Capítulo 7

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14 de abril.

Hoy era el gran día. Abrí mis ojos descubriendo lo temprano que era todavía al ver a Shima y Aoi durmiendo plácidamente uno junto al otro. Apenas pasaba la luz por la pequeña escotilla, aún estaba amaneciendo. Mi nerviosismo y ansiedad por la excitación me impedía cumplir con mi propósito de dormir. Me dolía la mandíbula de sonreír, no dejaba de hacerlo. Sentí como mis nervios se clavaban en mi estómago, como mis manos se movían inquietas y ansiosas... Me levanté de la cama sin importar la hora que era y comencé a rebuscar en mi bolsa algo de ropa al menos, limpia. Quería impresionarle, quería que me dijera lo guapo que me había puesto para él. No tenía mucha ropa en cierto modo y decidí improvisar. Una camisa blanca, unos pantalones de tiro recto marrón claro añadiéndoles unos tirantes negros que pasaban por mis hombros. Busqué entre todo el conjunto de ropa apiñada en una bola uno de mis abrigos, si es que se les podía llamar así. Como era de esperar estaba demasiado arrugado para ponérmelo. Maldecí entre susurros y opté por coger el de Shima que estaba perfectamente colgado en el barrote superior de la litera. Era de un negro intenso, llegándome por las rodillas. Salí pitando de aquel camarote. Necesitaba distraerme y darme una buena ducha estaba seguro de que conseguiría calmarme.

Hacía más frío de lo normal, podía notar la gélida brisa por todo mi cuerpo mientras andaba por los pasillos. Mis dientes tiritaban, acabando por abrazarme a mí mismo. Era demasiado fría aquella mañana... Llegué a los baños y como era de esperar me encontraba solo. Comencé a ducharme deseando que el agua fría calmara el horrible frío que me estaba devorando por completo. Abrí el grifo que correspondía al agua caliente que cayó directamente sobre mi cabeza, creando pequeños chorros que descendían por mi cuello, pecho y espalda. Envolviéndome de ese calor que tanto necesitaba. Algunos mechones de pelo se pegaban a mi frente, encharcando mi cara. Apoyé una mano en la pared de aquella ducha, sosteniéndome mientras el agua me cubría por completo. Volviendo a sentir la calidez en mi piel.

Después de aquella ducha me acabé de arreglar y vestir, sintiendo ese hormigueo que me ponía todavía más nervioso. Tampoco conseguía borrar la sonrisa ni la emoción de mi interior, que gritaba, por mi garganta. Podía notar como los latidos del corazón se aceleraban cada vez que su rostro se formaba en mi mente. Y su sonrisa, contagiaba la mía.

Era el primero en llegar al comedor, como era de esperar. Aunque pasé unas horas entre los chorros calientes del agua, despejando mi mente. Desayuné con toda la parsimonia del mundo mientras veía como los pasajeros iban llegando al comedor. Bostezaban, se pasaban las manos por los ojos, aun adormilados. No sentía ningún tipo de sueño en lo que llevaba de mañana. La primera vez que no sentía que el sueño me arrasaba, estaba completamente ausente en mi interior.

Recogí mis cosas y salí del comedor, ojeando el gran reloj de la estancia. Todavía faltaba una hora para mi encuentro con Ruki. Las horas pasaban tan lentas y pesadas, acabando por conseguir sacarme de quicio en algunos momentos. Volví al camarote en busca de entretenimiento, encontrándome de lleno con él. Shima estaba en el suelo, retorciéndose de la risa mientras que Aoi blasfemaba mirándole con odio.

—¿Qué ocurre aquí?— Pregunté con una sonrisa en los labios.

—Anda, el desaparecido.— Me sonrió Shima —Yo que te quería despertar...

Puse mis ojos en blanco negando con la cabeza. Aoi seguía en sus trece, quejándose y maldiciendo cosas sin ton ni son.

—¿Y a ti que te ocurre?

Clavó sus negros ojos en mí, apretando la mandíbula.

—Shima que es idiota.

Solté una pequeña carcajada, volviendo la vista a mi amigo.

My Heart Will Go OnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora