2.9-Un precio por pagar

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Canción: SlowHurts

Sus miradas atravesaban mi cuerpo y solo me aleje.

—¿A donde crees que vas?—me sujeto la mano, al ver que no reaccionaba ella apretó con fuerza.

—ustedes eran amigos en la universidad, tienen mucho de que hablar—maldita sea gruñí ante eso en mi mente, ni por cerca hubiese pensado darle mi chica a ese idiota. Nunca había sentido esta sensación, esa que te deja sin aire, como si hay un vacío y un espacio enorme entre nosotros.

—¿como sabes eso? No...—sacude la cabeza—no, tu te quedas, yo soy la que te pide disculpas, yo...

—yo me abalance a ella, pensé que si lo hacia ella volvería a estar conmigo—Ezra interviene. Anastasia se giro sin soltar de mi mano, con rabia en los ojos, después de unos interminables segundos ella no dudo en darle una abofeteada en el rostro.

—no tienes derecho a hacer eso—gruñe entre dientes.—he cambiado Ezra y gracias a Christian.

—lo se, lo siento. Lo siento en verdad. Se que son buenas personas las que te cuidan, gracias a Ray yo conocí a la doctora Grey—allí estaba, ese vaivén de recuerdos, mi madre nunca nos comentó ha cerca de un amigo llamado Ray, si lo hubiese hecho estoy seguro que hubiese conocido a Ana en otras circunstancias, todo mi infierno mental hubiese sido solo una pesadilla oculta tras la maravillosa luz de mi ángel.

Ezra nos observo, y miro como la mano de Anastasia se aferraba a mi.

—he entendido

Se moviliza y nosotros nos movimos hacia un lado y pose mi mano sobre su pecho con poder, detiene sus pasos y se gira para verle frente a mi una vez más.

—no se si tener el derecho, pero no vuelvas...—soy tangente, el no dice nada, no afirma nada. Solo muestra su agria mirada de desconfianza, sujeta mi muñeca, aprieta los costados de mi mano y la retira.

No dice más y se aleja. Los clientes de la tienda avispan sus miradas hacia otro lugar y esta vez soy yo el que toma su mano y camina de prisa fuera de allí. Ella trata de seguirme el paso, dejamos de largo la tienda y la conduzco durante unos largos minutos hacia un callejón frío y desolado.

—que...—la bese, la bese y la bese sin control.

—quiero que me escuches, sobre todas las cosas, haz cambiado mi vida y te amo. Te amo—volví a besarla, coloque sus brazos sobre su cabeza, me acerque y sus senos golpearon contra mi pecho, la cubrí con mis brazos y yo me deje caer sobre ellos. Comencé a llorar en silencio, mis dedos se metieron entre su castaño cabello y resistí todo lo que pude para que ella no me viera así. Solo lloré, nunca había perdido el aliento, las fuerzas y sólo me desmorone delante de ella y me desmaye.

Aún podía escuchar su voz llamándome.

—¡Christian! ¡Christian! ¡Christian!

Sentía como sus lágrimas caían como una gotera en mi rostro y eso me hizo despertar a la realidad.

—te volvió a pasar, te llevare al hospital— apresurada, intento ponerme de pie, pero el estado del asfalto es una desventaja. Negué con mi cabeza y sujete sus manos que se habían colocado en mis hombros tras intentar levantarme de nuevo. Quite sus manos, me limpie mis enrojecidos ojos y respire aceleradamente unas tres veces.

—no es nada, estoy bien. Fue la impresión de lo que paso hace rato. Es solo estrés, eso me recuerda que debo llamar a Flynn.

Parecía lo más tranquilo y casual, que ella afirmo muy molesta y camino hacia el frente, me toco la frente repentinamente, respiro aliviada y se giro para darme la espalda.

Prisionero entre las Sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora