Mi nombre es Ronnie y soy de Venezuela, un país en vía de desarrollo. Aunque la vida no es fácil aquí, todos aprendemos a valorar lo que tenemos, los amigos y la familia son cosas muy importantes aquí.
Vivo en un vecindario pobre de la capital del país (Caracas), todos los días hay algún herido de disparo o incluso algún muerto; a pesar de que eso pasa casi siempre, una persona consiente no se acostumbra, debido a que no es normal que la muerte siempre te esté respirando en la nuca.
Amo mi familia, a pesar de las pruebas estamos muy unidos y mis amigos, aunque son un poco anormales, así los quiero.
Pero esto no se trata de cómo es la vida aquí, sino de un suceso que se llevó a cabo unas semanas atrás:
Hace exactamente tres semanas, mi papá recibió el ascenso que todos queríamos y uno de los beneficios era que, si quería mudarse a otra ciudad o país, podía hacerlo.
–¿Qué dicen familia? –dice mi papá.
–¿Qué cosa? –pregunto un poco confundido.
–¿A dónde nos mudamos? –pregunta mi papá emocionado.
–No lo sé –dice mi mamá –, yo me voy a donde me lleven.
–Yo me quiero quedar. –digo cruzando los brazos.
–No hijo, no podemos quedarnos, viste lo que está pasando –dice mi papá tratando de hacerme entrar en razón –, el próximo liquidado podrías ser tú.
–Sí, pero... ¿A dónde iríamos? –pregunto –No podemos llegar a un país sin conocer a nadie.
–Tienes razón hijo –dice mi papá –, pero tampoco nos podemos quedar.
–Me gustaría Canadá –dice mi mamá –. He visto por los programas de tv que es muy bonito.
–Si me voy, me iré a Chile. –digo dando mi punto de vista firmemente.
–Yo pensaba más en un país en el que al menos sepamos el idioma nacional –dice mi papá respondiendo a la sugerencia de mi mamá –. Me parece bien Chile.
Aunque yo dije Chile, solo lo dije para salir del paso. A pesar de que esta comunidad está muy peligrosa aquí tengo mis amigos y familiares; y no me quiero ir de este espantoso, pero a la vez hermoso, país.
Cuando llega el día de la decisión final, mi papá estaba muy agitado, nunca lo había visto así, por eso preferí guardar silencio.
Pero no duro mucho.
–Entonces, Ronnie... ¿A dónde nos vamos? –pregunta mi papá alterado.
–No lo sé, tu eres el que manda aquí. –le digo.
–Bueno hijo, yo soy el que manda –dice mi papá –, pero como un presidente tiene un vicepresidente y un consejero, yo necesito de su ayuda para esta decisión crucial.
–Bueno, vámonos a Chile pues. –le digo cruzando los brazos.
–Entonces, a Chile será. –dice mi papá con una sonrisa en la cara.
Mi papá, muy feliz, ayudaba a mi mamá a empacar todo e la mudanza, pero yo decidí empacar lentamente.
Mientras terminaba llega Santiago, mi mejor amigo.
–¿Y esas maletas? –me pregunta –¿A dónde nos vamos?
–A Chile. –le respondo triste.
–Pero... ¿Por qué tantas maletas para un viaje? –me pregunta algo extrañado.
–No es un viaje Santiago –le digo con la cara abajo –, nos vamos a mudar.
–¿Perdón? –dice Santiago sorprendido.
–Si Santiago –respondo entre lágrimas –, cuando terminara de hacer la maleta te iba a decir.
–Pero ¿Por qué? –pregunta Santiago todavía sorprendido.
–Mi papá quiere dejar este manicomio antes de que me pase algo a mi o a mi mamá. –le respondo.
–Bueno, no puedo hacer más que ayudarlos a arreglar las cosas para la mudanza – dice Santiago –, es lo menos que puedo hacer.
–Gracias Santiago. –le digo.
Un adolecente con solo 15 años todavía tiene su mente en desarrollo, por lo que es inestable; una mudanza tan repentina lo que hará es empeorar el sistema emocional de ese individuo, y eso, básicamente, era lo que me estaba sucediendo, todavía no asimilaba bien el hecho de que tal vez no volvería a ver a Santiago ni a todos mis otros amigos, era algo muy triste.
Mi mente colapsa y rompo en llanto, sollozando mientras me siento en la cama.
–Calma, prometo visitarte. –me dice Santiago sentándose en la cama con su mano en mi hombro.
–Ya lo sé, pero no quiero irme tan pronto. –le digo entre en tono triste.
Mi papá entra a la habitación, me ve llorando y se retira antes de que Santiago o yo nos demos cuenta, pero después decide entrar
–¿Todo listo Ronnie? –me pregunta.
–No papá –respondo –, pero casi termino.
–Eso espero –me dice –, el taxi que nos llevara al aeropuerto ya llego, nos vamos en cinco minutos
–Está bien –le digo –, ahorita llevo mi maleta. –Santi me ayuda a recoger todo, bajamos y nos encontramos con mis padres, que tienen todas las maletas dentro del auto. Tampoco es que son tantas, solo llevamos la ropa y cosas como fotos y libros, ya que nuestra nueva casa tiene todo lo que necesitamos. Meto mi equipaje en el auto y me despido de Santi con un abrazo.
–Te visitaré pronto amigo. –me dice Santi ya cuando estoy dentro del taxi y yo me despido con la mano mientras nos vamos alejando cada vez más de lo que una vez fue mi hogar.
–Espere –dice mi papá deteniendo al taxista–, Santiago puede venir con nosotros al aeropuerto.
–Vamos Santiago. –lo llamo emocionado.
–Ya voy. –dice Santiago corriendo hacia el taxi.
Mientras íbamos hacia el aeropuerto, yo pensaba en todos los amigos que dejaría atrás, así que decidí escribirle un mensaje de texto a Mercedes, una de mis mejores amigas
–Hola Mercedes.
< Hola Ronnie >
–¿Cómo estás?
< Bien ¿Y tú? >
–Mercedes, tengo que decirte algo.
< Dime, Ronnie >
–Me estoy mudando a Chile.
< ¿Cómo? >
–Si Mercedes.
< Es una broma... ¿Cierto? >
–No Mercedes.
< ¿Ya se van? >
–Sí, ya estamos en el taxi.
< Está bien, te veo en el aeropuerto con Santi>
–Santi está conmigo.
< Bueno, me voy sola>
–Ok, nos vemos allá, mi flor de barranco.
< Ok, mi pesadilla>
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Cuando los pacmans conquisten el mundo
Teen FictionCuando las circunstancias cambian y su padre toma la decision de irse del pais, Ronnie un chico normal (pudiera decirse) se ve afectado y deberá adaptarse a un viaje de regreso aun incierto. Donde una frase que siempre utilizó decidirá su futuro.