✨✨ 34 | Brownies espaciales

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―¡No lo puedo creer! Conociendo la reputación de ese imbécil, de seguro transformará el lugar en un club nudista para machistas idiotas corporativos ―se queja una furiosa Riley mientras sale del local en compañía de sus igualmente ebrios colegas.

―Ha arruinado la noche ―piensa Sanders en voz alta cuando, algo tambaleante, logra llamar la atención de un taxi alzando su brazo derecho en el aire, mientras que el izquierdo lo llevaba enrollado del diestro de un desorientado Nicholas.

―Hey... Yo estaré un poco ebria, pero no lo suficiente y es injusto ―reclama la rubia cuando abre la puerta del taxi―. Sigamos divirtiéndonos. Yo no muero aun ¿qué hay de ti, Nicky?

―Sed ―responde lentamente, pestañando con sólo un ojo―, no sueño.

―Está dicho entonces ―espeta una entusiasta Riley―. Además, sé de alguien que tiene una vasta colección de licor en su casa ―Alice ríe cómplice y le habla al conductor luego de que los tres abordan.

―221 de la calle Baker, por favor.

Mientras tanto, en dicha dirección, en el 221D, Holmes conversaba vía telefónica con Watson, ello mientras recorría el piso luego de haber comido un par de trozos del dulce que Alice había dejado sobre la mesa.

―Bueno, por lo que cuentas debes ser realmente poco estimulante.

―Oh, Sherlock, si tan solo abrieras un poco tu mente y le dieras cabida a otras posibilidades de vivir más allá de lo puramente lógico.

―Imposible, tanto como el creer que realmente tú podrías desear de manera permanente una vida en medio de la nada como lo experimentaste durante tu estadía en aquel recinto, granja o lo que sea.

―Reserva natural.

―Claro ―bufa aburrido―. Como digas.

―Entonces ¿para qué llamaste? ¿solo para quejarte?

―Para saber cuándo podré quejarme contigo en persona ―el rizado logra oír la risa de su amigo a través de la línea y no puede evitar sonreír para sí mismo.

―Estoy terminando de empacar. Mañana me tendrás devuelta en casa ―confiesa con un dejo de entusiasmo en su voz―. Espero que el caso del que me comentabas sea tan interesante como sospechas.

―Más que interesante, lo describiría como frustrante debido a su nivel de complejidad. No obstante, sabes que eso sólo puede significar que requiere un mayor esfuerzo para resolverlo. Así que estoy conforme por el momento y, supongo, que cuando veas lo que tengo tú también lo estarás.

―Fantástico. Nos vemos mañana, Sherlock. Adiós.

El detective corta la llamada sin despedirse y suspira profundo, aburrido, pronto devolviéndose a la cocina desde donde recupera un vaso y vierte leche en él para así atenuar el dulzor del chocolate en su boca, aunque, pronto no puede evitar comer más.

En tanto, los tres colegas arriban finalmente hasta el lugar, a duras penas abren la puerta principal y, entre mudas risas, suben lo más silenciosamente que pueden, para no despertar a la señora Hudson. Así, al arribar al apartamento de Alice, lo primero que ven, para la gran sorpresa de ella, es a Sherlock comiendo semisentado sobre la mesa de la chica en la cocina.

―¡Oh, Sherlly! ―grita inesperadamente una conmovida Sanders, y, aun ebria, corre hacia el detective para abrazarle firme desde la cintura―. Pensé que seguías enojado conmigo...

―Aun lo sigo, pero no con tu alacena ―espeta el aludido con indiferencia, observando de reojo a los igualmente ebrios colegas de ella, demorándose en reaccionar ante el inusual y tierno agarre de ella―. ¡Suéltame! ―grita apartándola bruscamente desde él.

𝑽𝒂𝒕𝒊𝒄𝒂𝒏 𝑪𝒂𝒎𝒆𝒐𝒔 |𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora