CAPITULO 5.

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Sus suaves manos recorren mi rostro, formando un sinfín de tiernas caricias. Una enorme y estúpida sonrisa se forma en mis labios cuando siento los de ella en mi sien, luego en mi frente, luego en mis ojos y en mi nariz. Siento sus labios en cada centímetro de mi cara. Cuando siento su boca a milímetros de la mía, cuando puedo respirar su aliento, abro los ojos.

Mis ojos parecen dos gotas de miel reflejados en las perlas que ella tiene. Su ondulado cabello negro nos cubre como si fuera un velo de seda. Ella está a horcajadas sobre mí vistiendo únicamente la parte superior de mi propio pijama.

─ ¿Qué haces aquí? ─le pregunto.

─ ¿Qué te parece a ti que hago? ─me responde.

─ ¿Qué hay de Jared?

─ ¿Qué hay con él?

─ ¿Cuándo ha dejado de importarte?

─ ¿Cuándo te ha importado a ti?

Ella tiene razón. ¿Cuándo me ha importado?

Siempre. Susurran en mi cabeza.

Sacudo mi cabeza para despejar mi mente. No tengo ni la menor idea de lo que ha sido aquello. Pero ahora que tengo a Alex sobre mí, no pienso desaprovechar la situación.

─ ¿Estas segura? ─le pregunto.

¿Por qué diablos le pregunto?

─Oh, Nicholas... Nicholas... Nicholas...

¿Nicholas? Alex sólo me llama por mi nombre completo cuando está enojada. Frunzo el ceño inmediatamente.

¡Trasss! ¡Trasss!

─ ¡Nicholas Anderson! ─grita la voz de una mujer. Una que no es Alex.

¡Trasss! ¡Trasss!

El sonido de alguien golpeando la puerta hace que me despierte de golpe. Rápidamente miro a mi alrededor.

Estoy en una de las dos habitaciones del apartamento que tiene Jared sobre el gran gimnasio de boxeo que le heredó su abuelo al morir. La habitación es grande pero sencilla. Una cama matrimonial está en centro con una cómoda a cada lado, un armario, una cajonera, un pequeño escritorio y un espejo. Todo de madera de roble. Sobre el suelo de loseta blanca hay una alfombra en colores negro, blanco y gris. Al otro extremo de la habitación está la puerta del cuarto de baño.

No hay nada extraño. Y tampoco hay nadie conmigo. Estoy sólo. Todo fue un maldito sueño.

─ ¡Nicholas Anderson! ─ ¡Trasss! ¡Trasss! ─ ¡Sal y da la cara maldito imbécil!

Vaya... Tal parece que no todo fue un sueño.

Me levanto de la cama y salgo al corredor únicamente en bóxers. La puerta frente a la mía se abre y Jared aparece, también, en bóxers solamente. Alex está detrás de él con... la parte superior del pijama que él no está usando. En definitiva, no todo fue un sueño.

─ ¿Quién diablos te busca a las 3.50 de la madrugada? ─me espeta Jared.

─ ¿Por qué no vas y preguntas? ─lo reto─. Que yo sepa, nadie sabe que estoy aquí.

─Pues al parecer, ella si─ replica Alex.

─Exactamente, ¿a cuántas mujeres has abandonado? ─a pesar de la irritación, la burla se nota en la voz de Jared.

Libertad Y Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora