°°°Pov Anabelle°°°
Observé como se llevaban los cuerpos de mis padrastros. Miré mis manos, manchadas con la sangre de aquella mujer.
Comencé a sentir náuseas al ver lo que yo había realizado, no era lo que en un momento efímero vi. Era un asco, era lo que me habían hecho hace tiempo. Les destruí la vida a dos personas que "tal vez" se hubieran rectificado.
Comencé a intentar retroceder mirando aún a los investigadores que llegaban cada vez en mayor cantidad, no pude. Uno de ellos observó con más claridad el cuerpo de mi madrastra. Pude ver un poco a esa distancia. Realmente era un monstruo, no por lo que me decían, ni porque al final me había convencido de las tantas veces que escuche eso. Lo era por lo que había hecho, era un monstruo porque me convertí en lo que menos deseaba.
Miró hacía arriba, hacía donde estaba yo con más exactitud, con plena "suerte" me había movido momentos antes de que divisara aquel lugar. Se distrae por la llamada de un policía y se dirige a donde se encuentra.
Me alejo de ahí lo más escurridizamente posible para ser innotable. Escucho, a lo lejos, las sirenas de las ambulancias y patrullas. Por esa razón y miedo a ser encontrada duermo esta noche en la calle...
La mañana siguiente en altas horas de la madrugada voy a mi casa y saco todo el dinero que encuentro. Lo guardo en una mochila junto con algo de ropa y rápidamente me cambio con lo primero que encuentro en otros cajones. Antes de salir de mi habitación, en la puerta, diviso a lo lejos mi diario está sobre mi escritorio me acercó y lo agarro para guardarlo. Me dirijo al cuarto de mi pequeña hermana, en donde veo una foto de ambas a su lado se encuentra una manilla que casi nunca dejaba de usar. Mis lágrimas caen al suelo y junto a ellas yo también. Sentada en el suelo recuerdo cada momento, recuerdo que tenía salvación pero yo no me permití alcanzarla. Me dirijo hacía la foto y la abrazo con cierta fuerza en mi pecho, me pongo la manilla luego salgo de la habitación, salgo de la casa, salgo del lugar dónde podía haber restablecido una "buena vida".
Me cuelgo la mochila en ambos hombros. Me dirijo hacía cualquier lugar, no creo tener a donde ir. Mi estómago cruge un poco por el hambre. De donde estoy ahora camino un par de cuadras más y encuentro una pequeña cafetería a la que entro. Veo el menú rápidamente y sólo pido un jugo de naranja. Me siento para tomarlo y dos asientos más allá de donde estoy sentada unos señores están leyendo el periódico. Claramente en la primera plana se encuentra lo que realice el día anterior. En letras más pequeñas que el encabezado principal abajo de la imagen veo escrito algo: principal sospechoso atrapado.
°°°Pov Erick°°°
Observé el sangriento lugar aterrorizado ¿Ella había hecho todo eso? No lo podía creer. Retrocedí observando el lugar casi temblando aún observando esa sangre esparcida en la habitación. Escuche pasos, definitivamente tenía que ser ella viniendo de alguna otra habitación de esta "casa". Al intentar salir me resbalo y al caer al suelo me empapo en la sangre, me levanto lo más rápido posible. Y me escondo detrás de la puerta ancha de la sangrienta habitación. Entra alguien. Pero no era ella, era un hombre vestido de una forma casual. Seguramente por las pisadas de sangre que dejé se dio cuenta que yo estaba detrás de la puerta.
Ahora me encontraba en otra habitación donde seguramente me interrogarian. Era sospechoso y no los culpaba ¿qué más podrían pensar si estaba cubierto de sangre y me encontraba en la escena del crimen?
Bueno por el momento estaba seguro de que no me llevarían a la cárcel sólo estaría en la comisaría, tan sólo por el momento. Me encontraba en el lugar equivocado y en la hora inadecuada. Ahora era el principal sospechoso, genial. Dos horas pasaron desde que me trajeron aquí, no me han dicho nada más que tengo que guardar silencio o lo que diga será usado en mi contra, típico. No era lo mío pero me desesperaba estar en ese lugar, molesto. Era el único en esta comisaría y apostaría lo que sea a que tenía bastante vigilancia por fuera.
Estoy aquí casi veinticuatro horas. Pero aun no he dicho nada. No la he mencionado, tampoco emiti ningún otro sonido más que un: no se nada al respecto. Claramente no me creyeron. ¿Quién lo haría? Después de un tiempo sigo esperando a que llegue alguien para darme más información con respecto a como estoy. Soy menor de edad y eso cualquiera lo notaría, tal vez siguen buscando algo que les diga quien soy yo. Personalmente no creo que encuentren algo, no fácilmente. Y ojalá no crean que alguien me vendrá a buscar, nunca va a pasar eso.
Luego de esperar por lo menos media hora más, veo como la puerta se va abriendo. Segundos después la veo entrar algo asustada, en su mano está un arma de algún policía que estaba por ahí, supongo.
—Muevete rápido —me dice con una voz agitada. La recorro con mi vista rápidamente, no tiene ninguna mancha de sangre, asumo que se deshizo de su anterior vestimenta— mueve-te —me dice mirándome fijamente, sus ojos están algo así como perdidos pero con cierto brillo.
Me levantó de la silla y comienzo a seguirla. En el camino veo a ciertas distancias a varios policías botados en el suelo. Algunos con dardos tranquilizadores por alguna parte de su cuerpo. La miro nuevamente, camina con cautela, fijándose siempre que no haya nadie a su alrededor.
—¿Por qué? —le pregunto finalmente, no se detiene en su trayectoria y yo no dejo de seguirla.
—No me parecía justo —me responde luego de unos minutos— que juzguen a alguien por lo que yo he hecho.
No le respondo y ella no dice nada más. Llegamos a una puerta y en lo que ella la abre, caigo en la cuenta de que no habían tantos policías como yo esperaba, inclusive habían menos del promedio del cual nos informan.
Al salir me guía por un pequeño callejón que suele encontrarse detrás de la mayoría de todas las comisarías que hay en la ciudad. Saca un poco su cabeza y con una señal me hace salir como si nunca hubiese pasado algo o como si nunca hubiese estado dentro de ese lugar. Nos dirigimos a una tienda algo vacía. Ella entra, yo me quedo afuera esperando que nadie venga y reconozca mi rostro. Minutos después ella sale de la tienda con una mochila en la espalda, me arroja un canguro negro, similar al que solía tener. Me lo pongo, ella comienza a caminar y la sigo. Ya debe de estar acostumbrada por lo que no me dice nada. En una intersección de calles se detiene repentinamente. Doblando la cuadra se encuentran unos policías. Hablando fuertemente.
Comentan de lo que ella le hizo a sus padrastros. Uno de ellos dice que ella ha llamado y entiendo el como los policías llegaron a la escena del crimen, un lugar alejado. Siguen hablando y el otro menciona la muerte de su hermana, veo como ella abre los ojos un poco más. Comienzan a reírse de ello, lo demigran, vuelven a reírse, vuelven a nada el hecho y por último se vuelven a reír. Veo como la rabia desborda de ella, dispuesta a atacar, quiere sacar el arma que tiene escondida pero le tapó la boca por si grita o algo similar y la jalo hacía atrás. Siento su desesperación por liberarse e ir a encararlos, se calma un poco y le dejo la boca libre, escucho murmullos suyos. Me voy hacia su delante.
—Me las van a pagar. Nadie que sea así merece vivir, ninguna escoria como esa —repite una y otra vez para sí misma mientras en sus ojos veo como chispa se va encendiendo poco a poco mientras algo se apaga en estos, como si algo muriese en su mirada.
Le doy paso a que continúe su camino. Saca el arma, toma aire y rápidamente pasa por la intersección haciendo que retumben dos disparos. Ella comienza a correr mientras unos gritos resuenan en la calle. Ya ha elegido que camino tomar, el rumbo que tendrá su vida.
Siento algunas miradas que pasan sobre mí, mientras desesperadamente buscan ayuda. Me doy la vuelta y comienzo a correr lo más rápido que puedo, luego de unos minutos a una estrecha distancia la veo a ella. Entonces me doy cuenta que yo también me he decidido. Y ahora, para ninguno, no hay vuelta atrás.
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Diario de una asesina - segunda parte [Publicación Lenta]
РазноеBlody Moon retorna, demostrando como la fragilidad de la mente puede romperse con un simple toque. La línea entre la cordura y la locura va rompiéndose cada día más... "Porque lo que ha salido de lo más profundo de nuestro ser puede ser nuestro verd...