El ruido del despertador le despertó de repente. Abrió perezosamente los ojos y buscó a Grimmjow con la mirada. Estaba echado a su lado, rodeado por su brazo y mirándole. Con la mano que no rodeaba al felino, la llevó al despertador y paró ese infernal ruido que más de uno odia escuchar. Cerró los ojos de nuevo y apoyó la cabeza en la almohada. No tenía ganas de levantarse para ir al instituto. Se quedaría en casa durmiendo.
De repente notó como un peso se le subía en el estómago y empezaba a caminar por su pecho hasta llegar casi al cuello; y notó como una espacie de agujas se le clavaban cerca de la clavícula.
- ¡Ahhhh! – gritó y saltó en la cama.
Grimmjow se bajó de encima de él y le maulló. Le había clavado las uñas en el pecho, justo donde terminaba el cuello, y le había dejado diez marcas en grupos de cinco que correspondían a las garras de las patas delanteras del felino. El espada se bajó de la cama y quedó mirando hacia un furioso Ichigo.
- Maldito bicho – Grimmjow maulló y levantó la cabeza, orgulloso de lo que acababa de hacer - ¡Verás cuando te pille!
Y saltó de la cama con la intención de coger al gato que le había dejado esas marcas. Pero el felino se movió rápido e Ichigo se dio de bruces contra el suelo. El pelinaranja miró hacia Grimmjow y, si no fuera porque tenía forma de gato, hubiera creído que se estaba riendo de él. Y, en un momento de despiste del espada, lo agarró fuerte, se subió a la cama y abrió la ventana.
- ¿Te parece que comprobemos si todos los gatos caen de pies? – le preguntó.
El felino abrió muchos los ojos y comenzó a revolverse en brazos del pelinaranja, aunque este tenía muy claro que no lo soltaría dentro de la habitación. Su objetivo era dejarlo caer dos pisos.
- Tú revuélvete todo lo que quieras, que no te va a servir de nada.
- ¿Ichi-nii? – escuchó Ichigo, detrás de él. El pelinaranja se volvió. - ¿Qué le haces al pobre?
- ¡Mira lo que me ha hecho! – dijo y dejó a Grimmjow sobre la cama para enseñarle las marcas.
- Estaría jugando. – dijo y cogió ella al felino - ¿Verdad que sí? – maulló inocentemente.
- Sí, ya, jugando - dijo con el entrecejo fruncido.
- Vas a llegar tarde si no te das prisa Ichi-nii.
Ichigo miró la hora y se puso de pie. Busco su ropa en el armario y entró en el baño a cambiarse. Yuzu dejó a Grimmjow en el suelo y bajó a preparar el desayuno. Ichigo se metió en la ducha. Si que le había dejado unas buenas marcas.
“Es un idiota” suspiró pesadamente.
Se vistió rápido y salió del baño. Grimmjow se había subido a su cama y estaba allí echado, con sus ojos azules abiertos y mirándole.
- Hoy te quedas sin desayunar. Y no prepares ninguna mientras yo no estoy porque entonces tampoco cenas.
Grimmjow maulló, molesto. Ichigo cogió su mochila y cerró la puerta de su habitación al salir, evitando que el felino saliera con él y lo dejó encerrado. Bajó las escaleras y dejó su mochila en el suelo cuando se sentó a desayunar. Su padre todavía no estaba en la mesa y Karin ya casi había terminado.
- Date prisa, Ichi-nii. Ya es tarde – le dijo Yuzu sirviéndole un par de huevos fritos.
- ¿Y el viejo? – dijo cogiendo los cubiertos.
- El viejo se fue corriendo porque tendría trabajo y dijo que posiblemente llegara tarde hoy – explicó Karin. Ichigo miró el reloj. Sí que era tarde.
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Un Felino De Mascota ©
Romance- Te propongo un trato - comenzó el pelinaranja. El peliazul no se movió. Ichigo sonrió para sí mismo. Al menos escucharía el trato, aunque se negara rotundamente después. Creía conocer bastante a Grimmjow, o por lo menos la parte en lo que a su org...