3.5-¡Empapados! y una relación tórrida

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—¡shh! Tranquila— acaricie su cabello castaño.

Arrope su cuerpo, aun tembloroso, con la sabana y mi cuerpo. Intente ser fuerte y no llorar, mientras se calmaba. La verdad es que había vuelto el dolor en mi rodilla, pero ella es mi primordial. Me restregué la mano en la cara y baje hasta mi rodilla, debajo de la sabana para masajearme, incluso con eso el dolor no cesaba y perdí la noción del tiempo quedándome dormido a su lado.

***

Sentí una presión en mi rodilla, pero no era de dolor, que me hizo despertar a medias y removerme para descubrir que el lado donde había dejado a Ana estaba vacío. Me alarme y me incorpore de inmediato cuando ella me susurra en el oído.

-¡Ana! me asustaste-baje la mirada y observe que sus manos estaban encima de mi rodilla.

-te quejabas del dolor, solo quise ayudar-respondió ella al observar lo que hacía con antelación.

-¿te sientes mejor?-me mira desconcertada-por la pesadilla.

Rápidamente asiente

-gracias a ti

-¿Qué fue lo que soñaste?-su cara se puso pálida y sus labios morados, también sus manos se detuvieron y me corto la mirada.

-no quiero hablar de eso

-lo sé bien, pero debes hacerlo para poder ayudarte. ¿Acaso no te he prometido que te cuidaría?-afirma con la cabeza.

-vale... soñé que él me disparaba en la cabeza-suspiro apesaradamente.

-lo...-me corto cuando puso su mano en mis labios.

-pensé haber escuchado tu voz, pero me había engañado. Él había descubierto que mi debilidad eres tú y tengo miedo de que seas mi ángel guardián.

-yo también tengo miedo de que seas mi luz, pero ni modo. Te amo Ana y ese es motivo suficiente para hacer locuras y sacrificios.

Se rio

-"Todos tenemos una luz en nuestro interior, solo necesitamos a alguien que nos ayude a encenderla"-asentí, sonreí, me moría por besarla y así lo hice, durante lo que restaba de la noche. Hasta que me decepcione un poco cuando ordeno, "nada de sexo".

****

-Dormilón

-dormilona-gruñí y entre risas mañaneras me regalo un beso.

-tonto-dijo

-loca-me queje por haberme dicho tonto.

-tu más que yo, psicópata

Sonreí y recordé la vez en que la hice sonreír por la idea de ser psicópatas juntos. Se levantó y fue directo a la ducha. Yo hice lo mismo y tropecé con la alfombra terciopelada de color crema y por un instante la rodilla me dolió un poco, pero desapareció y volví a estirar las piernas. Le dije Ana que iría a mi habitación y que iríamos al hospital juntos.

Ya había salido de la ducha y me puse ropa cómoda; camiseta de manga larga gris, vaqueros y tenis deportivos. Salí de mi habitación y Ana aún no estaba lista e intentando bajar las escaleras, el tanto flexionar de mis piernas a cada minuto me dolía, con cada escalón que bajaba.

-¡Aquí estoy!-chillo, repaso su brazo en mi espalda y coloco mi brazo en su nuca, ayudándome a bajar.

Vestía tan dulcemente y como no podía manejar el acelerador o pedales así que deje mi pronta muerte tras las destrezas en el volante con la señorita Steele, mientras sonreía por lo que llevaba puesto.

Prisionero entre las Sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora