IV. La teoría de Rukia

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Caminaba lentamente por el instituto de Karakura. Se preguntaba por qué estaba vacío si era por la mañana y era día lectivo. No creía haberse confundido pero aún así revisó su reloj de pulsera varias veces y miró el calendario de su móvil en otras dos ocasiones. No, no se había confundido. Entonces, ¿por qué estaba todo vacío? Miró hacia fuera de la ventana, pero no pudo ver nada.

Pasó por delante de varias clases hasta que su paciencia se agotó y entró en una sin llamar a la puerta. Y allí, de espaldas y delante de él, estaba el sexto espada de pelo azul.

- Grimmjow… - pronunció casi en un susurro.

El espada se volvió a verle y una sonrisa socarrona apareció en sus labios. ¿Cuándo había recuperado el cuerpo? 

- ¡Has recuperado tu cuerpo! – gritó sonriendo y lleno de emoción.

- ¿Y qué esperabas, shinigami? ¿Que me quedara contigo toda la vida siendo el lindo gatito que pensabas que era? – Ichigo frunció el ceño – Así es, shinigami. Sólo fingía.

- P-pero…¿por qué? – preguntó con las lágrimas a punto de salir de sus ojos.

- Es muy sencillo. Si yo me portaba mal, me quedaba sin comer. Así que me tuve que rebajar hasta tu mísero estilo de vida para sobrevivir. 

La sonrisa del rostro del espada se apagó. La luz del sol que entraba por las ventanas dejó de lucir y todo comenzó a quedarse a oscuras hasta quedar sumido en la completa penumbra. No veía, no escuchaba. Sólo sentía un escalofrío contínuo que le recorría toda la espalda y le decía que en cualquier momento le atacarían por detrás. Y sólo llegó a ver un pequeño atisbo del filo de la zampakutou de Grimmjow.

Se despertó sobresaltado y con los ojos muy abiertos. Tenía la cara empapada de sudor y respiraba entrecortadamente. La habitación seguía a oscuras, por lo que seguramente fuera de noche aún, y mantenía la postura con la que se había dormido.

“Una pesadilla” pensó y entre cerró los ojos.

Miró hacia el lugar que ocupaba Grimmjow y, como no pudo distinguir los azules ojos felinos entre la oscuridad de su cuarto, supuso que el espada aún seguía durmiendo. Suspiró algo más tranquilo, pero no del todo. Se movió aún dentro de la cama para colocarse boca arriba y se pasó las manos por la cara para quitarse el sudor. Dio un par de suspiros más y se llevó una mano detrás de la nuca.

“Espero que no sea verdad” se dijo para sí mismo, preocupado.

Ichigo notó como el felino se revolvía a su lado y vio sus ojos azules brillando en la oscuridad. Notó de nuevo que se movía y que se subía a su pecho, daba un par de pasos sobre él y se echaba de nuevo, hecho un ovillo y con los ojos cerrados. No estaba muy seguro de si preguntar lo que iba a preguntar, así que tragó saliva.

- Grimmjow… - notó que levantaba la cabeza y lo miraba – Oye… no tienes que portarte así si lo que quieres es comer. Prometí que me ocuparía de ti y eso es lo que voy a hacer. No tienes que hacerte el bueno conmigo.

Vio como ladeaba la cabeza. Parecía no saber de qué hablaba y lo escuchó maullar muy bajito para luego acurrucarse de nuevo en su pecho y cerrar los ojos. Ichigo suspiró. Sólo esperaba que el espada no se diera cuenta de por dónde iban los tiros en esa pregunta. Cerró los ojos e intentó volver a conciliar el sueño.

Cuando ya Morfeo casi había terminado su trabajo con el shinigami sustituto, notó que Grimmjow se volvía a mover encima de él y se bajaba de su pecho para colocarse en su almohada y, un segundo después, notaba como le lamía la mejilla. Ichigo se sobresaltó y se sentó en la cama sin perder un momento de vista los azules ojos del espada, que lo miraban curiosos por su reacción. El shinigami se llevó una mano a la mejilla húmeda.

Un Felino De Mascota ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora