Capítulo 1

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-¡Valentina! ¡Baja de una vez, joder! Son las seis y vas a llegar tarde a la entrevista, como siempre... -grita mi padre enfadado desde la cocina.

Me está empezando a poner de los nervios, y eso que estoy intentando mantener la calma. Hoy es un día muy importante para mí y tengo que estar tranquila, llevo esperando este momento desde hace unos cuantos años ya.

-Vale papá, no grites dios mío –digo mientras bajo las escaleras a toda prisa.

Al llegar a la cocina encuentro a mi padre sentado en una silla leyendo el periódico, parece más nervioso que yo incluso, le tiemblan las manos y no se deja de morder las uñas, gesto que he heredado de él. Parece cansado y eso que son las seis menos cuarto de la tarde, sus ojos negros carbón están más emocionados de lo normal y esboza una pequeña sonrisa al darse cuenta de que por fin he terminado de arreglarme para el gran día. Sería un gran orgullo para él poder decirle a sus amigos que he sido admitida en el Conservatorio James Madison, el más importante del estado de Virginia . Desde pequeña me encanta la música, cantar y tocar cualquier instrumento, en especial el piano. Mi padre toca en una banda y los fines de semana da conciertos en un Pub en el centro del pueblo llamado 'Bom'. De vez en cuando voy a verlos con Gus, me encanta ir, ver a mi padre tan feliz me alegra aunque no esté muy acostumbrada a ello. Entró en una pequeña depresión cuando mamá murió y parecía que no iba a salir de esa. Poco después formo la banda y le apasiona, siempre le había gustado tocar la guitarra eléctrica pero nunca pensé que llegaría a ser el guitarrista de una banda de rock.

-¡Aleluya! ¿Te llevó su tiempillo eh? A saber qué harías... -dice mi padre con su típico descaro

-¡Papá! Deja de decir tonterías, no sé quién pareces, se te está empezando a pegar la poca vergüenza de tu querida Daisy –le reprocho malhumorada, odio que mi padre diga cosas parecidas a las de Daisy, ya que solo son tonterías que no hay quien aguante.

Parece mentira que después de siete años siga sin soportarla. Llevamos viviendo los tres juntos desde hace cuatro años, cuando tenía trece. Me cayó fatal desde que la vi, su sonrisa fue aún más falsa que sus tetas cuando mi padre nos presentó. Eran las doce de la noche y yo estaba tranquila viendo El diario de Noa, una de mis películas favoritas, de repente mi padre entró con ella riéndose como no había hecho en años. Me sorprendió bastante su físico ya que mi madre era completamente diferente, tenía una cara dulce con unos preciosos ojos verdes que transmitían cariño, el pelo lo llevaba por los hombros y era de un color castaño claro, era muy natural y no se solía arreglar mucho, pero se admiraba su belleza nada más verla. Sin embargo Daisy era su antítesis. Rubia platino y de tez muy morena debido a los kilos de maquillaje que debía llevar puesto, unos ojos oscuros y profundos y con labios de color carmín carnosos, su nariz era fina y entro tambaleándose en mi casa, seguramente habría bebido un par de copas, quizá mas.

-¡Valen! Me alegro muchísimo de conocerte cari, eres tan guapa como dijo Robert, menudos ojazos- me dijo Daisy con una voz de pito insoportable. Luego se dirigió a mi padre y lo besó delante de mis narices, me entraron ganas de subir a mi habitación corriendo, dar un portazo y esconderme allí, imaginando que esa mujer no era real y que todo eso no hubiera pasado, pero me quedé allí quieta. Contemplando como esa mujer le saca a mi padre las sonrisas que yo no pude sacarle en muchísimo tiempo. No podía besarlo y robarle el corazón que pertenecía a mi madre, no podía destrozar aún más mi familia y olvidarnos de nuestro pasado de un momento a otro. No podía hacer que mi padre la mirara con los ojos que miraba a mi mamá. Me angustiaba pensando que Daisy se llevara a mi padre y lo cambiara, haciendo que no volviera a ser el mismo jamás.

Además, ¿qué coño le veía? Era joven, sí, y tenía curvas y un culo grande, pero era la persona más repelente que he conocido. Su voz y que fuera impoluta hasta para andar por casa me sacaba aún más de quicio, nunca he soportado a la gente superficial, además desde el primer momento me trato como si fuera menos que ella. Siempre intentó hacer el papel de madre que nunca fue, y no sé por qué, pero no me fiaba de ella, me parecía una mujer hipócrita y que quería algo siempre a cambio de los poquísimos favores que nos hacía. No me caía bien. Punto.

Me dirijo a la silla donde está sentado mi padre y le planto un beso en la mejilla mientras le robo una patata que tiene en el plato. Mi padre trabaja hasta las cinco de camarero en el pub donde toca los fines de semana, y no puede comer allí, por lo que cuando llega a casa Daisy ya le ha preparado la comida y la come tarde.

- Dios... Me va a salir fatal papá, ya verás. No me van a coger así que no te hagas ilusiones, porfa, prefiero que sea así a que estés aquí esperando a que te de la poco probable noticia de que me han admitido en el Conservatorio. No va a pasar. – le digo.

Siempre me agobio por todo y en lo que a los estudios respecta, soy muy pesimista. Cuando acabo de coger todo lo que voy a necesitar para la prueba, salgo de casa y entro en el coche. Está frío y el rojo de la pintura se está desgastando. Necesito un coche nuevo. Este perteneció a mi madre cuando era joven, y tiene bastantes años ya. Pero la verdad es que me da pena llevarlo a la chatarra, a ella le encantaba y me recuerda a todos los viajes que hicimos alrededor del país con él. Lo pongo en marcha y empiezo a conducir. El trayecto hacia el Conservatorio no dura más de veinte minutos.


ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora