Capítulo 12.

582 34 4
                                    

Ante aquella revelación me sentí importante. Sí. Suena algo tonto, pero así me sentía.

Sebastián no era cualquier chico. Y a medida que lo conocía certificaba eso.

Quedamos abrazados al menos unos diez segundos. Era tan confortable, tan especial.

Me fijé en un reloj que estaba ahí en la sala.

-¡Por Dios es tardísimo! -Exclamé mientras me ponía de pié.

Eran más de las nueve.

-Calma. Está algo adelantado. -Dijo mientras reía.

Miró hacía su muñeca, en donde se encontraba un reloj.

-Son cerca de las nueve. -Pronunció mientras sonreía.

-Bueno, creo que ya debemos irnos. -Dije.

Al salir de aquel hermoso lugar, nos percatamos que estaba lloviendo.

Él se quitó su chaqueta y la colocó sobre mí.

Ante aquel gesto me estremecí y sonreí para mis adentros.

Tardamos algo más de tiempo de lo esperado para llegar a mi casa. Estaba lloviendo y él no podía conducir rápido.

Cuando finalmente llegamos él había apagado el auto.

Fruncí en ceño como muestra de mi extraño.

-¿Qué? No creerás que vas a bajarte sola. Puedes resbalar.

-No es necesario, en serio. -Dije sonriendo.

-Claro que lo es.

Salió del auto y fue a abrirme la puerta.

Estaba lloviendo muy fuerte.

Me acogió a su lado mientras daba grandes pero seguras zancadas.

Cuando llegamos a la puerta decidí quitarme la prenda que él me había

colocado hace unos minutos.

-No, no ¿qué haces? Quedátela. Me la devuelves mañana.

-Pero si tu la necesitas más que yo.

-Kathe, sólo iré al auto. Ahí no me mojaré. -Dijo mientras su cabello goteaba de agua y su camisa se adhería a su pecho. Resaltando los marcados músculos.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando terminó la oración.

-Gracias Kathe. Hasta mañana. -Agregó sin dejarme opción de más.

Se acercó a mí y besó mi mejilla.

-No hay de que. Nos vemos mañana. -Dije mientras sonreía.

Todo aquello parecía ser ficticio.

Al ver que se marchaba entré a casa.

-Has llegado algo tarde. Me dijiste que no tardarías. -Dijo mi madre.

Ella estaba en su peculiar silla que usaba para trabajar en casa. Generalmente, ella se quedaba hasta tarde algunos días para terminar algunos pendientes de su trabajo.

-Lo sé... Lo siento. Lo que pasó es que nos ha pillado la lluvia, se nos hizo tarde, ya sabes. -Dije mientras jugaba con mi camisa mojada.

-Está bien. Que no se vuelva a repetir. ¿Y cómo les ha ido? -Preguntó mientras mantenía su mirada en el ordenador.

{Ha sido perfecto todo. No tienes idea de como me sentí.}

-Bien... -Contesté resumiendo todo. -Me voy a dormir, descansa. Te quiero. -Dije mientras subía las escaleras.

Un amor entre dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora