✨✨ 21 | The great game |Parte V|

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La chica se reacomoda sobre su derecha nuevamente. Llevaba al menos tres horas intentando dormirse, sin embargo, le resultaba imposible luego de lo sucedido en aquel edificio hace algunas horas.

La rehén, quién cumplía la función de un puente comunicacional entre su captor y el detective, había entregado más información de la permitida al escuchante, por lo tanto, los explosivos en ella detonaron implacables; no solo acabando con la anciana, sino que con todos los moradores a la redonda.

Sanders suspira entrecortado y extiende su brazo hacia la mesita de noche para revisar la hora: Eran las tres y treinta de la madrugada y ella aun no pegaba pestaña. Debía trabajar a las nueve el día siguiente, y ahora temía que aquella sería una eterna noche en amarga vela.

De pronto, el crujir de la madera de su piso le alerta sobre unos ligeros pasos en las cercanías, por lo tanto, no tarda en vestir su esponjosa bata de velvet sobre su casual pijama de dos piezas para así ir a investigar el motivo del ruido.

―Debí suponerlo.

Holmes, quien en pijama hurgaba entre los gabinetes altos de su cocina, no se molesta en voltearse hacia ella.

―Entonces ¿por qué estás aquí observándome?

―Es mi cocina ―responde ofendida―. Pago renta por la privacidad de este piso.

―Corrección ―interviene él girándose hábilmente sobre sus pies, logrando así que su hermosa bata verde esmeralda ondeara elegante alrededor. Alice arruga el entrecejo al notar que la etiqueta de una bolsa de té colgaba acusatoriamente desde su bolsillo izquierdo―. No pagas por la privacidad de este piso, sólo pagas por un techo en donde refugiarte. De lo contario, si de verdad quisieras privacidad, me darías más del 30% de lo que mi hermano te remunera cada semana por espiarme. He calculado lo que él paga y es bastante. Eres avara.

Ella rueda los ojos.

―No te espío. Sólo le cuento lo que veo y cómo, a veces, te comportas como un real niño mimado. No soy yo quien entra a tu apartamento por la noche y hurga entre tus cosas.

―Yo no te espío. No tengo necesidad de hacerlo. Eres un libro abierto.

Ella entrecierra sus ojos, desafiante, y ladea milimétricamente la cabeza hacia su derecha.

―Ah ¿sí?

―Si.

Sanders ríe sonora, causando que él salte imperceptiblemente sobre sus pies debido a la impresión.

―Enciende el hervidor. Si continuarás robando desde mi alacena, al menos ten la decencia de prepararme un té ―Sherlock le observa suspicaz hasta que, sin voltearse, activa el electrodoméstico a su izquierda. Alice, con una mueca victoriosa, toma puesto junto a la mesita para dos en la cocina―. Entonces... ¿Tampoco podías dormir?

―No. Esta es sólo una manifestación de tu subconsciente. Estás soñando ―refuta sarcástico y con monótono tono mientras posa, con poca delicadeza, dos tazas sobre la mesa y saca dos bolsitas de té desde su bolsillo―. Es obvio que no he podido conciliar el sueño.

―¿Sucede a menudo?

―Si, lo hace. Pero nunca así.

―¿Cómo?

―Ahora no puedo distraerme con nada ―se queja luego de verter el agua y devolver el hervidor a su lugar, pronto alcanzando el azucarero. Alice quiere intervenir, pero él la frena―. Sé que bebes tu té con sólo una de azúcar y tu café sin ella. Te he observado.

―Bien. Y sabrás entonces que, la mayoría de las veces, suelo preferir la canela a la leche.

―No soy tu maldito mayordomo ―se queja cuando cierra el refrigerador y verte leche en su taza, pronto también en la de ella―. Beberás lo que he preparado y punto.

𝑽𝒂𝒕𝒊𝒄𝒂𝒏 𝑪𝒂𝒎𝒆𝒐𝒔 |𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora