LLEGAMOS!!!

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El simple hecho de salir de un país y llegar a otro ya era difícil de asimilar, mis padres trataban de hacer de todo fuera perfecto, pero yo sabía que sería muy difícil acostumbrarse a todo: el clima, la gente, la moneda, el horario... ¡Literalmente todo!

–Hola chile. –dice mi mama un poco emotiva.

–Eso fue un poco patético de tu parte mami. –digo yo un poco molesto.

–Jajaja. –ríe mi mama golpeándome en broma.

–Vamos a tomar un taxi a el apartamento de tu tío. –dice mi papa.

–¿Aquí hay taxis? –pregunto sarcásticamente.

Mis padres me fulminan con la mirada por mi pregunta tan tonta y yo no puedo evitar reír.

Mientras esperamos un taxi, me tomo un momento para mí, analizo lo que veo y llego a la conclusión de que es un país muy tranquilo, totalmente diferente a lo que imaginaba, todo lo contrario, a Caracas. Aquí las personas eran muy cordiales y nadie estaba manifestando. Si comparamos a Santiago de Chile con Caracas, esta última sería considerada un chiquero. A pesar de todo, no podía dejar de pensar en mi chiquero, lo amaba, toda mi familia y amigos estaban allí.

A los minutos, llego el taxi. Noté que hasta los taxis son distintos aquí, tienen taxímetro. En cambio, en Venezuela, el chofer del taxi colocara la cuota que mejor le parezca; por ejemplo: Hasta la plaza son 24 bolívares, da igual si estas al otro lado de la ciudad o en la esquina de la plaza.

Todo esto era muy confuso para mí y también para mis padres.

Aunque trataba de mantenerme positivo, mi mente atravesaba por una especie de colapso: me preguntaba cómo sería todo, pensaba en mis amigos y familiares, en mi antigua casa, en todo...

Una vez que llegamos a al apartamento de mi tío algunas de las tantas preguntas en mi cabeza fueron contestadas, pero no todas.

Cuando los pacmans conquisten el mundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora