Capítulo 3

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Bajo al salón después de arreglarme y ponerme lo único que encontré para salir. Mi padre está viendo el partido de los Chicago Bulls contra Lakers mientras Daisy se pinta sus uñas largas a su manera.

         - Pa, salgo esta noche con Gus para celebrar mi admisión en el Conservatorio, ¿vale? -le pregunto a mi padre entusiasmada.

          - Cariño... déjala hombre. –insiste Daisy a mi padre con una mirada seductora.

Sé que tiene algo entre manos. Lo sé. Ella es así, siempre esconde o parece esconder algo detrás de su falsa sonrisa.

          - Está bien, pero a las dos en casa que ya es tarde Valentina. –se decide mi padre.

Cojo mi bolso, me despido y espero en el porche a que Gus venga a buscarme como habíamos quedado. Después de mirar el reloj una centena de veces, mi mejor amigo sigue sin venir. Tampoco me coge el teléfono y llevo esperándolo veinte minutos. Me dirijo a la ventana de fuera de mi casa y veo que está entreabierta, me asomo a ver y me doy cuenta en la oscuridad de que mi padre y Daisy se están liando desesperadamente encima del sofá. No es algo que me llame nada la atención porque se lo he visto hacer miles de veces, pero esta vez parecen más pasionales. Sigo observándolos por mucho asco que me dé.... A saber qué dirá Daisy. Y, fue ahí cuando escucho a la zorra esa decirle a mi padre: ''Menos mal que tu hijita se fue, cariño. Follemos''. Mi padre le mete la mano por debajo de la falda y dejo inmediatamente de verlos. Joder, esta tía me cae cada día peor. ¿Cómo se puede ser así? Primero entra en nuestra vida y ahora quiere echarme de mi propia casa para follarse a mi padre. Paso de ellos, definitivamente.

Llamo a Gus por centésima vez, y, como sigue sin coger el teléfono me dirijo al garaje y arranco mi coche. Busco en el GPS dónde se encuentra el pequeño bar donde hemos quedado y comienzo a conducir directa a él. Hace una noche espléndida para estar a punto de acabarse el verano, no hay mucho tráfico y llego en seguida. Al entrar en este cuchitril plagado de gente que tanto le gusta a mi mejor amigo, comienzo a buscarle, y, como imaginaba, se encuentra rodeado completamente de chicas desesperadas. Cuando me ve, en seguida se levanta y viene hacia mí con cara de circunstancias.

- Tía, ¡quedamos hace media hora! - me dice gritando con su ronca voz debido a la fuerte música que suena.

- Sí, aún por encima vienes de víctima ¡Estuve sentada esperándote en el porche de mi casa durante muchísimo tiempo! ¡Y te llamé miles de veces!

- ¿Cómo que en el porche? Si quedamos aquí Valentina, le dije a Dai... Ostia. – Gus se calla inmediatamente sorprendido y entonces es cuando me doy cuenta.

- ¡¿Qué?! ¿A Daisy? – le pregunto malhumorada

- Sí...

- Nunca te creas ni una palabra de esa mujer... dios Gus, mira que te lo tengo dicho, eh. No aprendes. Esa zorra... No me puedo creer que no me lo haya dicho sólo para fastidiarme. Qué infantil es esa... - mi amigo me interrumpe.

- Tía, ¡deja de rallarte por ella que aquí venimos a divertirnos! Luego hablamos, pero primero, ¡una copa marchando! – Gus se dirige a la barra y vuelve con una copa de un líquido marrón en la mano.

- ¿Qué es? Gus, ya sabes que a mí lo de beber no me va mucho... - le digo no muy convencida. Tuve una mala experiencia con el alcohol y desde aquella no lo pruebo mucho.

- Valen, estamos aquí para algo, ¿no? Ya somos mayores, joder. – dice mientras me ofrece la copa con una sonrisa. – Bebe un poco.

Gus debería ser animador de fiestas, porque además de pasármelo pipa con él, siempre me acaba convenciendo. 

ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora