¿Cuántas personalidades ha de tener un escritor para dar vida a tantos personajes diferentes? ¿Cuál debe ser la enfermedad mental que les permite crear a todos esos entes cada uno con su rol, cada uno con su verdad? Siempre he pensado que los escritores están locos… Me gustaría estar loco como ellos.
Una de mis mejores amigas , a la que considero mi hermana, siempre me dice que aquellos capítulos en los que me inspiro en mí mismo para escribirlos son los que más le gustan.
“One thing, I don´t know why, it doesn´t even matter how hard you try.”
In the end- Linkin Park.
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¿Él?
Caminé con paso ávido hacia la cocina, pensé en si quizás me había excedido al darle un puñetazo a Paul ayer… Pero no me había excedido, ¿o sí? ¿Había hecho mal? Entré en la cocina aún descalzo con la esperanza de encontrarme a Paul allí, pero no estaba, de modo que me dirigí hacia su habitación. Al llegar me dispuse a tocar en la puerta pero estaba entreabierta de modo que me tomé la libertad de entrar, miré hacia su cama y tampoco estaba ahí. Estaba empezando a preocuparme por él cuando oí el agua de la ducha, respiré más tranquilo y me senté en su cama a esperarlo.
Paul cantaba desde la ducha, yo conocía la melodía que recitaba… Paul estaba cantando Into your arms de The Main.
-“There was a new girl in town, she had it all figured out…”- le oí cantar desde el baño. Segundos después el agua dejó de caer y Paul abrió la puerta y salió del baño sólo con una toalla.
-“Let me back into your arms…”-continué yo con la canción allí donde él lo había dejado.
-¿Qué coño haces aquí?-preguntó él de la única forma que yo me esperaba que preguntara. Yo callé unos segundos.
-Paul… tenemos que hablar de lo de ayer. Mira, yo…-
-Vete.-dijo cortante. Yo volví a callar, él tenía todo el derecho del mundo a odiarme más de lo que ya me odiaba. –Vete.-repitió señalando hacia la puerta.
-Vamos Paul… no te comportes como una tía ofendida.-dije casi sin pensar. Él decía que me odiaba, pero nunca había visto el odio en sus ojos, nunca hasta ese momento. Se acerco a mí, tanto que pude ver el vapor que aún salía de su cuerpo por el agua caliente de la ducha.
-Eres un hijo de puta, eres un hipócrita, Christian, eres un hipócrita.- me miró a los ojos fijamente mientras me decía aquellas palabras que me dolían tanto porque eran verdades.
-Paul porfavor…-dije con la poca voz que la vergüenza me permitía. –Perdóname.-
-Que te perdonen ellos.-dijo él. –Que te perdone Amanda, si puede.-
Salí de su habitación casi arrastrando los pies, no esperaba que Paul me perdonara, no. Pero tampoco esperaba que sus palabras me afectaran tanto, Paul sabe todo mi pasado y es por eso que puede hacerme daño con él cada vez que quiera. Me paré por un segundo, no, mi orgullo seguía ahí, me di la vuelta y volví a entrar en su habitación, esta vez con otra actitud.
-¿Es que tú nunca has cometido un error?- Grité de forma exasperada. Paul intentó contestarme pero no lo dejé. –Oh, perdóname pequeño Paul, tú eres el chico perfecto ¿verdad?, tú el que nunca miente, tú el único que puede juzgar y cuestionar a los demás. Éste es mi pasado.-dije abriendo los brazos en cruz. –Yo lo decidí así, yo decidí equivocarme. ¡Pero tú no tienes ningún derecho a recordármelo a cada rato!-dije señalándole con mi dedo índice.- Paul tenía los ojos abiertos como platos. -¿Qué pasa? ¿Crees que tus complejos y tus mierdas se escudan o se resuelven recordándoles a los demás que no son perfectos?- baje la voz por un segundo.- Tú no eres mejor que yo Paul, no tienes ningún derecho a cuestionarme… ninguno.-
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Buscando Ángeles- El reino de piedra
Science FictionY entonces, sin quererlo, sin pensarlo siquiera, cambié, renuncié a todo por él. Porque eres lo que eliges ser, no lo que los demás quieren que seas.- Amanda.