás?
- Bien, esta shinigami me ha curado. – dijo y sonrió.
- Sí, pero aún necesitas descansar, pequeña – comentó Kotetsu – Debería salir, Kurosaki.
- Luego vuelvo a verte, Nell – dijo y se levantó.

La pequeña sonrió y cerró los ojos mientras se acomodaba aún más en el futón. Los dos shinigamis salieron fuera de la tienda. Pero, ¿qué habría pasado con Grimmjow? Kotetsu, la cual estaba un par de pasos por delante del pelinaranja, se volvió para mirarlo.

- ¿Kurosaki?
- ¿Puedo hacerle una pregunta? – comentó Ichigo, algo temeroso.

Kotetsu se sorprendió, pero al final afirmó con la cabeza y esbozó una sonrisa.

- ¿Qúe ha pasado con Grimmjow?

La sonrisa desapareció de los labios de la shinigami. Ichigo no sabía si se debía a que preguntara por el espada o porque la respuesta no era muy gratificante. El corazón de Ichigo se encogió. Esperaba que no tuviera que lamentar la muerte de nadie ese día.

- Acompáñeme.


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- Mira, Kuchiki-chan. Allí va Kurosaki-kun con la subcapitana Isane.

Rukia giró la cabeza. La expresión de Ichigo no era muy reconfortante.

- Parece que se encuentra mal – comentó Ishida.
- Le dolerá todo después de la paliza.
- ¡Renji! – gritó la pelinegra.
- ¿Qué? Es la verdad.
- De todas maneras voy a preguntar que le pasa.

Rukia se levantó, seguida de Inoue e Ishida que habían decidido acompañarla. Renji resopló y al final se levantó también. 

Cuando Rukia y los demás llegaron junto a Ichigo, este se encontraba parado a varios metros de Kotetsu, la cual le había pedido que esperara mientras hablaba con su capitana y el capitán Kurotsuchi.

- Ichigo, ¿estás bien? – preguntó la morena.
- Sí, pero… - murmuró el pelinaranja con la vista fija en la subcapitana de la cuarta división.
- ¿Pero? – comentó Rukia, de nuevo.
- Kurosaki – llamó Unohana.

El pelinaranja se adelantó sin dar más explicaciones a Rukia ni al resto del grupo. Unohana tenía la mirada serena pero estaba seria. Al contrario que ella, Mayuri tenía una amplia sonrisa.

- Queremos hablar contigo.
- Escucho, capitana.
- Bien. Isane me ha comentado que has preguntado por el espada. – dijo, seria.
- Así es.
- Pues bien. Me temo que la situación del espada es muy grave. He intentado sanarle con todos mis métodos pero Hueco Mundo carece de partículas espirituales. – Unohana miró a Mayuri de reojo y volvió a mirar a Ichigo – Para sanarle es necesario que lo llevemos a la Sociedad de Almas. Pero no tenemos la manera de salir de aquí y tampoco podemos conectarnos con el exterior.

Ichigo frunció el ceño, preocupado. ¿Unohana le estaba diciendo que Grimmjow iba a morir? Tenía que mantenerse sereno. Si quería hablar con él sería por algo.

- Por qué quería hablar conmigo – no era una pregunta, era una exigencia.
- El capitán Mayuri tiene una forma de que el espada sobreviva para hacernos un portal hacia la Sociedad de Almas. Pero necesitamos que convenzas al espada para que lo acepte. Además nosotros podríamos salir de aquí. He intentado convencerle, pero se ha negado rotundamente.
- ¿Cuál es la manera? – preguntó el pelinaranja.

Ichigo entendía a Grimmjow. Con lo orgulloso que era seguramente se negara a que unos shinigamis le curaran. Prefería morir a eso. Unohana miró a Mayuri, el cual sonreía, y este comenzó a hablar.

- He diseñado un gigai especial para que la esencia de Jeagerjaques se mantenga intacta hasta que su cuerpo original esté curado por completo. El problema reside en que para usar sus poderes de espada necesita estar en su cuerpo original, y no sabemos en realidad si tendrá fuerza suficiente para hacer una garganta hasta el mundo humano ni si querrá ayudarnos.

Ichigo se sorprendió. ¿No decían que querían ir a la Sociedad de Almas? Y cayó en la cuenta de que resultaba más fácil abrir una brecha al mundo humano que a la Sociedad de Almas.

- De acuerdo. – comentó el shinigami – Lo convenceré.

Unohana sonrió. Confiaba en que Ichigo podría convencer al espada y señaló hacia una de las tiendas. El shinigami comprendió que era donde se encontraba Grimmjow. Se despidió de los tres y se acercó a la tienda y, antes de entrar, cogió aire. Corrió la cortina.

- ¡Qué no voy a…! ¿Ichigo? 

Al pelinaranja se le encogió el corazón. Grimmjow estaba en un estado lamentable, lleno de vendas que en muchas zonas ya estaban ensangrentadas y echado en un futón, intentando mantener la conciencia. Ichigo cerró la cortina y se acercó a él, sentándose a su lado.

