VII

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Veo aparecer a Alejandro y corro hacia él. Salto a sus brazos y coloco mi cabeza sobre su pecho. Me siento segura, aliviada, y feliz.
Pero Alejandro está tenso y distante durante mi abrazo cargado de euforia. Algo va mal.

-Explícamelo.

Dice de repente, frío y autoritario.
Me aparto de su cuerpo y contemplo sus ojillos azules con ternura y tristeza.

-Viste mis ojos. Viste parte de mi verdadera forma.

Luis permanece estático, en la distacia. Estoy bastante segura de que es capaz de captar cada sonido que emitimos con su oido sobrenatural.

-¿Ver... verdadera forma? ¿Qué eres? -Lo miro asustada y bajo la vista al suelo -¿Qué eres?

Repite su pregunta, insistente y autoritario.
Alzo la vista y veo su ceño fruncido, escucho su corazón latir como un colibrí, y siento su respiración acelerada.

-Soy un monstruo.

Digo sin más, en voz baja.
Alejandro me mira confuso y alterado.

-Explícate, concreta tu explicación. Isis, eres... eres mi mejor amiga, necesito saberlo.

-Soy... soy un Siervo de la Luna. Soy mitad lobo, Alejandro. No soy humana.

-Eso es imposible, ¡Mientes! Te... ¿Te estás quedando conmigo? ¿Es eso? Porque no tiene ninguna gracia.

Cierro mis ojos y acojo el cambio con naturalidad. Siento como mis iris se expanden hasta alcanzar un tamaño sobrehumano. Vuelvo a abrirlos y contemplo a Alejandro, impasible.
Puedo oler el miedo en el interior de mi mejor amigo.

-Pero...

-Es complicado... esto no cambia nada, Alejandro. Soy yo, esta es mi verdadera forma. No temas, no te haré daño.

Cierro mis ojos y vuelvo a mis ojos humanos.

-No tengo miedo.

-Puedo olerlo.

-¿Puedes oler el miedo?

-Puedo deducir tu estado emocional analizando la energía que desprendes y mediante tu esencia. Además, puedo escuchar los latidos de tu corazón.

-¿Y puedes leer la mente?

-He dicho que soy mitad lobo, no clarividente.

Me observa, preocupado.
De repente, vuelve a dirigirme la palabra.

-Te atacaron. Nos atacaron. ¿Quién era ese hombre?... ¿Qué era?

-Lamento haberte puesto en peligro. Si ese tío te hubiera herido, yo... no me lo perdonaría nunca. No sé quién era, pero sí el qué. Un hombre lobo.

-¿Era de tu especie? Entonces... no lo entiendo, ¿Por qué te atacó?

Miro hacia atrás. Luis me observa, esperando lo evidente, esperando mi confesión.

-Buscaba esto.

Saco despacio la gema de mi bolsillo y huelo la euforia en el interior de Luis.

-Lo sacaste del primer cajón de tu mesita de noche antes de huir... ¿Qué es eso?

-Algo que cambiará mi vida por completo. ¿Confías en mí?

-Siempre.

Siento a Luis aproximarse, se acerca con paso paso decidido y firme.
Alejandro se sobresalta a verlo.

-No tengas miedo. Es un amigo. Me ha ayudado a comprender por qué me atacaron.

-Eres débil, frágil, y además, ese alfa sabe que Isis quiere protegerte. Te has metido en un buen lío, humano.

Irrumpe Luis de repente, con prepotencia.

-Me llamo Alejandro.

-Nadie te ha preguntado -dice despectivo e irónico -Isis, tienes que venir conmigo.

-No puedo dejar mi hogar....

-Estás poniendo en peligro a la gente que quieres.

-¿Es que no la has oído? -dice Alejandro -no quiere ir contigo, chaval.

La atmósfera que nos envuelve se vuelve gélida e incómoda.

-Cuánta osadía. ¿Hablas así a todos los tíos capaces de arrancarte cada miembro en cuestión de segundos?

-Solo a los que me parecen gilipollas.

-¡¡Parad!!

Digo con mis ojos de lobo y mis caninos afilados y amenazantes. Me atacan los nervios, ¿Qué demonios hacen? ¿Por qué discuten?

-No puedes irte, no quiero que te vayas. Te...

-No voy a irme.

Le respondo a Alejandro, mientras miro a Luis muy seria.

-Luego no digas que no te lo advertí, pequeña. Ahora debemos ir a tu casa, tenemos que captar la esencia del alfa que buscaba deshacerse de tí y de la autoridad de la gema.

-No entiendo nada... -dice Alejandro, confuso.

-Te lo explicaré todo, te lo prometo.

Digo con voz tranquilizadora mientras sostengo su mano.

Caminamos hasta mi casa. La puerta destrozada nos da la bienvenida, y el desorden del interior me pone los pelos de punta.
Luis se adentra sin permiso en cada uno de los rincones de mi casa y olfatea cada parte de la misma, por insignificate que sea.

-No reconozco su olor. No forma parte de mi manada.

Siento el alivio en su interior.

-¿Te preocupaba que formara parte de tu manada?

-Mi padre es el alfa. Así que si la pregunta es que si me preocupa que mi padre sea un traidor, la respuesta es sí.

-No... no lo sabía.

-Tú no sabes nada de nada.
Ahora, si no te importa, volveré a casa. Creo que todos querrán saber que Mama Killaq ha vuelto a nacer.

IsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora