3.7-Colores oscuros

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Halsey -Colors pt. II

-tus dotes de cocina me dejan siempre impresionado-sonríe ante mi piropo e introduce sus dedos en la boca lamiendo lentamente la salsa sobrante.-deliciosa y eroticam...

-estas babeando Christian-sonríe picara y me pasa una servilleta.

Avergonzado, si. Lo lógico, soy un baboso al estar cerca de ella... eso seria igual a una combinación perfecta.

-"baberas"-se bufa y me da la espalda.

-¿adonde vas?

-al baño, ¿a que otro lado iría sola?

Buen punto.
Aunque me dan ganas de perseguirla hasta el baño y hacerle el amor sobre el lavabo.

-no me tientes- es mala, muy mala conmigo, restregando en mi cara cuando contornea su trasero a su manera. Se que el físico no importa, pero su trasero me enamora y me arden las manos por querer darle unas buenos azotes.

-Christiann, estas volviendo a babear...

Ok, creo que mi cara se a puesto algo roja y acalorada. Espero que no lo haya notado.

Ella desaparece de mi radar y voy a la cocina en busca de un buen vino, aunque tengo terminantemente prohibido tomar alcohol por mis medicaciones, no estaría mal un pequeño brindis. Tomo el vino blanco del frigorífico, pero el brazo de Anastasia aparece detrás mio y cambia la botella de vino por una botella de vino de uva sin alcohol.

-supuse que harías algo así, así que compre algunas cosas del supermercado. -tan bella cuando me cuida. Sonreí sin ganas, la verdad quería algo que calentara mi estomago.

Nos sentamos en el mueble, Ana sobre mis piernas desde el lado izquierdo y yo del lado derecho. Nos compartíamos la botella cada ve que se vaciaba la copa de alguno, otras veces jugábamos con los dedos de nuestros pies.

Tan poco tiempo y muchas cosas han cambiado. Mucho antes de Ana pensaría que jugar con los dedos de otro seria una total perdida de tiempo, que ver tv seria aburrido, que ir de compras es tan absurdo y materialista, que para esas ocasiones estaba mi propio equipo que sabe como me gustan las cosas, de cual es mi estilo, que mi trabajo era lo que se encontraba como mi primera prioridad, ahora mi prioridad es la mujer que ríe enfrente de mi al intentar pechiscar el dedo gordo de mi pie derecho.

-¡Anastasia!

-¿Quiero que te rías un poco?

-para-me envuelve con sus brazos y busca donde hacerme cosquillas. Su muslo derecho puedo sentirlo en mi entre pierna y la sujeto del trasero, jadea y cae sobre mi pecho con los brazos alrededor de mi cuello. Su rostro tan cerca del mio, su inútil intento por tranquilizar sus nervios, su respiraciones. Todo en vano.

-quiero hacerte el amor-ella niega con la cabeza.-por favor...-le suplico y acaricio su pómulo.

-un beso

Le doy ese beso y no quiero detenerme. No quiero. Toco su muslo y me adentro, atravesando su short con delicadeza. Gime mi nombre entre nuestro beso, cuando sobrepaso los limites y mi mano rodea su cintura hasta atravesar sus bragas y mi mano hace contacto con su húmedo monte se venus.

-Christian, para...

-no entiendes Ana, cuando digo "hacerte" viene del verbo cosas obscenas-me muerde el labio y mete la lengua en el beso.

Lo nuestro no se trata sólo de sexo. No quiero malinterpretar, el sexo es jodidamente genial, pero cuando tienes una conexión con alguien, esa misma que tengo con Ana, cuando sientes algo tan fuerte, sólo un beso es suficiente para que tus rodillas se sientan débiles y simplemente no se puede superar eso.

Prisionero entre las Sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora