VI. Los Pensamientos de un Felino. Parte I

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Ese shinigami se iba a enterar. Le había prometido Hueco Mundo y la revancha y,en cuanto recuperara el cuerpo, pensaba darle una paliza. Abrió una garganta con las pocas fuerzas que le quedaban y las piernas le fallaron, al igual que el resto del cuerpo. Su cerebro terminó por agotarse del todo y calló inconsciente, aún sujetado por Ichigo.

No supo cuanto tiempo permaneció en ese estado de sueño profundo, aunque se encontraba bien. Cuando empezó a volver a tener conciencia de su cuerpo, notaba que ya no le dolía nada y se sentía ligero. Comenzó a escuchar voces, y abrió los ojos lentamente. 

-          ¿Grimmjow? – preguntó el shinigami de pelo naranja, muy cerca de él. 

-          Miau – fue lo único que salió de su boca. 

Abrió los ojos como platos. ¡¿Había sonado a gato?! Y se percató del tamaño que tenía Ichigo. Miró hacia arriba y vio a otra shinigami, la cual, al parecer, lo llevaba en brazos. ¿Qué había pasado? No iba a dejar que esa mujer lo llevara. Se revolvió y notó como todos a su alrededor se percataban de que estaba despierto y lo miraban. 

Estaba nervioso. ¿Cómo había podido dejarse convencer por un shinigami? Aunque ese shinigami fuera Kurosaki, le daba igual. Sabía que no podía confiar en ellos y, por hacerles caso, ahora era un felino de color negro. Bajó las orejas y los miró desafiante. No iba a ceder. 

-          ¡Grimmjow, tranquilo! ¡Déjanos explicártelo! – gritaba Rukia. 

Vio como Ichigo la miraba. Y no le gustó para nada. El shinigami no tenía buenas intenciones con él en ese momento y Grimmjow lo sabía. Pero, cuando quiso darse cuenta, Ichigo estaba encima de él y lo había atrapado entre sus brazos. Entre que en su nuevo cuerpo no poseía poderes de espada, y la poca fuerza que le podía sacar a aquel cuerpo de gato, le fue imposible soltarse del agarre del shinigami sustituto, a pesar de que le arañó y le mordió. Así que se tuvo que dar por vencido. Apretó los dientes y se quedó mirando hacia el suelo. 

Notó que Ichigo se sentaba en el suelo, aún con él en brazos y luego vio por el rabillo del ojo que el resto de los shinigamis y amigos se acercaban al pelinaranja. Escuchó gritar a Rukia y a Inoue, y un comentario de Renji que no llegó a entender. 

-          Pobrecito – dijo Inoue sentándose junto al shinigami sustituto. 

“¡Pobrecito yo!” pensó el espada. 

-           Era la única manera de pararlo. Grimmjow – escuchó que le llamaban, pero estaba cabreado y no pensaba hacer caso - Oe, Grimmjow, ya sé que es duro, pero es mejor que estar muerto, ¿no? Además sólo serán unos días hasta que tu cuerpo se recupere. 

Debía reconocerlo, ese idiota tenía razón. Levantó las orejas y le miró a los ojos. El shinigami de pelo naranja le sonrió. Al menos parecía entenderle mejor que el resto. Se removió y le sorprendió notar que Ichigo lo dejaba salir. Se posó en el suelo e intentó andar, pero manejar las cuatro patas a la vez le resultó complicado al principio. Pero recuperó la práctica que tenía cuando era adjuchas enseguida. 

-          Mira, Inoue – dijo Rukia – Tiene la pata derecha de adelante blanca. Qué lindo. 

-          Tienes razón Kuchiki-san – escuchó decir a la mujer pelinaranja. 

Sonrió para sus adentros. Por lo menos ese cuerpo había respetado su belleza. Y, de repente, vió como un gato negro un poco más pequeño que él y de ojos amarillos se acercaba a él. Bajó las orejas en señal de intimidación. 

-          ¿Desde cuándo tenéis mascota? – preguntó el otro gato. 

“¿Por qué yo no puedo hablar como este jodido gato?” se preguntó el espada. 

Un Felino De Mascota ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora