Me dan una visita guiada que no necesitaba

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Akira nos guió por un pasillo donde había muchas ventanas que dejaban ver un paisaje un poco extraño, el paisaje es como los dibujos animados que retratan el infierno, el cielo de color rojo y la tierra de color negro, había montañas a lo lejos que parecían estar muertas sin plantas ni arboles pero se oían varios rugidos de criaturas que parecían estar viviendo como el que mejor vive del mundo, por el pasillo por el que caminábamos había varias puertas.

- Por aquí se va a distintos puntos del infierno - dijo Akira - como ustedes bien saben existen varias divisiones de los anillos del yomi, como el lago de sangre, una división del primer anillo, esa división era solo para las mujeres pero recientemente lo hemos habilitado también para los hombre, pero no podemos entrar debido a que no tenemos las llaves - él nos explicó.

- Yo tengo las llaves - dije con indiferencia - ¿quieres que abra la puerta? - le pregunté mientras sacaba el llavero con las llaves del yomi.

Él asintió y yo cogí la llave que tenia inscrita el número uno en japones e hice un corte en mi brazo con la llave, tras unos segundos la llave tomo color oscuro y pude abrir la puerta que teníamos enfrente, cuando entramos vi como podíamos caminar sobre el agua, el agua era de un color azulado, las paredes eran de color negro y en el agua había personas que flotaban sin rumbo algunas boca abajo y otros boca arriba, pero todos vestían kimonos blancos.

- Como podréis ver este es el anillo más leve del yomi - explico Akira - sí seguimos caminando por aquí - dijo mientras extendía la mano en una dirección - llegaremos a una masa de tierra donde en el centro está el lago de sangre el cual hemos estado hablando antes, ahora salgamos y sigamos con la visita.

Salimos al pasillo y caminamos por el pasillo, mientras caminábamos  Paimon se retrasó hasta donde yo estaba.

- A ti no te hace mucha gracia esta visita ¿cierto? - ella dijo con una sonrisa.

- ¿La verdad? - pregunté y ella asintió - no, no me interesa, yo ya conozco el infierno es más yo tengo las llaves de los siete anillos del yomi.

- Se ve que eres alguien importante aquí abajo - ella dijo - serias un gran noble, llegarías a rey fácilmente.

- ¿Como rey? - pregunté - mi alma no es cien por cien demoníaca.

- Para ser rey no hace falta ser cien por cien demonio - Paimon me contestó - mira hay setenta y dos nobles demoníacos, de los cuales se dividen en reyes, duques, príncipes, marqueses, presidentes, condes y un caballero - ella explico - yo soy una reina, Amon es un marques y Astaroth un duque.

- ¿Qué soléis hacer? - le pregunté.

- Gobernamos en distintas partes del infierno - ella dijo - pero tú podrías ser rey de todo el infierno.

- Por ahora no me interesa ser un rey - dije con indiferencia - puede que en un futuro me interese ser rey, pero ahora sirvo a los dioses del takamagahara.

- La vida en el infierno es muy entretenida - dijo Amon que se había puesto a nuestra altura - siempre tendrás cosas que hacer, sí no te gusta el campamento puedes volver aquí o irte a mi jurisdicción, me caes bien chaval.

- Me lo pensaré - dije y pare ya que Akira se había detenido.

- Por aquí se va al anillo de la tortura eterna - él dijo - señor Aru podrías hacer los honores - dijo mientras señalaba la puerta.

Cogí la llave con el número seis e hice lo mismo que hice con la primera, hice un corte en mi brazo y abrí la puerta, empezaba a sentirme un poco mareado pero pase por la puerta con los demás del grupo, él sitio era como el anterior, las paredes de color negro y el suelo de color rojo, mientras caminábamos logre ver a un montón de demonios que torturaban a las almas de los muertos.

- Aquí se tortura a las peores personas que han hecho cosas horribles - Akira explico - aquí las torturas varían bastante, de torturas con agua a torturas psicológicas pero continuemos con la visita.

Salimos y oí unos gritos que provenían de la séptima puerta, la de las llamas, mire a Akira y el me contestó encogiéndose de hombros y decidí abrir la puerta, cuando la abrí mis piernas empezaron a flojear y casi caí al suelo de no ser por Paimon que me agarró en el ultimo segundo, en el interior de esa puerta estaban Enma y mi madre discutiendo, mi madre estaba de mal humor mientras que Enma estaba muy asustado, ellos siguieron discutiendo hasta que nos vieron y pararon.

- Que no se repita Enma - dijo mi madre - estás avisado.

- Sí mi señora - él contestó y me vio - ¿que le pasa al señor Aru?.

Mi madre me vio y rápidamente se acercó a mi y me abrazó - ¿que pasa cielo? - ella dijo muy preocupada.

- Debe ser de abrir puertas - dije - tengo que dar una cantidad de sangre para abrirlas, he abierto tres.

- Y ¿por qué las has abierto tú? - mi madre preguntó.

- Nosotros no tenemos la llaves - dijo Akira un poco asustado - y el se ofreció voluntario para abrirlas.

- Él solo sufre un principio de anemia - dijo Astaroth - que coma algo dulce y se pondrá mejor.

- Él está maldito - dijo mi madre - solo puede comer manzanas.

- Que tome manzanas golden - dijo Paimon - esas son las más dulces.

- Bueno el problema ya está tratado - dijo mi madre - te dejaré en el campamento de paso.

- Gracias mamá - dije - espero que nos volvamos a ver reina Paimon.

- Lo mismo digo príncipe Aru - ella contestó.

Mi madre abrió una ventana al campamento, le dí un beso a mi madre en la mejilla y atravesé la ventana, en el campamento ya era de noche, decidí dar un pequeño paseo por el campamento hasta que oí un grito que venia a mi espalda, era Alex que se dirigía hacia a mi a toda prisa.

- ¿Donde estabas? - dijo ella - estaba muy preocupada.

- Estaba con mamá - dije - he conocido a tres nobles del infierno, uno de ellos era un rey.

- Vaya - dijo ella - debe de ser muy emocionante - ella dijo en tono triste.

- Sí - dije - Paimon me dijo que podría llegar a ser rey - ella aparto la mirada - pero le dije que no me interesaba, prefiero trabajar para los dioses por ahora, por cierto ¿qué hora es?.

- Las diez de la noche - ella dijo - en media hora empieza el toque de queda, ¿sabes que hemos cenado? - ella preguntó y yo negué con la cabeza - ramen instantáneo, prefiero tu comida sabe mucho mejor.

- Vaya gracias - dije - procurare no faltar a la cena.

- Eso espero - dijo como una niña pequeña - me alegra que hallas vuelto.

Y se fue corriendo a la casa de Raijin, yo me fui a comer una manzana que había en la nevera de la casa de Izanami que reservaba para emergencias y creo que tener un poco de anemia es una emergencia, me la comí y me fui a la cama.

El Niño Prohibido: La Diosa EncarceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora