Capítulo 3

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11 de abril de 1912.  Por la tarde...

Mientras me encaminaba hacia mis dos amigos, estos no dejaban de sonreírme ampliamente de manera sospechosa. Cuchicheando entre susurros. Llegué a aquel banco de madera donde me esperaban sonrientes y divertidos. Alcé una ceja sin comprender nada de lo que estaba pasando.

— ¿Qué se supone que os hace tanta gracia?

Al escuchar mi pregunta se miraron y se sonrieron con pillería, acabando por volver su vista hacia mi persona. Realmente me estaban poniendo nervioso tanta risa y miradas cómplices que no conseguía comprender. Odiaba ser el centro de atención y por primera vez en mi vida lo estaba siendo.
Sus miradas cómplices y sus risillas no ayudaban a calmar mi nerviosismo, lo empeoraban trágicamente. Apreté los puños, suspirando.

—Vale Shima, si no me lo cuentas hoy dormirás en ropa interior. — Le chantajeé.

Los ojos de Shima se abrieron al escuchar aquello, poniendo una mueca de auténtico terror. Clavó su vista hacia Aoi que le sonreía divertido alzando sus dos cejas. Tornó su sonrisa en una mueca divertida y se encogió de hombros.

—No le digas nada que quiero verte en ropa interior Uruha. — Le sonrió de medio lado.

Su rostro se volvió completamente rojo e intentó no mirar a Aoi.

— ¿Y bien? — Pregunté ya, harto.

Shima suspiró, cediéndome un sitio en aquel banco. Quiso que me sentara en medio de ambos pero para incomodarlo, me senté a su otro lado. Me regaló una mirada de odio, contestándole con mi mejor sonrisa traicionera.

—En realidad no es nada Reita...

—Pues si no es nada cuéntamelo de una jodida vez.

Aoi continuaba sonriendo, esperanzado porque no consiguiese que Shima abriese la boca.

—Yuu y yo hablábamos sobre ti y el chico con el que estabas hace un rato... — Suspiró. — Hacéis una buena pareja, sólo estábamos jugando.

Alcé una ceja con suficiencia.

—Definitivamente sois idiotas. — Abrieron la boca sorprendidos, bueno, Aoi más bien dramatizaba. Le sonreí negando con la cabeza. —Shima, aquel chico era el rico con el que discutimos en el puerto.

— ¿Era él? — Preguntó Aoi, metiéndose en la conversación. —Sí parece un crío, es enano. —"Y tiene unos ojos preciosos..." Pensé en mi mente. Me sorprendí de mi propio lapsus mental y decidí ignorarlo. —Pues sí que parece japonés o al menos asiático pero sus ojos son asombrosos. Parecen sacados de este mismo océano.

Asentí dándole la razón por pura inercia. Mi subconsciente me estaba traicionando.

— ¿Y qué quería? ¿Qué te decía?

—En realidad nada... Creo que acabó por ofrecerme un empleo.

Esta vez abrieron la boca sorprendidos de verdad, especialmente Shima. Me miraba como si me hubiera vuelto loco o como si se le hubiese caído un mito. En realidad entendía su confusión, me sentía igual.

—Le habrás dicho que no... ¿no? — Me preguntó recalcando ese último no.

Miré hacia otro lado haciéndome el despistado, como si no hubiera oído tal pregunta.

—Oh Dios... — Un susurró de Shima afloró de su garganta. — ¡Te has vendido!

—Bueno en realidad no ha sido así... El trabajo me lo he dado yo mismo podría decirse. — Dije encogiéndome de hombros intentando restarle importancia al asunto.

My Heart Will Go OnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora