Angie.

Veinte y siete.

Angie, me siento sola.

Sola como la mierda.

Ya no hay nada que me distraiga, ni siquiera estar escribiendo esto me desahoga.

Por que así me siento, ahogada.

Atrapada.

Encerrada, en alguna clase de tortura interna.

Condenada.

Ya no se que hacer con mi propio peso.

Todo se está acumulando.

Quiero salir, vivir, ver algo mas que no sea mi propio encierro.

Quiero olvidar todo, por una noche.

Pero no puedo, joder.

Atrapada, en una gran casa, en un salón de clases, en una alberca al comando de un instructor, o en alguna casa ajena.

Atrapada en donde me encuentre, siempre con la misma gente.

Siempre en un encierro, donde nadie parece escuchar los gritos.

¿Una fase? ¿Es una fase querer morir?

Parece que si.

Ahora no solo eres tu mi encierro, Angie.

Yo soy mi encierro, ya no se quien soy yo tampoco.

Pero ahora que me lo pregunto, ¿alguna vez supe yo quien era?

No. Jamás lo supe.

Y quisiera haberlo sabido, tal vez podría regresar a esos recuerdos ahora.

Pero no puedo.

Ya me estoy extendiendo.

Ya ni se lo que hago.

Te amo Angie.