✨✨12 | GYM Break

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Los cálidos destellos del matutino sol de primavera se cuelan a través de la semiabierta ventana, acompañados de una refrescante brisa con un típico aroma a tierra húmeda mientras diversas aves cantan sus tempranas melodías anticipando próspero clima. Sherlock se sienta sobre el colchón y estira sus brazos con flojera, ello mientras Alice se reintegra con un halo de vapor desde el baño, vistiendo la azul bata de él luego de tomar una fugaz ducha.

―Nos estamos volviendo mejor en esto ¿verdad?

La chica, quien secaba su cabello con una toalla, le observa sorprendida durante unos segundos y sonríe incrédula.

―Supongo ―dice dubitativa y él arruga el ceño cuando su compañera se sienta en junto, ella distrayendo su mirada momentáneamente en el descubierto torso de Holmes, el cual sólo llevaba la parte inferior de su pijama puesto―. Me refiero a que la práctica hace al maestro. Ya sabes.

―Tuvimos bastante práctica anoche.

―¿Piensas que fue suficiente? ―ella alza una irónica ceja en su dirección y Holmes, pensativo, niega.

―Por supuesto que no.

―Entonces ya entiendes a lo que me refiero.

Sanders le da un par de palmadas sobre la rodilla, pronto alzándose desde la desordenada cama para así comenzar a recuperar sus pertenencias esparcidas por toda la habitación. Él sólo se mantiene en la más atenta contemplación de la figura de ella; alarmándose al notar que su amiga pretendía marcharse.

―¿Dónde vas?

―A mi apartamento ―dice extrañada cuando Sherlock se para con ella junto a la puerta―. Son las nueve y treinta. No queremos que John me descubra aquí ¿no? Es un maldito chismoso ―se queja irónica―. No parará hasta saber más de lo que quiera escuchar.

―Tú también oíste sus tambaleantes pasos durante la madrugada ―argumenta de inmediato―. De seguro que dormirá hasta el mediodía de hoy.

―Pero la noche ya acabó...

―Acabará una vez que pases el umbral de la puerta.

Ella entorna sus ojos, suspicaz, y deja caer sus pertenencias sobre el piso sin desconectar su mirada desde la de él.

―Quién lo diría. Te he vuelto en un procrastinador.

―No es una completa pérdida de tiempo cuando aprendes cosas nuevas ―agrega con un puchero resignado cuando camina hacia la ventana y abre ligeramente la cortina para observar hacia el jardín en donde podía ver a la señora Hudson regando sus plantas y verduras. Alice no puede evitar iluminar su mirada con una incontenible sonrisa mientras se deja caer sobre la cama―. Como en todo ―dice pensativo―, hay tanto que aprender...

―Y... ¿He sido yo una buena compañera en esta cruzada por el conocimiento?

Él se voltea hacia Alice y le observa impasible, aunque, pronto sus sentidos son doblegados por su instinto y sólo desea unirse a ella en la cama; y así lo hace, por un par de cálidos minutos, ello hasta que alguien intenta abrir y luego golpea de manera impaciente a su puerta principal. A causa de ello, todo el natural rubor que había tomado propiedad de las mejillas de ambos ahora se ve exponencialmente aumentado a un delator carmesí de la vergüenza por oír a Mycroft llamar desde el otro lado.

Sé que estás ahí, hermanito ―dice el mayor, golpeteando impaciente la punta de su paraguas sobre el piso―. Lestrade me comunicó sobre su arribo ayer por la tarde. No puedes simplemente ignorar mis mensajes. Sabes que tenemos asuntos importantes que atender.

Sherlock y Alice comparten una desesperada mirada y ambos se apresuran de puntillas por la habitación; ella volviendo a vestir la bata y él su completo pijama. Sanders recupera finalmente sus pertenencias desde las faldas de la puerta y un sagaz Mycroft nota las sombras desde el otro lado, insistiendo una vez más con el seco golpeteo de su puño sobre la madera. Así, el detective le instruye con un gesto a la chica que se oculte en el baño y esta obedece, esperado a que él abra la puerta principal para así ella cerrar la suya.

𝑽𝒂𝒕𝒊𝒄𝒂𝒏 𝑪𝒂𝒎𝒆𝒐𝒔 |𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora