10 de abril de 1912. Southampton (Inglaterra)
Todavía recuerdo ese día, de verdad que sí. Cada día que pasa se marca a fuego en mi piel. Como si hubiese pasado ayer.
Aun podía recordarme en aquel puerto tan repleto de gente, hasta el punto en el que no cabía ni un solo alfiler, Southampton se había convertido en el ojo de cualquier periodista por tan importante acontecimiento. Había una gran expectación y ni siquiera sabía el por qué. No me solía importar lo más mínimo las celebridades de aquel entonces ni de las fiestas patronales. No me podía permitir esa clase de lujos pero al ver tal grupo de gente reunida me fue imposible no pararme a averiguar de qué diablos se trataba aquella agrupación de gente. Eran cientos, quizás... Miles las personas curiosas y reunidas en aquel puerto.
Recuerdo los gritos del gentío, las risas y los lloros por las despedidas. Y de repente tenía en frente el porqué de aquel revuelto y de aquellas despedidas. El Titanic.
El cielo estaba completamente despejado, no había una sola nube que amenazara con arruinar aquella inauguración. El sol caía sobre aquel enorme transatlántico, haciéndolo brillar más si cabía. Aun puedo recordar el olor a recién pintado, como quien dice.
Cuanto más miraba aquel barco más me cautivaba, era como si me llamara. Como si quisiera que embarcara en él. Volví mi vista sobre el gentío de nuevo, mi mejor amigo se encontraba conmigo aquel día, y quizás estaba más excitado que yo viendo aquel panorama.
Los que se quedaban en tierra se despedían de los afortunados que ya se encontraban en la cubierta, despidiéndoles con la mano, pañuelos blancos o con sombreros. Buscaban una oportunidad en otro país, una felicidad que nunca les llegó.— ¡Mira esos coches Reita!— Me decía mi amigo, tirándome de la manga de la camisola totalmente emocionado.
Era inevitable no sonreírle, era la felicidad personificada. Ni en los momentos más cruciales de nuestra vida en la pobreza perdía su luz, su felicidad y mucho menos la sonrisa.
—Ya lo veo Shima, gente rica...
Shima no dejaba de saltar a mi lado aplaudiendo como un enajenado, como un niño con un juguete nuevo. Su cabeza se movía a todos lados, observando cada escena que transcurría a nuestro alrededor, intentando captar cada detalle de aquellos ricachones. Para mi eran totalmente indiferentes.
Sus coches cargados de maletas de las mejores marcas, y en su interior más ropa cara que yo jamás me hubiera podido permitir por aquel entonces. Sus trajes de gala, joyas, dinero... Todo lo que no teníamos ni Shima ni yo ni en nuestros mejores sueños.—Ojala pudiera siquiera montarme unos segundos en un coche de esos...
Le sonreí dándole unos topecitos en su espalda, animándole.
—Siempre nos quedarán los sueños.
Recuerdo su cara de suma amargura, encogiendo mi corazón. Pasé mi brazo por su cintura y lo pegué a la mía, sonriendo.
—Venga quita esa cara tan larga, vamos a inspeccionar esos coches a ver que podemos encontrar.
Me sonrió emocionado, agarrándome del brazo y echar a correr entre risas. Era inevitable no sonreír con él.
Nuestra infancia no fue lo que se dice buena ni mucho menos fácil y sencilla. Quedándonos huérfanos con apenas quince años. Éramos amigos desde la niñez, hermanos como quien dice. Crecimos juntos, maduramos juntos y no hacíamos nada el uno sin el otro. Éramos Cómplices.
¿Qué cómo nos buscábamos la vida?, ¿De qué vivíamos?, una palabra lo define todo. Robando. Estafando. Cualquier cosa valía para llevarnos un pedazo de pan a la boca. Sin estudios ni oficio... Era imposible encontrar un empleo, digamos, decente por aquel entonces. Tiempos difíciles para "la tercera clase". El poco dinero que conseguíamos era principalmente para comida y ropas ya usadas. Cuando reuníamos suficiente dinero nos podíamos permitir una cama en algún motel de mala muerte. Yo me quejaba, más bien me enfurecía vivir así, pero ahí estaba Shima para hacerme sonreír y hacerme olvidar nuestra tortura e infeliz vida, recordándome que el dinero, las propiedades y los lujos no daban realmente la felicidad. Que él era feliz si estaba a mi lado, no le importaban las condiciones. Realmente tenía razón, me hacía recordar quienes somos y todos terminábamos en el mismo lugar. Seamos ricos, pobres o animales. A la muerte. Me abrazaba en las heladas noches de Southampton a aquel cuerpo y en menos de un minuto el sueño me arrastraba. Siempre estaba ardiendo... Todavía recuerdo su calidez.
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My Heart Will Go On
FanfictionUn enloquecedor amor que no fue buscado y repleto de obstáculos. Un barco y solo un destino final. ¿Estáis dispuestos a embarcaros en él? ReitaxRuki (Pareja principal) AoixUruha (Pareja secundaria, cuando aparecen)