- Grimmjow, tienen la manera de curarte. ¿Por qué no les dejas, joder?
- Porque son shinigamis. Me niego a que dos estúpidos shinigamis me ayuden – dijo con el ceño fruncido.
- Me lo temía. – Ichigo suspiró.
- Ya veo que has venido a convencerme. – sonrió descaradamente.
- ¿Qué te hace pensar que no me han obligado? – ahora fue Ichigo el que frunció el ceño.
- No lo sé. Quizá porque ya me salvaste cuando Nnoitra estuvo a punto de aplastarme.

Ichigo desvió la mirada. A ese idiota no se le escapaba ninguna. Pero no iba a hacer nada si Grimmjow no se dejaba convencer. Apretó los puños.

- ¡No seas imbécil! Ese no es el caso. He venido aquí a convencerte y eso es lo que haré. Aunque tenga que meterte a la fuerza en ese puto gigai.-la sonrisa desapareció del rostro del espada, el cual intentó incorporarse.
- Sólo me meterás en ese gigai muerto, shinigami.

Ichigo se movilizó rápidamente y agarró a Grimmjow por el cuello de la chaqueta con una mano mientras que preparaba la otra para pegarle un puñetazo. Grimmjow no se quedó atrás e hizo lo mismo, quedando sus cabezas a pocos centímetros de distancia.

- ¡Ichigo!

Ambos hombres se giraron hacia la puerta de la tienda, la cual mostraba a una Rukia con el ceño fruncido y a una Unohana muy seria.

- Kurosaki, si queremos salir de aquí, necesitamos vivo al espada.

Ichigo llenó sus pulmones de aire para no decir nada y soltó al espada, el cual calló al futón de golpe y se quejó.

- Estúpido shinigami.

Ichigo se separó del espada y se acercó a las dos mujeres que estaban en la puerta.

- Capitana, traiga el gigai. Lo meteremos aunque no quiera.
- ¡¿Cómo has dicho?! ¡Ya te dije que no me pienso meter en esa cosa! Y menos para que me salven esos estúpidos shinigamis que…- golpe.

Ichigo no lo había aguantado más y le había propinado un puñetazo en la mandíbula que lo había vuelto a tirar al suelo.

- ¡Ichigo! – gritó Rukia.
- ¡Se lo merecía! ¡No podemos dejar que muera Rukia! 

Y no era sólo porque sus sentimientos no querían que el espada muriera. Quería creer que Grimmjow quería seguir viviendo y hacerse más fuerte para derrotar a Aizen, aunque sólo fuera para demostrar que era el mejor. Pero su orgullo le impedía dejar que fuera salvado por ellos, sólo por el hecho de que eran enemigos. Ichigo miró a Grimmjow, el cual estaba de rodillas sobre el futón, con el ceño fruncido y mirando despiadadamente a Ichigo mientras le sangraba el labio inferior.

- Capitana, Rukia, dejadnos a solas – dijo sin mirarlas.
- Pero, Ichigo… - iba a empezar la pelinegra pero Unohana le puso la mano sobre el hombro, tranquilizándola, y ambas salieron de la tienda.

Pasaron varios minutos en los que ninguno de los dos dijo nada. Sólo mantuvieron fija la mirada hasta que Ichigo se acercó al espada. Grimmjow se puso en pie sin apartar su mirada de la del shinigami, ya que su estatura le proporcionaba superioridad sobre Ichigo.

- Te propongo un trato – comenzó el pelinaranja.

El peliazul no se movió. Ichigo sonrió para sí mismo. Al menos escucharía el trato, aunque se negara rotundamente. Creía conocer bastante a Grimmjow, o por lo menos la parte en lo que a su orgullo se refería.

- Unete a nosotros. – Grimmjow se echó a reír e Ichigo le pegó un puñetazo.
- ¡¿Por qué has hecho eso, idiota?! – gritó el espada llevándose la mano a la mandíbula.
- ¡Porque no me has dejado terminar, joder! – Ichigo suspiró para calmarse y volver a hablar – Unete a nosotros, derrotaremos a Aizen y Hueco Mundo será tuyo.

Aunque sólo fuera un momento, Ichigo creyó ver sorpresa en los ojos de Grimmjow. No esperaba una negativa como respuesta. Esperaba que el espada se volviera a reír de él y luego lo meditara.

- Pongo una condición – dijo serio Grimmjow, lo cual hizo que Ichigo abriera los ojos de la sorpresa – Cuando mi cuerpo esté otra vez nuevo, quiero que retomemos nuestra pelea. – e Ichigo, sin poder evitarlo, sonrió.
- Trato hecho – y le tendió la mano al peiazul, el cual se la estrechó con fuerza.


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Unohana y Mayuri llevaban en la tienda un par de horas cuando Rukia se acercó a Ichigo.

- ¿Qué crees que le estarán haciendo? – preguntó la pelinegra, sentándose en la arena al lado de Ichigo.
- No lo sé. – dijo y suspiró.
- No te preocupes, Kurosaki-kun. La capitana Unohana sabe lo que hace. – dijo Inoue tratando de tranquilizar al pelinaranja.
- Sigo sin saber cómo Grimmjow pudo aceptar un trato que ni siquiera sabe si llegará a ocurrir. ¿Y si resulta que tenemos que destrozar Las Noches? – preguntó Renji.
- Ichigo le dijo que se quedaría con Hueco Mundo, pero no le dijo en qué condiciones. – comentó Ishida. Renji rió.
- Kurosaki.

Ichigo se sobresaltó al ser llamado por Unohana, la cual estaba a la puerta de la tienda. El pelinaranja se levantó y se acercó a ella.

- Ayúdanos a sacar fuera al espada.
- ¿Ya terminaron? – preguntó algo ansioso.
- Sólo hemos hecho los preparativos. Antes tiene que abrir la brecha hacia el mundo humano.
- El problema es que le quedan las fuerzas justas para eso. – escuchó a Mayuri que decía desde dentro.
- Exacto. Inmediatamente después de eso, debemos pasar su esencia al nuevo gigai para mantenerlo con vida. – terminó de explicar la capitana del cuarto escuadrón.

Ichigo se acercó al espada, el cual seguía tumbado en el futón sin hacer ningún ruido. Al ver a Ichigo se incorporó y accedió a que el pelinaranja le ayudara a salir.

- Más te vale cumplir tu promesa, shinigami – le dijo amenazadoramente mientras pasaba un brazo por los hombros de Ichigo para que este cargara con parte de su peso.

Salieron fuera de la tienda y todos los que estaban allí se levantaron. Unohana llamó a Kotetsu, la cual se acercó con Nell en brazos y sonriendo. 

- Todo listo Mayuri – dijo Unohana y miró hacia Ichigo, el cual estaba atento a la señal de la capitana.
- Te toca, Grimmjow – le dijo el pelinaranja, aún cargando con él.
- Tsk. Verás cuando esté sano, shinigami. – dijo con una sonrisa socarrona en sus labios.

Grimmjow levantó una mano y, con las pocas fuerzas que le quedaban abrió una garganta hacia el mundo humano. Inmediatamente después, Ichigo notó como el peso del espada aumentaba de repente y se percató de que se había desmayado.

- ¡Mayuri! – gritó Ichigo, con el cuerpo inerte de Grimmjow en brazos.

Y fue cuando el hombre pinchó al peliazul con una aguja muy rara a ojos de Ichigo y le insertó una sustancia. De la nuca del espada salió una luz de color azulada que entró flotando a la tienda donde minutos antes había estado el espada. 

Ichigo dejó el ahora cascarón del cuerpo del peliazul en el suelo con cuidado. Mayuri entró en la tienda junto con Unohana. El pelinaranja notaba que, de un momento a otro, el corazón se le saldría del pecho como si de un caballo desbocado se tratase. Y, se le aceleró aún más el pulso cuando vio salir a Unohana de la tienda.

- Ha sido un éxito.

Ichigo sonrió para sus adentros todo lo que pudo. Por fuera sólo se atrevió a suspirar y se dejó caer en el suelo.

- Ahora, cruzad la brecha. ¡Rápido! – comentó Kotetsu, la cual ya casi había cruzado.

Ichigo recogió el cuerpo vació de Grimmjow y se apresuró a cruzar hacia el mundo humano, su mundo, preguntándose cuál sería el nuevo gigai del espada.


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Estaban en un bosque. Seguramente cerca de Karakura porque Inoue creyó reconocerlo. O al menos eso había escuchado Ichigo. Nada más tocar suelo, dejó el cuerpo que cargaba en el suelo y se giró para mirar hacia la garganta. Aún quedaban por pasar Unohana y Mayuri. La capitana llegó sin nada, así que el cuerpo provisional de Grimmjow debía llevarlo el capitán Kurotsuchi, porque el resto habían cruzado antes que él.

Y lo vio aparecer. Pero sólo llevaba una especie de bulto blanco entre los brazos. Inmediatamente después de que saliera el capitán, la garganta se cerró y quedaron sumidos en el silencio de la noche. A pesar de ser de noche, todos podían ver bastante bien porque la luz de la luna iluminaba a través de la densa maleza del bosque.

- Intentaré contactar con la Socidad de Almas – dijo Byakuya.

¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba Grimmjow? Ichigo tenía el ceño fruncido y vio a Unohana hablar un momento con Byakuya y luego acercarse a Mayuri.

- ¿Dónde está Grimmjow? – se atrevió a preguntar Ichigo.
- Acércate y lo verás – comentó una sonriente Unohana. 

Ichigo, Rukia, Inoue y Renji se acercarón hacia la mujer, la cual portaba ahora el bulto que había tenido Mayuri en brazos. Se trataba de una manta blanca puesta encima de algo. Unohana tiró de uno de los extremos de la prenda para que se vieran el nuevo cuerpo del espada.

- ¡Qué lindo! – gritó Rukia.
- ¡De verdad que es muy lindo! - dijo Inoue.

Ichigo quedó en shock. No sabía cómo, pero la esencia del espada del que se había enamorado estaba metida ahora dentro del cuerpo de un gato de color negro.

Un Felino De Mascota ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora