Capítulo 5.

237 16 1
                                    

Le entregué la espada a Q y guardé mi daga, acercándome hasta él que ya estaba esperándome encima del caballo. Me subí a su lado y los pensamientos que me venían ahora mismo no tenía ni idea cómo formular cada uno porque por su aptitud parecía bastante enfadado.

Cogí las riendas del caballo y nos pusimos de camino, durante la mayoría del trayecto seguíamos en silencio pero de vez en cuando le miraba de reojo tratando de averiguar la forma en la que empezar la conversación, no se me daban bien estas cosas.
-Quentin...-Comencé a hablar pero no me dejó ni seguir con la segunda palabra parándome en seco.-
-Amberle me llevó al palacio, nunca había visto algo tan precioso delante de mis ojos, tantos lujos que allí nosotros no tenemos pero lo que realmente me sorprendió era el trato que recibí, en ningún momento he estado encerrado, la princesa ha estado conmigo la mayoría del tiempo ocupándose de mis caprichos hasta que llegó vuestro encuentro pero... ¿sabes lo que realmente me cabrea? Que les sigas odiando a pesar de eso.


Sus palabras nunca habían sonado de esa forma al referirse a mí, pero aún así no lograba entender lo que quería decir. Era un niño y seguramente habían conseguido manipularle de cualquier forma.


-No entiendes nada, no tienes razón de ser. Que tus sentimientos hacia ellos siempre se hayan mantenido ocultos gracias a mí no significa que ahora puedas recriminarme lo que yo pienso sobre los elfos. Y no tengo nada más que hablar sobre este tema, bastante has hecho ya con que tenga que ocuparme todos los días de una ''princesa'' porque a ti te ha dado la gana. Que esto lo hago por ti y no lo he hecho en mi vida por nadie más, no eres capaz de apreciarlo.

No controlé mi tono, no pensé en lo que podía afectar la conversación que estábamos teniendo ahora mismo en nuestra relación pero no había dependido de nadie en toda mi vida por lo que esta vez no iba a cambiar porque a un chico de 16 años se le antojara.


Nada más llegar a la aldea Q se bajó del caballo al instante pero no me preocupé ni en mirarle para saber dónde iba. Ya era de noche y mañana tendría que volver a ver a aquella chica, sin duda la suerte no estaba de mi parte.

Al día siguiente me pasé la mayoría de la mañana entrenando a varios chicos sobre el uso de las dagas, simplemente les llevaba a un lado aislado del bosque y elegía a varios para lanzarlas sobre el tronco de un árbol, quien tuviera la maña como para acertar cinco veces conseguía un favor que podría canjear cuando quisiera, de esta forma solía incitar a los niños a ser más competitivos.

Cumpliendo con mis obligaciones tuve que ponerme en marcha hacia el lago porque ya llegaba algo tarde, posiblemente a la elfa le molestaría mi impuntualidad pero tampoco iba a importarme lo que tuviera que recriminarme, al fin y al cabo era un trabajo más y después de haber pasado la mayoría del camino pensando en si realmente me valía la pena ayudarla llegué a la conclusión de que no estaba malgastando mi tiempo.
Era una princesa que tenía riquezas para variar y joyas que no le serían necesarias por lo que podría dármelas a mí y conseguir la cantidad justa por mi libertad para intercambiarla con Cephelo.

La vi esperándome junto a su caballo con una cara de pocos amigos y nada más bajarme comenzó a recriminarme sobre mi tardanza pero ignoré todo su reproche.
-La competición trata sobre hacer un circuito a ciegas desde el palacio hasta el otro tramo del bosque, supongo que no conocerás nada de esto. El caso, no te necesito para que me guíes porque ese entrenamiento ya lo tengo, más bien por el cuerpo a cuerpo.
Me mantuve en silencio hasta que terminó su explicación, dándole vueltas a la cabeza imaginando las tonterías de tradiciones que tenían. Una sonrisa se formó en mi rostro haciendo que rodara los ojos.
-Pan comido entonces, pero explícame una cosa antes, ¿de verdad te vale la pena pasar por todo esto para qué, tener un sobrenombre que a nadie le va a importar?
-Sí, es importante para mí, Eretria.
Por la entonación de sus palabras comprendí que tampoco tenía que tomármelo a la ligera pero a la vez no quería perder el tiempo porque según había entendido en su explicación previa únicamente teníamos dos días antes de la gran competición y eso era poco tiempo.

Amberle se puso el pañuelo en los ojos, quedándose en medio de la explanada esperando mi ataque. Al verla así comprendí porqué me había elegido para el trabajo, mi sigilo era difícil de combatir ante tanto ruido de la flora y fauna que teníamos alrededor.

Como primera toma de contacto decidí no acercarme de primeras, me deshice de mi chaqueta para tirarla hacia mi lado derecho y comprobar cómo Amberle se giraba al instante hacia la posición del sonido. La recogí de nuevo para esta vez ir sin hacer ningún ruido hasta colocarme detrás de ella, levantando la chaqueta por encima de su cabeza para tirarla hacia su derecha. Tenía colocada mi otra mano abierta para que cuando se girara chocara con ella.

-Eres realmente mala, princesa. –Comenté por lo bajo, haciendo que su cabeza rebotara contra mi mano por el golpe.-
-¿Princesa? ¿Desde cuánto hace que lo sabes? –Agarró mi mano con rapidez, entrelazando nuestros dedos hasta conseguir retorcérmelos y quedar yo de espaldas, intercambiando las posiciones.-
-Sabes, si me haces daño no podré ayudarte. Que sí, que lo tuyo es la rapidez pero no la inteligencia. –Retorció más mi brazo de forma que mi tono cambió por la fuerza que estaba utilizando contra mí.- Tienes que seguir tus instintos, cada ruido que escuches lo malinterpretarás en la competición.
-Quizás, pero tú me conociste en esta posición, simplemente tenía envidia. Dime, ¿qué se siente, Rover? –Pegó su pecho contra mi espalda, acercándose hasta susurrar aquellas palabras sobre mi oído.-

Junté mis labios con fuerza, abriéndolos poco a poco dejando escapar un pequeño suspiro para tranquilizarme, había encontrado mi punto débil y su susurro provocó un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Había que volver al trabajo porque la noche estaba cayendo. Di un tirón de la mano por la que me tenía enganchada para separarme de ella, en realidad no quería admitir la fuerza que tenía y el hacer todo ello aún a ciegas tenía más mérito.

Dando algunos pasos hacia atrás y esperé a que estuviera preparada de nuevo, esta vez no iba a utilizar el mismo truco de la chaqueta pero quería ver si ponía en práctica mis instrucciones.


Comencé a correr hacia ella estando de frente a mí, el objetivo era que tenía que impedirme el paso hacia el otro lado pero para cuando conseguí llegar hasta su posición intentó golpearme pero me tiré al suelo arrastrando los pies para pasar sin problemas.

-¡Mierda! –Gritó Amberle quitándose el pañuelo para tirarlo al suelo de la rabia por haber fallado.-
-No está mal, mejor que antes has sabido interpretar el sonido pero no mi movimiento, la rapidez del golpe iba bien pero tienes que tener en cuenta las habilidades de tu adversario.
Tuve la necesidad de animarla un poco, algo de pena sentía por ella ya que se veía cómo estaba esforzándose.


Me levanté del suelo para sacudirme con las manos la ropa por el polvo que había cogido de la tierra, sentándome sobre una de las piedras cercanas al río hasta que Amberle se acercó levantándome la camiseta hasta el abdomen para dejar ver la sangre de mi costado.
Parece que me había arañado al arrastrarme por el suelo, supuse que la camiseta se me habría levantado y después el roce formó la sangre.
La princesa fue hasta la orilla del lago para mojar el pañuelo que había recogido y acercarse de nuevo a mí, agachándose para ponerse a mi altura.

-No es necesario. –Comenté agarrando esta vez yo la camiseta porque era consciente de que le daría igual lo que dijera, a pesar de ello lo haría porque eso es lo que los elfos hacen, ayudar a los demás según Q.
-Me es indiferente. –Pasó el pañuelo por la herida para limpiar la sangre y así que no se infectara. Se alejó un momento ante mi vista para coger algo de su caballo y volver, abriendo una cajita que contenía un tipo de mejunje viscoso. – Mañana te quiero aquí diez minutos antes.
A la vez que pronunció esas palabras untó el ungüento sobre la herida, presionando alguna que otra vez que me hizo morderme la lengua.
-Como usted quiera, mi lady.
Hice un gesto de reverencia con la mano que la hizo sonreír, terminando de bajarme la camiseta por ella misma y acercarse hasta ir a por mí caballo pero no la permití ayudarme a subir.

[...]

A la vuelta del campamento vi a Atom teniendo una conversación con Q que hizo que me preocupara pero mantuve mi expresión firme, bajándome del caballo con la mano sobre la herida para no hacerme más daño por mis movimientos bruscos.
Esa noche no iba a cenar, se me había hecho tarde y no tenía hambre pero cuando me fui a la cama me di cuenta de que me había dejado la chaqueta en el lago y mierda, era mi favorita.

''Into the woods; Into the palace''. [PRINCESS ROVER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora