Capítulo 10.

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Hae, se encontraba en el sofá individual, siendo observada por todos. En especial por Han, quien, a pesar de adorar a aquella chica, estaba enojada por el susto que le había hecho pasar. De todos allí, era la más sensible cuando de miedo hablábamos; no podía soportar ni siquiera una película de las de Scary Movie, y eso era mucho que decir.

Myn y Hoseok, por su parte, la miraban con una gran sonrisa. Era la prima con la que mejor se llevaban, eran prácticamente mejores amigos, pues, siempre que necesitaban apoyo, estaban ahí el uno para el otro. Los demás, la miraban con cierto enojo, pero felices de ver a su antigua amiga.

—Espero que me hayas traído algo, porque si no te puedes ir por donde mismo viniste— bromeó Myn, sentándose sobre sus piernas y abrazándola.

—En cierto modo les traje algo a ti y a las chicas— respondió con una gran sonrisa —Por cierto, Han— La pelinegra enarcó una ceja en respuesta —¿Me puedo quedar aquí? No hay espacio en la casa de Myn.

—No te hubiese pasado eso si hubieses llamado antes— Le reprochó Hoseok, cruzándose de brazos y con una sonrisa bailando en sus labios.

—Quería darles la sorpresa— Se encogió de hombros y miró a Han una vez más.

—Sabes que eres bienvenida— Le sonrió la chica. La morena, asintió en respuesta.

—Bueno pequeñas demonios, ya es tarde. Nosotros nos vamos— Anunció Namjoon. Los demás asintieron, dándole la razón.

—Myn, ¿Te quedarás o te irás conmigo?— Cuestionó Hoseok.

—Me quedo— El castaño asintió.

Los chicos partieron luego de depositar un beso en la mejilla de cada chica. Ellas, una vez solas, se dispusieron a hablar de lo mucho que les hacía falta la recién llegada. Sí, eran muy unidas, pues la morena prácticamente creció en casa de su prima y, como las otras dos siempre pasaban tiempo allí, terminaron siendo muy cercanas.

—Entonces, ¿Qué fue lo que nos trajiste? — Preguntó Myn, llevándose una cucharada de helado a la boca.

—Mi persona— Respondió su prima. Las otras dos rieron.

—Muy graciosa. Hablo en serio.

—Pues...— Hae se levantó de su asiento y caminó hacia el bulto de mano que había dejado sobre el sofá. Las demás chicas la miraron —Myn— La rubia enarcó una ceja —Como últimamente haz estado toda "Monsta X es mi vida, jódanse todos" te traje esto— La mayor, al ver la carátula de cd que le extendía su prima, se lanzó sobre ella. Le había regalado el segundo mini álbum de una de sus bandas preferidas, si eso no era amor, no sabía lo que era.

—¡Eres la mejor!

—¡Lo sé, lo sé!— dijo entre risas, mientras se echaba el pelo hacia atrás, dándose aires de diva. —Para nuestro sol...— Sacó una camiseta blanca, en ella se podía divisar la foto de Jackson en la parte de atrás y, en letras cursivas, se podía leer "If you're not Jackson, don't even look at me" en la parte del frente.

—Wow, eso es tan Sunny— dijo Myn, provocando risas por parte de las demás. La castaña, le dio un fuerte abrazo y, luego de muchos "gracias" y brincos como si de una chiquilla se tratase, se colocó la camiseta por encima de la ropa que llevaba puesta.

—Me encanta— dijo, con una gran sonrisa.

—Obvio, tiene al Jackson— La molestó su prima, esta, como toda persona madura que era, le sacó la lengua.

—Y, para nuestra maknae no maknae— Han, rió. No, no era la más pequeña de ellas, sin embargo, era la que todas querían proteger, era como su hermana menor. Hae, sacó un abrigo de baseball, de un size más grande que el de la pelinegra; en el lado izquierdo estaba bordado el logo de Exo y, en la parte de atrás, se podía leer "Mrs. Byun".

La pelinegra no supo qué decir. Simplemente le dio un gran abrazo a su amiga y le dijo algunos veinte "gracias" seguidos. Hae, rió y correspondió el abrazo.

—Ahora, el que le toca a todas— La morena les dio una gran sonrisa y sacó una bolsa llena de dulces, entre ellos chupetines, mentas, chicles y chocolates.

Los ojos de la pelinegra brillaron con admiración. Si había algo que Han amaba, eran los dulces; razón por la cual Sun siempre debía estar presionándola y guardando todo chocolate que llegara a la casa.

—¡Dulces!— Chilló, levantando ambas manos y dirigiéndose hacia Hae.

—Alto ahí, jovencita— La detuvo Sun. La menor, frunció el ceño e hizo un pequeño puchero —Ya es tarde. Te saldrán gusanos en los dientes.

—Sun, ya déjala. Pareces una abuela— Le reprochó Myn.

—Si por ella fuese, solo comería dulces. Alguna aquí debe ponerle sus límites.

—No es para tanto, Sunny— dijo Hae, apoyando a su prima. Las tres chicas le hicieron pucheros y le susurraron muchos "por favor".

—Bueno ya. Solo un par y luego a la cama. Mañana hay escuela— Las tres asintieron contentas y se dispusieron a comer los dulces que habían en la bolsa. Sun, negaba levemente mientras veía como su prima se llevaba hasta tres monedas de chocolate a la boca.

—Para, te vas a atragantar— Se rió la castaña.

—Debo comer todo lo posible mientras pueda— habló Han, con la boca llena de chocolate.

—Qué asco, límpiate la boca— La recriminó Hae, la pelinegra asintió y tomó una servilleta para luego limpiarse el desastre que tenía en la boca.

El tiempo pasaba volando, cada una de las chicas se encontraba en su respectiva habitación. Myn, como siempre se quedaba la habitación de huéspedes, tuvo que compartir cama con su prima, quien no estaba muy contenta por aquella situación, sin embargo, tuvo que adaptarse.

Todas se encontraban ya dormidas, o bueno, casi todas, pues, en la última habitación del segundo piso, había una persona dando vueltas en la cama. Se sentía ansiosa y no sabía la razón. Sus manos sudaban y el pecho comenzaba a dolerle. ¿Cuál era la razón? Nadie lo sabía. Ni siquiera los doctores que la habían tratado años atrás sabían la razón por la cual la pelinegra sufría aquellos ataques de ansiedad, no obstante, había algo que sabían: cómo se calmaba.

Han, se levantó de la cama, entró sus pies en las pantuflas de conejo que poseía y se dirigió a la habitación que se encontraba frente a la suya. Respiró profundo y entró.

La habitación seguía intacta. Incluso los libros de las tareas que hacía su hermano antes del accidente se encontraban sobre la mesita de noche. A la izquierda de la cama, se podía apreciar un gran librero que no solo contenía libros, sino que allí también se encontraban todos los discos de Zion.T.

Debajo de estos habían varias fotografías, entre ellas, la preferida de Han: Jungkook, la llevaba sobre su hombro, mientras esta se encontraba luchando por ser bajada de allí, sin embargo, en su rostro había una gran sonrisa; aquel era uno de los mejores momentos que había vivido. Y el último que vivió junto a él.

Recordaba perfectamente aquel día, todos sus amigos se habían reunido en el parque para celebrar el cumpleaños del mayor de los Jeon. Tae, como siempre había sido fan de molestar a la hermana de su mejor amigo, había decido hacerle una broma junto al mencionado. Fue así como, luego de hacerles una rabieta, la chica terminó sobre los hombros de su hermano.

No sabía cuándo había comenzado a llorar, pero sus mejillas estaban mojadas y en el retrato caían pequeñas lágrimas. Cuánto no daría por volver a aquel momento. Cuando eran felices, cuando no tenían los problemas familiares sobre ellos. Cuando podían ser ellos mismos.

La chica dejó la fotografía en su lugar y se dirigió a su cama. Allí, se metió bajo las sábanas que aun conservaban el aroma de su hermano, y luchó contra las lágrimas por un largo rato.

"Yo también te extraño, chiquita".

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Butterfly; Taehyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora