Ante aquella revelación me sentí importante. Sí. Suena algo tonto, pero así me sentía.
Sebastián no era cualquier chico. Y a medida que lo conocía certificaba eso.
Quedamos abrazados al menos unos diez segundos. Era tan confortable, tan especial.
Me fijé en un reloj que estaba ahí en la sala.
-¡Por Dios es tardísimo! -Exclamé mientras me ponía de pié.
Eran más de las nueve.
-Calma. Está algo adelantado. -Dijo mientras reía.
Miró hacía su muñeca, en donde se encontraba un reloj.
-Son cerca de las nueve. -Pronunció mientras sonreía.
-Bueno, creo que ya debemos irnos. -Dije.
Al salir de aquel hermoso lugar, nos percatamos que estaba lloviendo.
Él se quitó su chaqueta y la colocó sobre mí.
Ante aquel gesto me estremecí y sonreí para mis adentros.
Tardamos algo más de tiempo de lo esperado para llegar a mi casa. Estaba lloviendo y él no podía conducir rápido.
Cuando finalmente llegamos él había apagado el auto.
Fruncí en ceño como muestra de mi extraño.
-¿Qué? No creerás que vas a bajarte sola. Puedes resbalar.
-No es necesario, en serio. -Dije sonriendo.
-Claro que lo es.
Salió del auto y fue a abrirme la puerta.
Estaba lloviendo muy fuerte.
Me acogió a su lado mientras daba grandes pero seguras zancadas.
Cuando llegamos a la puerta decidí quitarme la prenda que él me había
colocado hace unos minutos.
-No, no ¿qué haces? Quedátela. Me la devuelves mañana.
-Pero si tu la necesitas más que yo.
-Kathe, sólo iré al auto. Ahí no me mojaré. -Dijo mientras su cabello goteaba de agua y su camisa se adhería a su pecho. Resaltando los marcados músculos.
Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando terminó la oración.
-Gracias Kathe. Hasta mañana. -Agregó sin dejarme opción de más.
Se acercó a mí y besó mi mejilla.
-No hay de que. Nos vemos mañana. -Dije mientras sonreía.
Todo aquello parecía ser ficticio.
Al ver que se marchaba entré a casa.
-Has llegado algo tarde. Me dijiste que no tardarías. -Dijo mi madre.
Ella estaba en su peculiar silla que usaba para trabajar en casa. Generalmente, ella se quedaba hasta tarde algunos días para terminar algunos pendientes de su trabajo.
-Lo sé... Lo siento. Lo que pasó es que nos ha pillado la lluvia, se nos hizo tarde, ya sabes. -Dije mientras jugaba con mi camisa mojada.
-Está bien. Que no se vuelva a repetir. ¿Y cómo les ha ido? -Preguntó mientras mantenía su mirada en el ordenador.
{Ha sido perfecto todo. No tienes idea de como me sentí.}
-Bien... -Contesté resumiendo todo. -Me voy a dormir, descansa. Te quiero. -Dije mientras subía las escaleras.
ESTÁS LEYENDO
Un amor entre dos mundos.
Ficção AdolescenteMuchas veces queremos a una persona para la cual no importamos. Y aún así el sentimiento sea fuerte, debemos aferrarnos a la idea de olvidar. Todo eso, es exactamente lo que vive Kathe. Ella es una chica de quince años tímida e insegura de sí mism...