Todos abordo

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Tenía la bonita costumbre de sonreír sin parar,
y también de estar todo el día haciendo reír a los de su alrededor.
Estaba llena de alegría,
euforia,
y
todo lo que nadie podía encontrar en otra persona,
solamente lo tenía ella.
Y si no cuando empezaba a dar vueltas,
y a sonreír,
pensando que vivía en su propio cuento
y que nada ni nadie la podía frenar.

Era la dueña de su propio barco y sabía que era capaz de salvar miles de alegrías,
aunque la que siempre llevaba presente
era la suya.
Tenía abordo todas las de ganar,
había vuelto,
pero había vuelto más fuerte que nunca,
sonriente,
y de coraza dura.

Era increíble ver cómo alguien tan pequeña
podía ser tan grande,
tan grande como el Titanic,
y tenía que decir que aquel embarcadero,
tenía una dueña,
con la sonrisa más bonita,
que podía lucir.

Cuida de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora