IX

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Me contempla totalmente en silencio, para segundos más tarde envolverme entre sus fuertes brazos. Me siento tan... segura. Su abrazo me reconforta y una alegría silenciosa nace en mi interior.

-Tranquila, pequeña.

Se separa de mi cuerpo y me besa en la frente.

-¿Qué... cómo...?

-Sabía que algo iba mal, por alguna razón tengo una conexión extremadamente fuerte contigo. He sentido tu dolor y he venido lo más rápido que he podido.

Me queda sin palabras. ¿Cómo ha podido sentir mi tristeza desde tan lejos? Nunca había analizado un sentimiento a más de unos pocos metros de distancia, creí que era imposible hacerlo. Al menos con los humanos.

-Gracias. Te... necesitaba.

No sé por qué lo he dicho. No sé si es cierto. Yo... me siento tan confusa cuando aparece. Mi aire parece agotarse cuando lo tengo junto a mí.
Sus ojos grises y la proximidad de su cuerpo despiertan en mi interior sensaciones que hasta ahora eran totalmente desconocidas para mí. ¿Qué es esta sensación?

-Te necesito.

Dice mientras sus pupilas se clavan sobre las mías.
Coloca sus manos sobre mis hombros y trago saliva. La atomósfera que se ciñe sobre nosotros se carga de electricidad. El éxtasis y los nervios imposibilitan el uso de la razón. Soy incapaz de analizar sus emociones en este estado de euforia silenciosa.

Suspiro y observo su mirada perfecta y misteriosa mientras desciende y se posa sobre mis labios gruesos y delicados. Quiero que me bese, necesito que lo haga.
Da un paso al frente, decidido. Sus manos dejan de reposar sobre mis hombros y pasan sobre mis brazos, acariciando mi piel de manera descendente.

Tomo una bocanada de aire con dificultad mientras una de sus manos sujeta mi barbilla, alzándola con suavidad.
Su mirada hace que me transporte hacia mundos totalmente desconocidos. Ese gris pálido hace que me derrita por dentro.

-Nosotros, no somos como los humanos -dice en un tono diferente, casi susurrando -las sensaciones, los sentimientos, nuestros sentidos, todo es mucho más... intenso.

-¿Ah, sí? -Digo alzando una ceja, sin apartar la vista de su boca.

Veo un atisbo de sorisa hacer aparición sobre su rostro perfecto y de ensueño.
La mano que no sujeta mi barbilla se posa sobre la hendidura de mi espalda. Me acerca a su cuerpo despacio y coloca sus labios sobre los míos. Nos vemos envueltos en un beso tierno y tímido que poco a poco evoluciona hasta llegar a clasificarse como pasional.
Cuando nuestras bocas se separan, ambos abrimos los ojos. Nuestros ojos ya no son unos ojos corrientes, ya no son humanos. Me pierdo en la profundidad de sus inmensos iris grises.

Pongo la gema con delicadeza sobre la repisa del espejo del baño y siento como Luis contempla mis piernas desnudas, con descaro. Se coloca justo detrás de mi cuerpo y me deleito con la sensación suave y desconcertante que produce su respiración sobre mi nuca.
Sus labios se posan sobre el lado izquierdo de mi cuello y dejo caer mi cabeza hacia el lado opuesto, volviéndolo accesible. Mis iris enormes se ven reflejados en el espejo. Manchas inmensas, casi negras, que hacen casi imposible distinguir mis pupilas.

La luz entra por la ventana. Es suave, agradable, relajante. Emito un sonido tierno y quejoso mientras giro sobre mí misma. Mi cuerpo se topa con un muro de piel cálida y firme.
Espera, ¿Qué? Me incorporo algo sobresaltada y descubro la identidad del muro que carne y hueso: Luis. Su espalda fuerte e inmensa está decorada con un tatuaje.
Acaricio la piel oscurecida por la tinta mientras Luis se extremece.

-Qué, ¿No piensas dejarme dormir? -dice irónico -Primero ese dichoso despertador, luego tú...

-¿Despertador?... ¡Las clases!

-Creo que ya es un poco tarde para eso, pequeña.

Tomo el despertador entre mis manos para corroborar sus palabras. Efectivamente, es demasiado tarde.
Vuelvo a colocar el despertador sobre mi mesita de noche y me incorporo despacio.
Llevo puesta la camiseta de Luis. Esa camiseta lisa de color blanco. Puedo sentir su olor incrustado en cada fibra del tejido.

De repente, recuerdo la gema. Mi gema.
Doy un salto y salgo de la cama mientras corro en dirección al baño.
Grito. Grito con fuerza. Esto hace que Luis aparezca rápidamente y aterrado.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien?

-No está.

-¿El qué?

-La piedra. La piedra preciosa. Mi gema.

IsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora