5. Mi peor pesadilla.

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Querido diario:
Lili me ha invitado a mi primera fiesta. Llevamos casi dos meses como amigas y no me ha fallado, realmente creo que no pasara nada malo. La fiesta empieza a las 11, no creo que deba ir, no encajo allí. Solo me apetece estar tumbada en la cama leyendo el libro que tantas veces he repetido. En cierta parte no quiero ir, pero mi parte mas alocada de todas dice que me levante de una vez de la cama y comience mi año nuevo vida nueva. Tal vez debería ir... Si, voy a ir. Ya son casi las 9, mi madre me llama desde abajo para que vaya a cenar. Ceno la poca comida que hay en el plato y subo arriba a vomitar todo lo que he ingerido. Mi madre ya se ha rendido, me pone poca comida con la esperanza de que no lo vomite, pero esta enfermedad me hace sentir mejor. Me miro en el espejo y aun siendo consciente de mi delgadez, mi cara de repulsión se hace presente. Prefiero bajar la cabeza hacia el suelo y ir al armario para ponerme algo de ropa. Cojo un vestido negro y mis únicos y dolorosos zapatos de siempre. Me miro al espejo y no me gusta lo que veo, aun así sigo con ese vestido, me aplico un poco de maquillaje en el rostro y un labial rojo, dejo que mi pelo caiga sobre mis hombros y me dispongo a coger el bolso y salir. No recuerdo donde era fiesta así que lo miro en móvil, tardaré más o menos 20 minutos caminando. Cuando estoy ya dentro de la fiesta el olor a cigarrillos y la música se hace presente. Busco con la mirada intentando encontrar a Lili, pero no la diviso en ningún rincón del local. Aun así sigo buscando cuando de repente una mano me coge el hombro dándome un ligero empujón.
-¿Te has perdido bambie?- Dice una de las chicas de mi instituto. No respondo, me quedo con la mirada cabizbaja, cuando me doy cuenta que estoy siendo rodeada por varias personas de mi instituto .- ¿No respondes?- dice y suelta un pequeño empujón que hace que me tambalee.
Siento como algo me moja desde la cabeza a los pies y toda la sala se llena de risas. Con las pocos ánimos que me quedan, salgo de la fiesta no sin antes haber sido insultada y empujada por mis compañeros. Ella no estaba en la fiesta, Lili no estaba y ella me dijo que estaría. Tengo ganas de gritar y salir corriendo. Así que porque no, me quito los tacones, no sin antes tirarlos a un campo que estaba frente mi. Salí corriendo, cuando la lluvia comenzó a caer, deje de correr, me senté en un banco y sentí como mis lágrimas cálidas se juntaban con las gotas de lluvia.
Pensé en entrar a un bar y pedir un vaso de agua y esconderme de la lluvia. Pase al primer bar que encontré y me senté en la barra, el hombre me miro con cara de lástima, y me ofreció un café caliente el cual acepté. Mire hacia mis pies los cuales apenas sentía dado el frío de la lluvia y estaban cubiertos de pequeñas rozaduras. Una voz de un chico me saca de mis pensamientos y giro mi cabeza hacia el.
-Estas empapada, te ha pillado la tormenta ¿verdad?-le miro atónita, es realmente guapo, ojos azules y pelo rizado.
-Parece ser que si. - digo bajando la mirada.
-y como es que estabas caminando en mitad de la noche a estas horas y con esta lluvia. - dice con una sonrisa.
-Cosas de la vida. - termino el café y me dispongo a salir de la cafetería. Una mano agarra mi muñeca.
-Espera, si quieres puedo llevarte a casa. - dijo con la misma sonrisa de antes.
-Umn no gracias, casi no te conozco.
-Bueno, pues entonces te acompaño, no puedo dejar que una chica indefensa como tu vaya sola a casa.
-Si quieres. - ya me da igual el peligro por mi vida, esta noche tomare todo el bote de somníferos para acabar de una vez con mi mierda de sufrimiento. Se que soy una cobarde, pero no quiero vivir así.
El camino hacia casa fue en silencio aunque algunas veces el chico que me acompañaba intentaba hacer alguna broma o alguna pregunta, la cual yo respondía.
-Ahí es. - digo y le sonrió levemente.
-Bueno me ha encantado conocerte... Tu nombre es...- dijo esperando a que le respondiera.
-Rain, me llamo Rain.
- Yo soy Edward. Espero verte pronto Rain. - seguidamente puso entre mis manos una tarjeta con su numero de teléfono. Y giró sobre sus propios talones dejandome con la tarjeta entre mis manos.
Llegué a mi habitación y cogí el bote de pastillas, saque todas y me senté en la cama, las mire alrededor de una hora y volví a guardarlas en el bote. Unas lágrimas cayeron sobre mis mejillas y seguidamente me dormí.

Como ser una princesa- Nerea GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora