II. Nuevo Hogar

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Ichigo miraba al felino con los ojos muy grandes. ¿Cómo había podido Grimmjow dejarse meter en un cuerpo de gato? Espera, ¿sabe Grimmjow que está metido en un cuerpo de gato? Ichigo esbozó una sonrisa. Al parecer el cambio de cuerpo había dejado al espada agotado y todavía no había abiertos sus felinos ojos. Rukia e Inoue no hacían más que decir lo lindo que era en ese estado. Ichigo no lo decía, sólo lo pensaba. 

- ¿Sabe Grimmjow que este es su cuerpo provisional? – preguntó Renji a Unohana.
- No. Yo tampoco lo sabía. Pensé que se trataba de un cuerpo normal.

“Maldito Mayuri” pensó Ichigo mirando hacia el capitán del décimo segundo escuadrón.

Byakuya se acercó a Unohana, la cual tenía a Grimmjow en brazos, y le dijo algo en voz baja. Ichigo, Rukia, Inoue y Renji la vieron asentir y luego el cabeza de la familia Kuchiki se retiró. La capitana del cuarto escuadrón se acercó a Ichigo y le colocó al felino en brazos.

- ¿Por qué yo? – preguntó ya con el gato en los brazos.
- Porque eres el que tengo más cerca y tengo prisa. – Unohana sonrió y se retiró.
- ¡Ichigo! ¡Déjamelo! – pidió Rukia con los ojos brillándole.
- ¡Rukia, joder! ¡Que no es un juguete!
- Ya lo sé, pero es tan lindoooo.- dijo y le quitó al minino de las manos.
- No lo manosees mucho – le dijo a Rukia.
- ¿Por? ¿Estás celoso? – dijo, mirándole pícaramente.
- ¡P-por supuesto que no!¡Es por si se despierta, imbécil! – dijo sonrojado.

Ichigo vio como Rukia e Inoue se sentaron en el suelo y acariciaban la cabeza de Grimmjow. Ichigo sólo esperaba que el espada tardara en despertarse. Renji se sentó junto a Rukia y el pelinaranja hizo lo mismo. Al fin y al cabo no tenía nada más que hacer y ahora podía mirar a Grimmjow todo lo que quería sin que nadie sospechase acerca de sus sentimientos. Al fin y al cabo, el peliazul era el centro de las miradas en ese momento con su nueva forma.

Unohana, Byakuya, Mayuri y Kempachi estaban conversando no muy lejos de ellos, pero apenas se les oía hablar. Ishida se levantó de repente al ver acercarse a los cuatro capitanes y el resto del grupo imitó al Quincy. Byakuya dio paso gentilmente a Unohana para que fuera ella quien hablara.

- Hemos contactado con la Sociedad de Almas. Al parecer cuando estaban peleando con Aizen y los suyos, estos escaparon a Hueco Mundo. Hemos tenido suerte de salir de allí antes de que ellos llegaran. – empezó la capitana del cuarto escuadrón – También hemos contactado con Urahara y vendrá aquí para traernos los gigais. De momento sólo podemos esperar. Así que poneros cómodos.

Los capitanes se retiraron de nuevo. Kotetsu se encargaba de cuidar a Nell y Hanatarou estaba velando por Sado, el cual estaba durmiendo.

- Ichigo – llamó Rukia.
- ¿Umm? – dijo y miró hacia la pelinegra.

Y el corazón le dio un vuelco cuando vio que el felino comenzaba a abrir los ojos. Unos ojos azules como los que poseía el espada en su cuerpo original.

- ¿Grimmjow? – preguntó Ichigo, temeroso.
- Miau – dijo.

Y sucedió lo que Ichigo temía. Vio como el felino abría los ojos todo lo que podía y luego comenzó a revolucionarse en brazos de Rukia y esta se asustó y lo soltó. El felino estaba alterado. No paraba de moverse y no dejaba que nadie se le acercase.

- ¡Grimmjow, tranquilo! ¡Déjanos explicártelo! – gritaba Rukia.

Ichigo miró a Rukia. Lo que hacía era en vano. El espada no entraría en razón si no era por la fuerza. Y se lanzó encima del gato.

- ¡Kurosaki-kun! – gritaba la pelinaranja.

El shinigami agarró fuerte al gato mientras se revolucionaba en sus brazos. Le arañaba, le mordía, pero Ichigo no cedió un momento el fuerte agarre hasta que notó que se tranquilizaba y se daba por vencido.

“Perdóname, Grimmjow. Sé que esto es un duro golpe en tu orgullo” pensó, herido él también.

- ¡Ichigo, estás loco! – dijo Rukia acercándose a él.
- ¡Kurosaki-kun!
- ¡No lo has espachurrado de milagro! – dijo Renji medio riéndose.

Ichigo se sentó en el suelo con Grimmjow en brazos, el cual tenía las orejas gachas y no miraba a nadie en concreto.

- Pobrecito – dijo Inoue sentándose al lado del pelinaranja.
- Era la única manera de pararlo. Grimmjow – llamó Ichigo al espada, pero el gato ni se movió. – Oe, Grimmjow, ya sé que es duro, pero es mejor que estar muerto, ¿no? Además sólo serán unos días hasta que tu cuerpo se recupere.

El animal levanto las orejas y miró hacia Ichigo con sus grandes ojos azules. El pelinaranja sonrió y el animal se movió un poco para que le soltara. Ichigo cedió. Sabía que ahora no se iría, y menos sabiendo que tenían su verdadero cuerpo.

- Mira, Inoue – dijo Rukia – Tiene la pata derecha de adelante blanca. Qué lindo.
- Tienes razón Kuchiki-san – dijo la pelinaranja con brillo en sus ojos.
- Mujeres –comentó Renji.

Ichigo no le quitaba ojo al minino que caminaba intentando acostumbrarse a su nuevo cuerpo. Al principio era un poco patoso, pero pasados unos minutos ya coordinaba las cuatro patas y andaba a la perfección. Y el pelinaranja vio como otro gato de color negro, un poco más pequeño que el espada, se acercaba al mismo. Grimmjow bajó las orejas.

- ¿Desde cuándo tenéis mascota? – preguntó el otro gato.
- ¡Yoruichi! – gritó Rukia.

Y detrás de la mujer-gato, llegó Urahara.

- Hola a todos. ¿Qué tal el paseo por Hueco Mundo? – dijo con su típica sonrisa.
- Me alegro de verte, Kisuke – Unohana se acercó a los recién llegados. 
- Unohana, encantado de volver a verte. He traído vuestros gigais. Acompañadme a la tienda y hablaremos. Aquí empieza a hacer frío.


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A Sado lo metieron en una habitación con Nell para que descansaran, mientras Hanatarou hacía guardia. Los capitanes, subcapitanes, Urahara y Yoruichi se reunieron en un cuarto aparte. El resto estaban reunidos en la sala de la tienda, sentados en el kotatsu mientras observaban a Grimmjow encima de la mesa.

A Ichigo le parecía que ya sólo existía ese minino. Para él todo lo demás no tenía importancia. Rukia tenía la barbilla apoyada en la mesa.

- ¿De verdad no puedes hablar? – le preguntó al espada la de ojos azules. Grimmjow la miró.
- Miau – fue lo único que dijo el espada.
- Vale, no puedes hablar. – Rukia despegó la barbilla de la mesa – Esto puede ser un problema.
- Y uno de los gordos. A no ser que Urahara-san tenga algún aparato para comunicarse con los gatos. – comentó Uryu con los brazos cruzados.

Grimmjow bajó las orejas y buzó a Uryu medio enfadado. No le hacía mucha gracia dejar que le hicieran más cosas.

- Estoy con él. Creo que por hoy es suficiente. – comentó Inoue.

Grimmjow la miró y subió las orejas, pero no hizo nada más. Se bajó del kotatsu y se echó en un rincón.

- Pero no te margines, idiota – casi gritó Ichigo. Grimmjow bufó y cerró los ojos.- Tsk.
- Déjalo. Es normal que tarde en acostumbrarse. – dijo Rukia.
Ichigo escuchó la puerta correrse y los que habían estado reunidos entraron en la sala y se sentaron en el kotatsu con ellos.

- Si ya te decía yo que éramos muchos para un kotatsu tan pequeño. – comentó Renji.
- Renji – dijo Byakuya, serio, como siempre.
- Perdón, capitán.
- Nii-sama, siéntate aquí. – dijo Rukia y le hizo un hueco a su hermano.

Excepto Kempachi y Yachiru, la cual estaba con él, que se sentaron en un rincón de la habitación, el resto consiguieron entrar todos en el kotatsu. 

- Bien – comenzó Unohana – Hemos hablado y creemos que lo más conveniente es que Grimmjow se quede aquí en el mundo humano. En la Sociedad de Almas no creo que esté seguro de momento. No sabemos cómo reaccionará Yamamoto ante la decisión de tener un espada entre nuestras filas.
- Pues seguro que no le hace ninguna gracia – comentó Renji en voz baja y recibió un codazo de Rukia.
- En su actual estado no podrá sobrevivir él sólo – prosiguió Mayuri – Así que alguno de vosotros tendrá que encargarse de su cuidado. Como si de una mascota se tratase, vamos.

Los humanos se miraron entre sí y un silencio reinó en la sala durante un buen rato. El primero en hablar fue el Quincy.

- No creo que a mi padre le haga gracia que lleve animales a casa.
- Excusas – volvió a decir Renji en voz baja. Otro codazo de Rukia.
- Sado está completamente descartado – dijo Byakuya con los brazos cruzados – No está en condiciones de andar cuidando animales – Grimmjow bufó.
- Yo podría cuidar de él – dijo Inoue – Pero seguramente cogería una indigestión con mis comidas. – dijo y se llevó una mano a la nuca.
- Entonces sólo queda Kurosaki – dijo Unohana sonriendo a Ichigo.
- ¿Por qué yo? ¡Siempre me toca a mí! – dijo, aunque en el fondo agradecía que le hubiera tocado a él.
- No es diferente de cuidar de tus hermanas, Ichigo – le dijo Rukia.
- Pero si casi me cuidan ellas a mí. Además a mi viejo no le gustan los animales – Renji rió.
- Dos cosas. Primera: eso no lo sabes. Segunda: a tu hermana Yuzu le encantan los gatos. – dijo Rukia.

Ahora sí que no se libraba. Se tendría que llevar a Grimmjow a casa por las buenas o por las malas, y con ese último comentario, tendría que ser por las buenas. Ichigo miró al felino, el cual seguía en el rincón, pero ahora estaba sentado y miraba con sus ojos azules al shinigami pelinaranja. 

- Ag, de acuerdo. – dijo y bajó la cabeza, rendido.
- Entonces el tema del espada está cerrado. – comentó Byakuya – Ahora los capitanes y subcapitanes volveremos a la Sociedad de Almas para que nos informen de la situación allí y les informemos nosotros. Rukia, tú te vienes con nosotros.
- Pero, nii-sama…- comenzó la muchacha.
- He dicho – Rukia bajó la cabeza. No se podía discutir con su hermano.
- Hanatarou y Nell vendrán con nosotros – dijo Kotetsu.
- Urahara – dijo Unohana – Te encargo a Sado.


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El paseo por Karakura hasta su casa con Grimmjow siguiéndole se le había hecho refrescante. Aunque el problema que se le presentaba era bastante grande. Eran las 4:00am así que seguramente su familia estaría durmiendo. A lo mejor podía conseguir que no supieran que había llevado un gato a casa. Cuando llegaron a la puerta, Ichigo sacó las llaves y, antes de abrir miró al felino que estaba a su lado en el suelo.

- No hagas ruido y sígueme o no te doy de comer hasta mañana.

Grimmjow bufó. E Ichigo se sorprendió de que el espada le hiciera caso cuando entraron. El shinigami sustituto dejó los zapatos y su abrigo en la entrada y luego se dirigió al frigorífico. Cortó un trozo de carne y lo puso en un plato. Luego se preparó un bocadillo lo más rápido que pudo y subió a su habitación, cerrando la puerta después de que entrara Grimmjow. Se sentó en la cama con el plato de carne y se lo dejó en el suelo.

- No esperaba que me hicieras caso, idiota – dijo sonriendo – Toma, esto es tuyo.

Grimmjow se acercó, lo olisqueó y comenzó a comérselo. Ichigo quedó atontado mirando al felino comer. Rukia tenía razón. Grimmjow en ese estado era lindísimo. Ichigo sacudió la cabeza y comenzó a comer su bocadillo. Cuando el felino terminó su comida, se relamió y subió a la cama, al lado de Ichigo para olisquear su bocadillo.

-Oye, que esto es mío – le dijo.

Grimmjow bufó y se movió a los pies de la cama, donde se echó hecho un ovillo y cerró los ojos. Ichigo sonrió y terminó su bocadillo. Se levantó de la cama y cogió su pijama para cambiarse. 

- No te muevas de aquí. Voy a cambiarme. – le dijo y entró en el baño.

Se cambió rápido, se lavó los dientes y salió del lavabo. Grimmjow seguía donde lo había dejado. Ni siquiera se había movido para cambiar de posición.

- Si en el fondo eres bueno, idiota – dijo y le acarició la cabeza.

Grimmjow levantó la cabeza y maulló como agradecimiento. Ichigo se quedó estático. Grimmjow no eran de los que hacía cosas como esas. ¿Le estaría afectando su nuevo cuerpo? Ichigo abrió la cama y se metió en ella.

- Buenas noches, enano.

Ichigo le escuchó bufar y apagó la luz. Mañana sería un nuevo día.


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Se despertó pero no abrió los ojos. Estaba muy a gusto metido en la cama boca arriba. Pero notaba un peso encima de su estómago y levantó la cabeza. Grimmjow estaba encima de su tripa, dormido como un angelito.

“Este idiota” pensó y sonrió.

La luz del sol entraba por la ventana. No sabía qué hora era pero entre lo a gusto que estaba y que si se movía despertaba a Grimmjow, no le apetecía levantarse. Y escuchó que llamaban a la puerta, pero el gato ni se inmutó.

- ¿Ichi-nii? – dijo una de las hermanas del pelinaranja.
- ¿Yuzu? – preguntó, aunque sabía que era ella.
- Ichi-nii, te oí llegar anoche – dijo sonriendo y entró en la habitación - ¿Qué es eso? ¡Pero si es un gatito!
- ¡Yuzu, espera! – dijo pero ya era demasiado tarde.

Yuzu, con toda su inocencia y cariño, cogió a Grimmjow y este se asustó al principio y, como consecuencia, asustó a Yuzuu, que dio un grito. Seguidamente, se escucharon pasos apresurados por la casa y Grimmjow se puso en una esquina de la cama con las orejas gachas.

- ¡Mi hija! ¡¿Qué te pasa?! – Isshin entró en la habitación como si de un tornado se tratase, seguido de Karin, que llegó algo más tranquila.
- Es que asusté al gatito de Ichigo y él me asustó a mí – dijo sonriendo.
- ¿Qué gato? –preguntó el mayor y miró hacia Grimmjow.

Ichigo estaba con la cabeza gacha. En un momento la que se había preparado. Lo peor vendría cuando su viejo le pidiera explicaciones.

- ¡¿Qué hace ese bicho en mi casa?! – gritó como un loco.
- ¡Viejo, no des voces! ¡Que ninguno estamos sordos! – gritó Ichigo.
- A ver, tranquilidad. – dijo Karin, masajeándose las sienes.

Ichigo miró hacia Grimmjow el cual estaba contra la pared encima de su cama y con las orejas gachas y respiraba agitado. Era normal que estuviera asustado. Giró la cabeza hacia su padre y le vio coger aire.

- Repito ¿qué hace ese gato en mi casa? – dijo, más calmado.

“Piensa rápido Ichigo” pensó.

- Lo encontré en la calle y, como estaba herido, me dio pena y lo curé y lo traje aquí. – mintió. Grimmjow bufó al pelinaranja.
- No lo quiero en mi casa – comentó Isshin, serio. No le daba buena espina.
- ¿Por qué? Pero si es muy mono – Grimmjow dejó que Yuzu lo cogiera en brazos – Déjanos quedarnos con él. Por fiii.

Isshin miró a su hija más pequeña, la cual le miraba con ojos de pena.

- Ya lo convenció – dijo Karin y salió de la habitación.
- Está bien. Pero lo haré porque mi pequeña me lo ha pedido. – dijo llorando.
- Iré a prepararte el desayuno, Ichi-nii. Y para ti también… esto…
- Grimmjow – dijo Ichigo.
- Grimmjow. Le queda bien – dijo Yuzu sonriendo y dejó al felino encima de la cama.

El espada se acercó a Ichigo y se sentó en su regazo.

- Parece que te tiene mucho cariño, Ichi-nii – comentó Yuzu. Ichigo se sonrojó.
- No, que va – dijo. Yuzu sonrió y salió de la habitación detrás de su padre. – Vaya jaleo que has preparado en un momento.

Ichigo se echó del todo en la cama para estirarse y Grimmjow se estiró encima del pecho del pelinaranja. Y se quedaron un momento así, con el felino echado en su pecho mientras Ichigo le acariciaba la cabeza. Sonrió cuando le escuchó ronronear. Y lo cogió con las dos manos para levantarlo por encima de su cabeza. Y vio que, aparte de la mancha blanca que tenía en la pata, también tenía una mancha blanca redonda en la tripa, la que seguramente correspondía como el hueco que tenía en la tripa de su cuerpo original. Y escuchó rugir el estómago del felino.

- Bueno, ¿bajamos a desayunar? – preguntó el pelinaranja.

Grimmjow se relamió y luego maulló. Eso era un sí muy grande. Ichigo sonrió. Aunque ya formaba parte de la familia, lo hubiera preferido en su cuerpo original.

“Recupérate pronto” pensó, serio.

Un Felino De Mascota ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora