V. El Plan

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Ichigo estaba helado en el sitio. ¿Habían curado ya el cuerpo original de Grimmjow? ¿Tan rápido? Sabía que Rukia le estaba hablando, pero no oía nada. Había caído en un shock mental. Aunque, teniendo en cuenta que la que lideraba la cura del cuerpo de Grimmjow era Unohana, tampoco había que sorprenderse tanto. Y, de repente, recibió un puñetazo en toda la cara que lo hizo caer hacia atrás.

- ¡Ichigo! – gritó Rukia - ¡Vuelve en ti! – el shinigami sacudió la cabeza.

- ¿Por qué me has pegado, idiota? – preguntó gritando.

- ¡Para sacarte del shock! – dijo ella y Yuzu salió de la cocina.

Rukia la miró y se inclinó varias veces pidiendo disculpas. Ichigo escuchó a Grimmjow bufar y se fijó en que estaba de pies a su lado, con los ojos clavados en Rukia y mirándola amenazadoramente. La morena miró un momento al felino y luego se giró hacia Ichigo.

- Cógelo y vamos. Es urgente. – dijo y salió de la casa antes que Ichigo.

Se levantó del suelo y subió hacia su habitación. Debía cambiarse de ropa lo primero y luego ya iría a casa de Urahara. Grimmjow lo siguió hasta la habitación pero Ichigo no le dejó entrar. Cerró la puerta en las narices del espada y resbaló la espalda por esta.

“Ichigo, eres un idiota.” Se maldijo a sí mismo “Te has encariñado demasiado con él y ahora que se tiene que ir…”

No iba a llorar. Se juró a sí mismo que no lloraría y no lo iba a hacer. Se levantó a duras penas y se vistió lo más rápido que su ahora débil cuerpo se lo permitió. Cuando abrió la puerta, Grimmjow estaba delante de ella tumbado. Levantó la cabeza y maulló.

- Vamos. Vas a recuperar tu cuerpo, idiota – intentó que no le fallara la voz.

No sonreía y sus ojos se habían vuelto apagados, como si le hubieran arrancado el brillo. Bajó pesadamente las escaleras y se encontró a Yuzu de camino a la puerta de salida.

- ¿Ichi-nii? – preguntó, preocupada.

- Voy a salir un momento, Yuzu. Cenad sin mí porque no sé lo que puedo tardar. – dijo mientras se ponía los zapatos.

- ¿Te pasa algo Ichi-nii? – dijo las más pequeña de sus hermanas.

El shinigami sustituto miró hacia ella. ¿Tanto se le notaba? Negó con la cabeza y se levantó para ponerse el abrigo. Cogió a Grimmjow en brazos, el cual estaba a sus pies, y salió de la casa sin decir nada más. 

Era completamente de noche y hacía frío. El suelo estaba cubierto de hielo, pues la nieve que había caído durante la noche anterior se había congelado por las bajas temperaturas. Había dejado a Grimmjow en el suelo y él caminaba con la cabeza gacha y mirando sólo donde pisaba. Pero su falta de atención hizo que resbalara y cayera de culo sobre el suelo.

- ¡JODER! – gritó.

Se sentía impotente. Se quedó sentado en el suelo porque si se levantaba notaría otra vez el peso de su cuerpo. Cada paso que había dado se le antojó como una puñalada en el corazón. Y, sin poderlo evitar, una perlada lágrima resbaló por su mejilla. Pero se la secó rápidamente. No quería que el espada le viera en esas condiciones. Era degradante. Escuchó a Grimmjow maullar a su lado, pero no le miró. Apoyó una mano en el suelo y, a duras penas, se levantó y siguió andando, poniendo un poco más de atención en dónde ponía los pies.

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Desde su casa a la de Urahara normalmente solía tardar como veinte minutos andando. Ese paseo le llevó más de cuarenta y cinco minutos debido a la pesadez de su cuerpo y de su alma. Antes de entrar, miró para Grimmjow y lo cogió en brazos. Seguramente fuera la última vez que lo cogiera así. Apretó los dientes sin que se notara mucho y se dijo a sí mismo que debía actuar como si nada sucediera. Entró en la casa sin llamar.

Un Felino De Mascota ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora