4. El primer asesinato.

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Entre las sombras alguien la observaba. Unos ojos rojizos brillaban desde las penumbras.

     La pelinegra iba bajando lentamente las escaleras, y se topó en el camino con su madre quien iba rumbo a su dormitorio.

—¿Hija te encuentras bien? —dijo preocupada por la apariencia de la pelinegra.

—Si madre... —ahogo una risa para si misma.

—¿A donde vas a esta hora? Tienes que dormir, mañana tienes que ir a clases

—Solo ha tomar aire fresco madre, duerme bien... —dicho esto cerro la puerta principal dejando a su madre desconcertada.

—¡No regreses tarde! —grito a su hija quien ya no la escuchaba—. Estas adolescentes de hoy en día —suspiro y proseguio su camino.

Al caminar un poco por el bosque cercano a su vivienda encontró una vieja bodega abandonada. Decidió revisarla y encontró algo muy útil; una colección de cuchillos y dagas con algo de oxido. Twirly al mitad del camino, reaccionó y volvió a su estado normal, estando consciente de que aquel ser fuese lo que fuese, la podría poseer en cualquier momento, pues esta ya le había dado autorización.

     Al regresar a su hogar, entro levemente sin hacer ruido y con la colección de cuchillos colgada en el lomo. Al estar en silencio en su cama observando los cuchillos se dio cuenta que algunos además de oxido se encontraban con manchas secas de sangre; lo cual indicaba que alguien más ya los había usado. Cansada de todo, guardó la colección y solo se dispuso a dormir. 

—Abran todo su página 15 en el capítulo 4 —indicó la profesora.

     Las clases eran eternas para Twirly y sus compañeros, todos se aburrían, solo mirando esperanzados el reloj para que marcara la hora del descanso. Cuando sonó la campana Twirly salio corriendo con urgencia, lo que dejo extrañados a todos por su actitud generalmente relajada.

     Cuando de camino a su destino se distrajo un momento y tropezó con alguien. La yegua con quien se tropezó se levanto rápidamente a ayudarla. 

—¿Estás bien?

—Si... —sobo un poco sus sienes para luego dirigir la mirada hacia la otra yegua.

     Una pony aparentemente amable y educada, color de piel amarillo limón, ojos verdes y cabello naranja observaba curiosa a Twirly.

—¿A donde te diriges con tanta prisa? —cuestiono curiosa.

—¡Oh si, eso! Tengo que ir a una clínica ¡adiós! —se despidió rápidamente y emprendió su camino nuevamente.

—Cuídate —se despidió con una sonrisa al ver como se iba deprisa la pelinegra. Sonrisa que tan pronto se fue la yegua, se transformó en un rostro serio sin dejar de ver a lo lejos a la pelinegra.

     Twirly llego a la clínica donde estaba internada Sunny Breezie preguntando si podía visitarla pues se hizo pasar por amiga de la peliverde. 

—Hola princesita —rió al percatarse de que estaba dormida.

Sunny estaba en la cama de una habitación cerrada y dormida, conectada a unos cables. 

—Comida para el paciente —una enfermera tocó la puerta antes de entrar.

—Yo le daré de comer, no se preocupe. ¿Nos podría dar un momento a solas? 

—Claro, esta bien —dijo con desinterés y salio de la recamara.

Mientras cerraba con seguro la puerta, Twirly fue de nuevo poseída por aquella presencia, sus ojos color rojo carmesí  y su cabello negro con ese característico mechón rojo volvieron hacer presencia. Procedió a tapar y desconectar las cámaras de seguridad de la habitación, y a robar la memoria dentro. 

Por todo el alboroto Sunny despertó molesta, al percatarse de la presencia de su tortuosa compañera se quedo inmóvil debido al miedo.

—Hola princesa, te dije que volvería por ti —saco un cuchillo escondido de su ala inferior.

—No... —fue solo lo que pudo articular debido al miedo.

Twirly alzo un cuchillo apuñalandola abajo de las costillas en repetidas ocasiones. Al ver a su agonizante victima sin poder gritar esta continuo sacandole ambos ojos con el cuchillo en medio de un gran charco se sangre. Después mutilo pequeños trozos del cuerpo de la peliverde. Sunny aún estaba con vida agonizando; era evidente que no sobreviviría así que, satisfecha la pelinegra se retiró con una enorme sonrisa dejándola tirada en el piso agonizando. 

Tomo sus dos premios y los metió en una mochila que llevaba colgada al lomo junto con su cuchillo. Sin tomar en cuenta que estaba cubierta de sangre salio por la puerta de la habitación en completo silencio y tomando rutas para evadir a la gente. Se subió a la azotea a través de las escaleras y desde ahí se fue volando.

La agonizante peliverde se arrastraba por el suelo, haciendo caer la bandeja de comida que se derramo a través de la puerta. Una de las enfermeras pasaba por ahí y le llamó la atención el liquido que traspasaba por abajo de la puerta.

—¿Qué esta pasa...? ¡Ahhhhhh! —al abrir la puerta y contemplar tal escenario se dejo caer al suelo de la impresión mientras la yegua en el charco de sangre trataba de susurrar algo antes de dar sus últimos alientos de vida.

—¡AYUDA! —gritó la enfermera con horror.

—¿Alguien tiene idea de donde esta la señorita Twirly? Necesito dar un anuncio importante y necesito la presencia de todos —pregunto la profesora Mumu a sus alumnos.

—Escuche algo así de que iba a una clínica y volvió mas tarde —dijo Love.

—En ese caso ¿Podrías ir a buscarla? Junto con Red Spot.

—Claro profesora —dijo la rubia tras irse con su compañera.

Tras una corta búsqueda lograron ubicar a la pelinegra en los patios traseros de la academia remojándose en un río. Ambas ponys notaron de inmediato el extraño color del agua alrededor de Twirly. Un color carmesí leve caía al agua desde el cuerpo de la pelinegra.

—¡Oh dios mio Twirly! ¿Estas herida? —cuestiono temerosa la peliroja.

—No...No lo estoy, solo quise remojarme un poco.

Ambas ponys a punto de volver a preguntar se vieron calladas por una penetrante mirada de parte de la pelinegra.

—Necesitamos volver al salón, la maestra nos mando a buscarte.

—Bueno, vamos —salio del rió para después tomar su mochila en el lomo.

—¿Qué es lo que tienes ahí? —preguntó sobre el contenido de la mochila.

—No les interesa —advirtió con mirada amenazante.

Las ponys caminaban hasta su salón, al entrar la maestra las esperaba.

Al entrar las 3 al salón el ambiente se puso incomodo y todos los ojos presentes fijaron su mirada en Twirly, debido a la extrañeza de su apariencia.

—Bueno ya que estamos todos, tengo un anuncio que hacer.

Todos se sentaron en sus lugares, y en silencio.

—Puedes pasar —dijo a la vez que entraba una pony familiar para la pelinegra.

—Tenemos una nueva estudiante, su nombre es Nerea Hopkins.

—¿Nueva, he? —poso su penetrante mirada en Nerea, la cual le sonrió sarcástica.


El primer asesinato

Capítulo 4





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