Nota: Antes de nada, quiero pedir disculpas de forma sincera, he dejado apartado Buscando Ángeles por mucho tiempo, varios meses sin exagerar y la verdad es que no hay ninguna excusa válida, simplemente las ganas de escribir desaparecieron,mi musa se fue, adiós inspiración. Ahora he vuelto a terminar lo que empecé porque en el fondo no me gusta dejar las cosas a medias. Paula, te dedico el capítulo. Se te quiere mucho.
Y no, por supuesto que no fue sencillo atrapar a este señor mayor, por llamarlo de alguna manera, porque no se ha dignado a dirigirnos la palabra. Si hay algo seguro es que no es normal, si puede vernos es por algo. Tengo que decir, que Christian está en una forma física increíble, después de diez minutos corriendo tras este hombre, aún cuando Kairi y yo ya habíamos parado presas del cansancio, él siguió tras nuestra “presa” hasta que consiguió darle caza.
-No te repetiré una vez más que nos digas quién eres.- Christian apretaba los dientes de forma exagerada cada vez que hablaba, para hacerse el duro frente a aquel hombre quizás, o quizás porque era un chico duro oculto tras aquella cara angelical y esos labios…
El hombre carraspeó. –Amanda…-dijo lentamente. Vaya otro que se sabe mi nombre, pensé. Levantó la cabeza y me miró desde aquel banco del parque en el que lo teníamos “prisionero”.
-Yo he venido a protegerte de ellos…-dijo con la voz ronca. ¿Pero protegerme de quién?
-¿A qué te refieres?- pregunté yo. Él calló por unos segundos y luego volvió a hablar.
-De él. De esta bestia sin corazón. –dijo señalando a Christian. –Y de tu madre. Tú no eres como ellos, mi niña pequeña, tú no.- Nosotros tres nos miramos por unos segundos. Este hombre no estaba bien de la cabeza. ¿Protegerme de mi madre?, pero si es una santa, pensé. Christian posó de nuevo su mirada sobre aquel hombre.
-Soy yo el que la está protegiendo a ella.- respondió sin más. El señor se levantó y se acercó a Christian el cual adoptó una pose totalmente defensiva.
-Sé perfectamente lo que eres.-dijo acercando su cara a la de mi rubio amigo mientras clavaba en él sus ojos de forma amenazante. Desde mi posición pude ver a Christian tragar saliva como si tuviera miedo. Yo volví a mirar a Kairi pero ella estaba tan desconcertada como yo, de modo que decidí tomar la iniciativa.
-Quiero que me digas de una vez por todas quién eres y por qué estás aquí- dije con voz suave aunque firme, el hombre se separó de Christian que seguía petrificado como si hubiera visto a un fantasma.
-Amanda… soy tu padre.- Yo pestañeé varias veces antes de contestarle.
-Mi padre está muerto.- dije finalmente recordando aquel incendio cuando era apenas una niña de seis años… Aún lo recordaba como si hubiera sido ayer, el fuego devoró a mi padre, a la casa, lo devoró todo. Fruncí el ceño en espera de una respuesta por parte de aquel hombre, pero no me respondió, se limitó a sentarse en el banco.
-Es mejor que nos vayamos de aquí Amanda… Este hombre no supone una amenaza.- dijo Christian acercándose a mi hombro. Llegaron a nuestros oídos unas risas provenientes de aquel desesperante hombre.
-¿Quieres saber mi nombre Christian?.- Sonrió maliciosamente antes de continuar. –A pesar de que ya sabes perfectamente quién soy, ¿quieres que te diga mi nombre pequeño demonio? Me llamo Eric, y recuérdalo porque te voy a dar mucha guerra.- Al instante se desvaneció como si de polvo se tratase y desapareció.
La casa era acogedora no puedo negarlo, Kairi y su madre tenían un gusto increíble para la decoración.
-¿Estás segura de que puedo quedarme aquí?- pregunté sentándome en aquella cómoda cama. Kairi sonrió.
-Claro que sí, pero no me rompas nada con tus arrebatos demoníacos.-dijo guiñando un ojo. Yo no le encontraba la gracia a mi bipolaridad pero bueno…
-No lo haré tranquila.- sonreí también por cortesía y Kairi abandonó la habitación.
-Tienes toallas en el baño.-dijo desde fuera.
Bueno, ahora estoy aquí más sola que la una, pero es mejor que estar en la calle, pensé. De repente oí unos toquecitos en la puerta, pensé que era Kairi de modo que fui a abrirla. Para mi sorpresa no estaba Kairi sino Christian.
-¿Qué haces aquí?- pregunté, e inmediatamente después me di cuenta de que quizás había sonado demasiado cortante. Él se apoyó en el marco de la puerta y enarcó una ceja de forma sugerente. -¿Christian? ¿Hola?-dije de nuevo al no encontrar respuesta por su parte.
-Puedo pasar.-dijo afirmando y entró a la habitación.
-Oh sí Christian, puedes pasar, gracias por preguntar. Oh sí, siéntate en mi cama.-dije de forma irónica al verlo sentarse.
-Técnicamente no es tu cama.- respondió él sonriendo. Yo apreté los dientes, odiaba a los tíos que iban de enterados.
-Técnicamente eres idiota. He tenido el peor día de mi vida Christian, soy prófuga, medio demonio, medio ángel, a veces invisible, me busca una loca con ángeles de piedra para matarme… ¿Puedes darme una noche para asimilar todo esto?-pregunté sentándome en la cama sintiándome completamente agotada. Christian se acercó un poco más a mi, hasta el punto de rozarnos.
-Amanda…. No tienes ni idea… ni idea de lo que puedo hacer y no hago…- dijo lentamente y con una respiración que yo hubiera asociado a una situación más íntima.
-¿Te pasa algo?-pregunté poniendo mi mano en su frente para comprobar si tenía la temperatura alta. Estaba hirviendo. –Dios mío Christian, tienes fiebre-dije totalmente asustada. Él me miró y apartó mi mano de su frente para agarrarla junto a la suya.
-No sabes cuánto me ha costado tenerte cerca hoy y no besarte…-dijo acercando sus labios a los míos, fue respondido con mi mano en su cara, lo que parece que lo hizo despertar. –Am… Amanda… yo…lo siento yo no… no soy yo…- dijo levantándose rápidamente de mi cama y saliendo corriendo de la habitación.
Lo que me faltaba, pensé, un ángel salido.
ESTÁS LEYENDO
Buscando Ángeles- El reino de piedra
Fiksi IlmiahY entonces, sin quererlo, sin pensarlo siquiera, cambié, renuncié a todo por él. Porque eres lo que eliges ser, no lo que los demás quieren que seas.- Amanda.