Carta 9 (Angie)

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Angie.
Cuando te conocí, nunca llegue a pensar que serías tan especial para mi, no conscientemente.

Cuando te vi por primera vez, algo dentro de mi surgió. Algo encajó, algo se sintió correcto.

Contigo me sentí querida, me sentí especial, sentí que valía algo.

Cada vez que te miraba, algo crecía en mi interior. Sentía como si todas las emociones se mezclaran y salieran a flote, causando una sonrisa inigualable en mi rostro, era algo mágico, algo que con la razón no podía explicar.

Cuando te vi llorar por primera vez, sentí algo romperse dentro de mi, sentí el dolor, sentí la desesperación, sentí la rabia.

Te sentí a ti.

No pude no preguntarte que pasaba, yo sabía que no me ibas a decir nada, pero necesitaba que supieras, que me preocupaba por ti.

La segunda vez, solo tire de ti y te abracé.

Eso reemplazó cualquier palabra que pudiera haber salido de mi boca.

Me abrazaste de vuelta, fuerte, como si necesitaras a algo a que aferrarte, algo a lo que sostenerte, por que si no, ibas a caer.

La tercera vez, ya no necesite excusa para acercarme a ti.

La tercera vez, fuiste tu, quien al despedirnos, prolongaste nuestra unión, con tu cabeza descansando en mi hombro, y la mia en tu pecho, nuestros brazos enlazados como si no quisieran soltarse nunca.

Ojalá ese momento hubiera durado para siempre.

Siempre atesoro conmigo tu aroma, el sonido de tu risa, tu voz, el brillo de tus ojos, la intensidad de tus abrazos, y tu peligroso andar. Siempre estas conmigo aunque yo no sea consiente de eso. Siempre esta tu presencia ahí, como un fantasma, pero más real.

Te agradezco por todo. Por que me hiciste sentir que valía algo, que era querida, que era especial, que no era tan mierda. Me reparaste un poquito, y siempre te querré por eso.

Nunca supe que era todo eso que me dabas. Aquella mirada perversa que mantuvimos por largo tiempo. Cada vez que me mirabas con aquellos ojos que se volvían profundos. Ese día en el que tu mano subía y bajaba por mi muslo derecho mientras nos mirábamos a los ojos. Cuando no te querías despegar de mi. Cuando te hice llorar de felicidad. Cuando me dijiste que me amabas. Y luego, estabas con alguien mas

Todo comenzó con sus pequeñas miradas. Con ustedes saliendo. Sus miradas perversas. Hasta que lo supe, estaban juntos. Un día, se conocieron en otro aspecto. El salvaje, el que te hace delirar, el, en la cama había demostrado su amor por ti. Y 2 meses después, algo estaba creciendo en ti.

El te rompió.

Lloraste como loca. Lo dejaste. Estabas rota.

Y siempre me sentí mal por no haberte podido ayudar antes. Por no haber estado ahí para darte la fuerza que necesitabas para vencer su presión.

Pero, al final. Tu siempre estarás conmigo.

Pero yo no contigo.

Y todo esto es solo para decirte una cosa.

Te amo con locura, con pasión, como nunca lograré amar a nadie.

Gracias por todo lo que me diste.

Y espero, encuentres la felicidad.

Te amo.

-Carmen.

Ese día, Carmen besó a Angie.

Se fue corriendo, sin ver su reacción.

Pero pudo morir en paz, habiendo sentido sus labios sobre los suyos.

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