<Primer deseo>

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Entre un par de ruidos como si movieran loza y el flujo del agua corriera desde el baño, me arranca de mis casillas la alarma. Apagándola al instante, intento abrir los ojos y un ligero mareo se me viene encima. Ya era hoy. Me siento sobre el colchón, media aturdida. Me reflejo en el espejo y al verme digo en voz baja "me llamo Charlotte, tengo solo 14 años, y últimamente me siento fatal". Me gusta ingeniarme como si mi vida fuera un constante documental cuando me veo obligada a experimentar situaciones que no me agradan.

Es la vuelta de vacaciones de verano al colegio. Uno de los lugares que detesto pero más frecuento, -por obligación de mi madre-, hay más de 1000 estudiantes, creo. Y hace un par de años, se ha hecho insoportablemente doloroso. Independiente de sus colores deprimentes y monótonos, el desinterés de los profesores en la educación de cada uno de sus alumnos y los millones de chismes que hay al día, existe algo que me inquieta más. Todos se han fijado en mi subida de peso, cada quién que pasa a mi lado me mira feo o susurra gorda. Desde los balcones me insultan, gritan groserías, comentarios sobre mi cuerpo. Al principio solo me encerraba a llorar, ahora intento hacerme la fuerte. Y sinceramente no lo comprendo, gente que ni siquiera me conoce o viceversa me grita estupideces. Pero así es con muchos, de distintos cursos, marginados.

Ya serán casi las 7:30. Al bajar las escaleras para desayunar mi hermano mayor sale de casa hacia su trabajo, es un mecánico bien cotizado en el otro lado de la ciudad. Y mi madre le sigue con sus tacones, buscando sus llaves. Me mira y me regaña por mi mala cara, luego de arreglar su blusa y pasar su mano por su cabellera castaña me desea lo mejor para hoy; yo le devuelvo la despedida.

Al terminar mi pan subo al baño, intentando subirme el ánimo entre mi ducha. Me pone turbia la mente el pensar que todo siga igual este año. Me reencuentro con mi reflejo...menos de 1.60, mis ojos café, mi piel pálida, me dirijo a mis hombros y al ver cómo me queda el uniforme me siento irritada. Intento tocarme la espalda con mis manos, cruzando mis brazos y me siento gigante. Realmente lo odio, es como si ni siquiera la falda gris y el polerón negro lograran ocultar algo, pero no sé cómo pasó. Tampoco es como si siempre haya sido delgada, pero ahora me siento demasiado inflada.

Un mensaje me interrumpe, era Katty. Anoche me llamó pidiéndome que le lleve un bálsamo labial. Es bastante amable conmigo, así que le haré el favor. A veces cuando me gritan ella les devuelve los insultos, pero otras veces solo pareciera que la incomodo, como si buscara cualquier pretexto para alejarse de mí.

Me vuelvo a mirar y una palabra me atraviesa la mente.

...Gorda...

Para disimular mi escalofrío, peino mi chasquilla y mis flequillos hacia un lado.

Estando lista, agarro mi mochila y cierro la casa. Miro al cielo, despejado y celeste, intento prenderme un pensamiento más básico. "Genial. Otro día de clases, hoy los vuelvo a ver... Lo bueno de mi curso es que todos se llevan bien conmigo, tengo compañeras las cuales no me dejan sola nunca y siempre me aconsejan". A veces, el sarcasmo no ayuda.

Así me la paso. Prefiero callar, hacer reír y reír junto a ellos. Este año, gracias a que aquella compañera que comenzó a ofenderme delante de todos, se ha ido del colegio...quizá haga amigos. Fiorella, está desde el mismo año que entré yo. Nos hicimos "amigas" y solo recibí un mal rato. Puso al curso en contra mía diciendo que hablaba mal de cada uno de ellos. Me hacía sentir fea, gorda, apartando a los chicos de mí cada vez que hablaba siquiera por amistad. Pero a pesar de todo, yo nunca la defraudé.

Saliendo de mis pensamientos, miro mis piernas caminar, y parecieran ser enormes. De nuevo me invade esa sensación de rabia.

Está decidido. Estoy harta de esto. Este será mi deseo...ser delgada. Desde mañana nada me hará cambiar de mentalidad hasta perseguir y alcanzar ese sueño.

Llego a clases y miro el reloj. Eran las 8:28 am. He llegado justo a la hora, me acerco al grupo de compañeros en donde está Katty y la saludo. Me siento silenciosamente en una mesa y me persigo al sentir que ésta tambalea a causa de mi peso. Agacho la mirada ocultando la vergüenza y pongo atención a lo que hacen en este círculo de personas.

Tom, el tipo que está al medio comienza a comentar sus vacaciones.

—Y no me van a creer... ¡Eran dos chicas rusas! ¡Habían dos apretadas y hermosas rusas durmiendo en la carpa de al lado! —todos reímos por su expresión, aquí los fetiches de los niños eran los básicos del porno— Eran tan formaditas...hubieran visto sus cualidades...PERO QUÉ CUALIDADES —su rostro era particularmente gracioso—, y eran hermosas...una era blanquita, de pelo moreno y bien delgada... —oh..., no sé pero siempre me duelen estas palabras, gorda, delgada, fea. No sé por qué: Es ridículo pero así es.

No puse más atención en lo que dijo, pero cada vez que todos reían yo sonreía al par. Luego de un rato... llegó Jaime, otro compañero del curso y gritó

— ¡El profesor está en un taco! —todos comenzaron a festejar. Se les ocurrió la idea de hacer juegos y todo, donde prefería excluirme. Hasta que comenzó el reto de la gallinita ciega del amor.

Se trataba de que alguien debía vendarse, dar muchas vueltas hasta marear e ir tocando el rostro de cualquiera hasta encontrar su boca y besarlo. Este juego a veces llega a ser muy comprometedor...

Estaban todos haciendo un círculo, entonces fue cuando sacaron una pañoleta y comenzaron a ver quién sería el primero. Se acercó Gabriela a Tom y con una risa burlona me miró, él la observó y asintió con la misma expresión. Entonces dijo:

—Bien...el primero será... —miraba a todos con curiosidad hasta que se detuvo frente a mí—Tú...West —era obvio ¿no?

Se oyó un "UUHH" de parte de todos, fue en eso cuando fruncí el ceño y dije:

— ¿Por qué yo? —Tom me miró algo molesto.

— ¿Vas a jugar...o eres una tontita cobarde? —en eso, le quité la pañoleta y vendé mis ojos.

El nacimiento de un esqueleto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora